Fernando pone al Madrid en San Siro
La UEFA atribuye el ¨²nico gol de la eliminatoria al brasile?o del City, que desvi¨® un centro cerrado de Bale
Manuel Pellegrini sali¨® a la zona t¨¦cnica del Bernab¨¦u en el bochorno de la tarde primaveral y las palabras gratas de algunos socios le invitaron a girarse y lanzar sobre la tribuna lateral su mirada triste de Bela Lugosi. Luego se volvi¨® hacia el campo para pedirle a Vincent Kompany que adelantara las l¨ªneas. El melanc¨®lico t¨¦cnico del City quer¨ªa que su equipo presionara en el mediocampo en un intento de alejar a los tiradores madridistas de su ¨¢rea. Kompany, con su potencia y su criterio con el bal¨®n, era la piedra angular de esta maniobra. Cuando el central belga se rompi¨® el muslo derecho a los siete minutos de partido el equipo visitante no solo perdi¨® a su capit¨¢n. Perdi¨® al interlocutor de Pellegrini. Perdi¨® su punto de apoyo. Perdi¨® la fe.
Lesionado en la ida David Silva, ¨²nico jugador capaz de conectar al mediocampo con la delantera, y haciendo honor a su sobrenombre Yaya Tour¨¦, apodado El Elefante, el City deriv¨® en la corriente como un barco sin tim¨®n. Arrastrado all¨¢ donde mandara Modric, Kroos, Isco, o el incansable Carvajal.
El Manchester City deambulaba por Chamart¨ªn cuando Mangala y Otamendi tiraron el fuera de juego en el minuto 20. Fue un gesto desesperado para salir del ¨¢rea como quien intenta abandonar un avispero. Arrancaron desde demasiado atr¨¢s y la fuga result¨® un fiasco. Otamendi se qued¨® enganchado. Carvajal meti¨® el pase en profundidad a Bale. El gal¨¦s tir¨® el desmarque al primer palo, control¨® con la izquierda y se vio solo ante 20 metros de pasto. Su idea de un sue?o dulce. Cuando Hart le sali¨® al paso golpe¨® con el interior del pie derecho buscando el segundo palo. Justo cuando Fernando llegaba a cerrar estirando la pierna. Las im¨¢genes de televisi¨®n no consiguieron determinar si el mediocentro brasile?o fue el ¨²ltimo en tocar el bal¨®n. Solo Bale sabe si quiso rematar al ¨¢ngulo m¨¢s improbable o si pretendi¨® centrar. Si fue gol de Bale, fue su primer gol de la temporada en Champions y fue un golazo. Oficialmente no constar¨¢ as¨ª. La UEFA se lo concedi¨® a Fernando en propia meta.
La molicie de Yay¨¢
¡°?C¨®mo no te voy a querer!¡±, cantaba la multitud madridista, emocionada ante la posibilidad de un partido emocionante. Quedaban 70 minutos por delante y la superioridad del equipo local era tan manifiesta que los hinchas se figuraron lo l¨®gico. Una fiesta. No fue as¨ª. Como si la molicie de Yay¨¢ tirara del esp¨ªritu de todos los implicados hacia la profundidad de un sopor invencible, los dos equipos se embotaron en un toqueteo est¨¦ril.
La cosa acab¨® retorci¨¦ndose tanto que el City estrell¨® un bal¨®n en los palos de Keylor, y David Bettoni, el ayudante de Zidane, que oficia de utillero y no puede ocupar la zona t¨¦cnica porque carece de t¨ªtulo, sali¨® desaforado a dar indicaciones a Ramos para que rebajara el ritmo. ?M¨¢s todav¨ªa! A falta de diez minutos para el final, el miedo se apoder¨® de todo el mundo ante la sola posibilidad de encajar un gol postrero que impidiera la clasificaci¨®n. El Bernab¨¦u acab¨® la velada pitando al ¨¢rbitro, el esloveno Skomina, para que se?alara el final.
Saturado como est¨¢ el f¨²tbol de quincalla de relleno para las televisiones en interminables calendarios anodinos, la segunda fase de la vieja Copa de Europa es el terreno mejor abonado a las eliminatorias ¨¦picas. Esta que disputaron el Madrid y el City no entrar¨¢ en la lista ni de los cruces entretenidos. Fue un bodrio de principio a fin rematado por un gol indescifrable que la historia conceder¨¢ al gris Fernando, un pivote cualquiera a quien el destino puso de por medio en una situaci¨®n apurada.
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