Guardiola, una despedida de campe¨®n
El t¨¦cnico catal¨¢n gana la Copa Alemana al Dortmund en su ¨²ltimo duelo con el Bayern
A Starke se le escurri¨® un bal¨®n de las manos que acab¨® en gol, Van Buyten se hizo otro en propia puerta y el Dortmund conquist¨® la Supercopa alemana frente a un Bayern que de repente presum¨ªa del control del juego, de la ret¨®rica efectiva del pase y de la presi¨®n avanzada. Eso ocurri¨® hace tres a?os y fue el estreno oficial de Pep Guardiola en el banquillo b¨¢varo. Y anoche, en el Ol¨ªmpico de Berl¨ªn, cerr¨® el c¨ªrculo. De nuevo en una final, de nuevo ante el Dortmund y, en esta ocasi¨®n, ganador de la Copa en la tanda de penaltis (0-0 tras los 120 minutos) con ese juego caracter¨ªstico que le ha llevado a gobernar Alemania pero no Europa, tambi¨¦n al banquillo del Manchester City. Un laurel m¨¢s, en cualquier caso, que se a?ade a los seis conseguidos: tres Bundesligas, una Supercopa, un Mundial de Clubes y otra Copa.
Pocos entrenadores conocen tanto a Guardiola como Tuchel, con el que ha compartido confidencialidades y sobre todo prolongados debates de conocimiento sobre el f¨²tbol alrededor de un mantel. Son amigos y saben c¨®mo funciona el rival. Guardiola no cambia; juega al ataque, defini¨¦ndose a trav¨¦s del bal¨®n. Tuchel, sin embargo, es m¨¢s flexible porque el Dortmund mezcla pie para el toque con piernas para la carrera. Y, sabedor de que la pelota ser¨ªa del Bayern, decidi¨® jugar a la contra y plantar una defensa de cinco, con tres centrales y dos carrileros que apenas se proyectaron en ataque, ocupados como estaban en tratar de frenar a los extremos rivales. Rib¨¦ry recuper¨® esa versi¨®n punzante, con quiebro y velocidad, aunque en ocasiones le pudo la agitaci¨®n porque en un rifirrafe le meti¨® el dedo en el ojo a Gonzalo Castro. No lo apreci¨® el colegiado porque la sanci¨®n, salom¨®nica, fue una tarjeta amarilla por cabeza. Y Douglas Costa fue un rayo por la derecha que recib¨ªa pegado al costado para trazar la diagonal en busca de un pase que nunca llegaba ¡ªporque los centrales no regalaban ni un cent¨ªmetro¡ª o de un disparo lejano. Prob¨® tres en el primer acto: uno se march¨® torcido; otro le sise¨® al larguero; y uno ¨²ltimo que despej¨® B¨¹rki y que no aprovech¨® Lewandowski porque Sokratis le agarr¨® de extranjis.
Poco propuso el Dortmund, excelente en su ¨¢rea (aunque se lesionara Hummels, ya del Bayern) y an¨®nimo en la contraria. Pero le alcanzaba con la conducci¨®n de Reus y con los sprints y remates puntuales de Aubameyang para asustar. Por lo que el protagonismo recay¨® de nuevo en un Costa lacerante, en un M¨¹ller siempre pendiente de poner el lazo a las jugadas y en un Lewandowski que no pudo completar un centro de Rib¨¦ry y que no atin¨® un remate sencillo a la contra. Sin goles, se alcanz¨® la pr¨®rroga y luego la rueda de los penaltis, donde Neuer impuso sus guantes y el Bayern su punter¨ªa. Una despedida de campe¨®n para Guardiola, que no pudo contener las l¨¢grimas tras el lanzamiento final de Costa y que recibi¨® el cari?o de la grada, compa?eros y pupilos.
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