Kittel saca una bicicleta a todo el pelot¨®n del Giro
Espectacular victoria al sprint del alem¨¢n en una inusualmente c¨¢lida Holanda
Debido a una serie de conjunciones que han hecho del Mar del Norte una balsa apacible, la zona m¨¢s c¨¢lida de Europa es el s¨¢bado Holanda nada menos, y lo han agradecido los ciclistas del Giro, que cuando les dijeron que la carrera italiana partir¨ªa de all¨ª temblaron, temiendo encontrarse como en el Tour en julio pasado, o en el mismo Giro hace cinco a?os, unas jornadas de pavor en las carreteras y diques, decorados con altos molinos de viento y azotados por vendavales inclementes generadores de abanicos, brumas, borrascas y lluvias que azotan de frente y nublan la mirada turb¨¢ndola antes de las dolorosas ca¨ªdas inevitables en decenas de rotondas empapadas. Se han encontrado, sin embargo, y han aplaudido, con tulipanes casi mustios por el calor y la atm¨®sfera pesada, quieta, carreteras atestadas de aficionados locos por la bici y una etapa sencilla, de cat¨¢logo: fuga, caza, sprint, Kittel.
La fuga dur¨® hasta que pasaron los escapados ¨Centre ellos, oportuno, el vizca¨ªno Omar Fraile, el ciclista que capitaliz¨® su reinado de la monta?a de la ¨²ltima Vuelta fichando por el Dimension Data, equipo sudafricano con Cavendish y grandes aspiraciones¡ª la primera tachuela de cuarta de la carrera, los puntos que daban el primer maillot azul de la monta?a, que se adjudic¨® Fraile, por supuesto, y la etapa se acab¨® cuando entraron por primera vez en Nimega, donde la meta, donde Marcel Kittel, alem¨¢n inspirado por la cercan¨ªa de su frontera, sac¨® sin casi querer una bicicleta a todo el pelot¨®n en 150 metros de tremenda aceleraci¨®n. Hasta todo un ganador de la Mil¨¢n-San Remo como Arnaud D¨¦mare, a quien el demarraje del alem¨¢n le sorprendi¨® por la espalda, pareci¨® un pardillo paralizado a su lado, tal fue la velocidad con que parti¨®.
Kittel, tan aparentemente imperturbable con su rostro que parece una m¨¢s cara de Apolo y sus pelos engominados y tiesos rubios, es, como la mayor¨ªa de los sprinters y los toreros, un ciclista dominado por sus estados de ¨¢nimo, a los que sucumbe imprevisible, y por eso place tanto a los italianos, que le adoran y le recuerdan siempre que es clavado a Dolph Lundgren de joven, el que hace de boxeador malo en las pel¨ªculas de Rocky y le preguntan por su novia holandesa jugadora de voleibol. En el Giro, con la del s¨¢bado caluroso de Nimega, ha ganado ya tres etapas, pero ninguna en suelo italiano, donde no ha llegado a correr: en su ¨²nico Giro anterior, el de 2014, se retir¨® sin decir ni mu al terminar la excursi¨®n irlandesa. Despu¨¦s de ganar en Belfast y en Dubl¨ªn, en vez de volar a Bari con todo el pelot¨®n se fue a la m¨¢s cercana Alemania. ¡°Esto no pasar¨¢ esta vez, volar¨¦ de Holanda a Catanzaro el lunes para seguir esprintando en Italia¡±, asegur¨® Kittel, quien en 2015 alarg¨® a¨²n m¨¢s su espantada: dej¨® el ciclismo varios meses y al Giant, su equipo, y solo regres¨® tras atravesar el t¨²nel oscuro este 2016 y en un nuevo equipo, el Etixx belga, al que aporta una pegatina para el culotte amarilla con la marca de los supermercados alemanes m¨¢s famosos y en el que tiene tanto poder que hasta una figura futura como el luxemburgu¨¦s Bob Jungels tiene que trabajar en su tren. En el equipo dirigido por Davide Bramati, Kittel mantiene su vieja costumbre de ganador del primer sprint de una gran vuelta, que en dos de sus Tours combin¨® con victorias tambi¨¦n en la ¨²ltima. En Tur¨ªn, el ¨²ltimo domingo de mayo, podr¨¢ extender su costumbre al Giro que le quiere.
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