Cholo Simeone, el Churchill argentino
¡°El que no tenga est¨®mago para la pelea, que se vaya¡±. De ¡®Enrique V¡¯, William Shakespeare
Tiene algo Diego Simeone que excita a los ingleses, una atracci¨®n nacida de las antiguas leyendas que han forjado su identidad nacional. Se vio en el entusiasmo que expresaron por el argentino y por el equipo que entrena, el Atl¨¦tico de Madrid, tras su victoria por 1 a 0 contra el Bayern M¨²nich en las semifinales de Champions el mi¨¦rcoles pasado.
Los cuatro exjugadores que analizaron el partido en el canal ingl¨¦s que transmiti¨® el partido en directo proclamaron, exuberantes, que les hubiera encantado trabajar a las ¨®rdenes de Simeone. Uno de ellos, Rio Ferdinand, ex del Manchester United y de la selecci¨®n inglesa, dijo algo que no se suele o¨ªr mucho de la boca de un neutral, ni siquiera en Espa?a: es maravilloso ver jugar al Atl¨¦tico.
Otros, por ejemplo aficionados del Bayern o del Barcelona, podr¨ªan haberse quejado de que, tras la perla de gol que marc¨® Sa¨²l, a lo que se dedic¨® el Atleti fue a aparcar el autob¨²s. Nada de eso en la prensa inglesa el d¨ªa despu¨¦s del partido. Leyendo una cr¨®nica tras otra, parec¨ªa que hab¨ªa una competici¨®n en juego para ver qui¨¦n pod¨ªa dar con el elogio m¨¢s desbordado hacia Simeone y sus soldados. ¡°Una clase maestra¡±, escribieron al menos dos renombrados periodistas deportivos. ¡°Magn¨ªfico Atl¨¦tico¡±, otro. Y el consenso era total, Simeone hab¨ªa labrado un equipo hecho, m¨¢s que el de ning¨²n otro entrenador, a su imagen y semejanza. Es decir, guerrero, disciplinado, en movimiento perpetuo y obsesivamente trabajador.
Simeone es con el f¨²tbol como los ingleses, en su imaginario, con todo: pragm¨¢tico, resultadista, marcial
?Qu¨¦ tiene que ver esto con el mito nacional que desean ver los ingleses cuando se miran en el espejo? Casi todo. Contemplan su historia y ven a un David convertido en Goliat; a un peque?o pa¨ªs isle?o que a lo largo de 600 a?os derrot¨® a un enemigo temible tras otro: a los nazis en la II Guerra Mundial; a Napole¨®n en Waterloo; a la Armada Invencible, con la inestimable (pero muchas veces convenientemente olvidada) ayuda del mal tiempo; a los franceses en la batalla de Agincourt de 1415.
Esta ¨²ltima victoria fue celebrada por Shakespeare en su obra Enrique V. La arenga del rey a sus soldados antes de la batalla es una de las invenciones m¨¢s memorables que el escritor ha aportado a la creaci¨®n del mito de la inglesidad.
¡°Nosotros pocos, nosotros felices pocos; nosotros, una banda de hermanos. Porque el que hoy derrame su sangre conmigo, ser¨¢ mi hermano¡ Y los gentilhombres, ahora en la cama en Inglaterra, se creer¨¢n malditos por no haber estado aqu¨ª¡±.
Quiz¨¢ Simeone no tenga la misma facilidad verbal cuando exhorta a sus jugadores a morir por la causa pero, por lo dem¨¢s, el Cholo es el Enrique V de Shakespeare hecho carne. Seg¨²n la versi¨®n shakespeariana, los ingleses se enfrentaban en Agincourt a un ej¨¦rcito m¨¢s grande, m¨¢s fino, con mejores caballos, mejor armadura y m¨¢s plumas, como el Atleti pele¨®n contra los arist¨®cratas del Bar?a que Pep Guardiola construy¨® o el Bayern que Guardiola hoy dirige.
Una diferencia, entre ellas que en los partidos del Atl¨¦tico se suele derramar menos sangre, es que la guerra futbolera que presenciamos en la Champions no es por la adquisici¨®n de tierras; es ideol¨®gica. La escuela de Guardiola, a la que se suscribe la selecci¨®n espa?ola y la mayor¨ªa de los equipos espa?oles, pregona la posesi¨®n del bal¨®n como principal art¨ªculo de fe; el subversivo Simeone la desprecia, o al menos la considera de importancia secundaria ante el ¨²nico objetivo que vale la pena, ganar como sea; obtener la victoria, como dir¨ªa Winston Churchill, a toda costa, por m¨¢s largo y duro que sea el camino, con sangre, sudor y, si fuera necesario, l¨¢grimas.
Diego Pablo Simeone es con el f¨²tbol como los ingleses, en su imaginario, con todo: pragm¨¢tico, resultadista, marcial. Es el Enrique V que contra todo pron¨®stico gan¨® la batalla de Agincourt; el Churchill cuya reducida fuerza a¨¦rea venci¨® a la Luftwaffe en la batalla de Inglaterra. Si hubiese un refer¨¦ndum ma?ana entre los ingleses sobre si ceder la soberan¨ªa de las Islas Malvinas a cambio de que el argentino tomase cargo de su infeliz selecci¨®n, la propuesta ganar¨ªa por goleada.
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