Los grandes Alpes esperan para coronar a Kruijswijk

En Pinerolo, territorio Coppi, otro grande, Gimondi, presenta otra autobiograf¨ªa y aprovecha para decir sus verdades como pu?os, las mismas que le dec¨ªan a ¨¦l cuando era joven los viejos de entonces. Habla de la belleza del instinto, que es lo que distingue a los campeones, y de c¨®mo los directores de ahora lo asesinan nada m¨¢s verlo asomar. El instinto son coraz¨®n y piernas, y ahora, sigue el gran Felice, solo corren con el coraz¨®n. Todas las verdades absolutas contienen grandes mentiras, por supuesto. Matteo Trentin, el v¨¦neto de cultura flamenca que gan¨® despu¨¦s de pasar dos veces el muro al 20% adoquinado de la calle de los Pr¨ªncipes de Acaja, rozando la catedral de Pinerolo y el palacio arzobispal en el que monjitas de h¨¢bito blanco se asoman a las ventanas a gozar del ciclismo, corri¨® con coraz¨®n, con piernas, con cabeza y, por si le faltara poco a su inteligente triunfo, con la generosidad de su compa?ero Brambilla, aquel v¨¦neto que fue maglia rosa unos d¨ªas. Entre los dos mataron a Moreno Moser, quien tuvo la desgracia de comprobar que el instinto no se hereda, no viene incluido en el paquete gen¨¦tico de base.

Cuatro de los 12 hermanos Moser, altos viticultores trentinos de cargadas espaldas, fueron ciclistas profesionales, Aldo, Diego, Enzo y Francesco, y cuatro de sus hijos tambi¨¦n lo han intentado ser, Ignazio, hijo de Francesco, Leonardo, Matteo y Moreno, hijo de Diego, el ¨²nico que ha resistido para sufrir la ignominia en Corso Torino, donde, convencido de su superior velocidad llev¨® a rueda a Brambilla, su ¨²ltimo compa?ero de fuga, en el ¨²ltimo kil¨®metro. En ning¨²n momento mir¨® a sus espaldas Moreno, quien se quej¨® de que no le funcionaba el pinganillo, justamente el aparato de esterilizar instintos nacientes, y no vio llegar exhalando con el ¨¢cido l¨¢ctico sali¨¦ndole por las orejas despu¨¦s de su tremendo esfuerzo, al veloz Trentin, compa?ero de equipo de Brambilla, gregario y ganador de etapas en el Tour y de cl¨¢sicas, que lo pas¨® veloz y feliz con la camiseta abierta luciendo un pecho flaco y un coraz¨®n opulento para conseguir, a los 26 a?os, su primera victoria en su pa¨ªs.

Nibali cree correr de instinto y todos se lo dicen y lo alaban, y corre enga?ado, solo con el coraz¨®n, como dice Gimondi. El ¨²nico atacante verdadero de este Giro a su pesar repite todos los d¨ªas que no sabe lo que le pasa, porque ¨¦l siente que tiene buenas piernas antes de atacar y que por eso se mueve y que luego no aguanta nada y en las contras los otros, el l¨ªder Kruijswijk, el cerebral Chaves, el ardiente Valverde, lo dejan clavado. Y se desespera y llora hasta que le explican que no, que cuando atac¨® en el Falzarego por ejemplo Valverde no se qued¨® porque ¨¦l estuviera fuerte sino porque el murciano estaba ya muerto. De ese error de c¨¢lculo, de la flojera de Valverde atontado por la altura que le ocult¨® a Nibali su err¨®nea preparaci¨®n para el Giro, naci¨® el gran malentendido que conden¨® al siciliano al cuarto puesto de ahora y su actitud previsible de mera supervivencia en las dos grandes etapas alpinas que quedan, que para muchos sobran pues piensan que ya est¨¢ todo decidido.

Estos muchos hablan de un ganador pecoso que no corre de instinto ni de piernas, sino de ciencia, y que sencillamente ha sido regular cuando todos los dem¨¢s, Nibali, Valverde, hasta el luminoso Chaves, han tenido malos d¨ªas. El Kruijswijk a?ada 2016, dice su entrenador, Mathieu Heijboer, no es mejor que el de 2015 o el de antes, cuando sencillamente solo aspiraba a estar entre los 10 primeros del Giro, la carrera a la que ha dedicado su vida. Sus vatios, rozando los seis por kilo, poco m¨¢s de 350 mantiene durante media hora, son los mismos que entonces y no son excepcionales. Su gran valor ciclista es su capacidad de recuperaci¨®n y de mantener esos valores durante tres semanas, cuando los de los otros bajan. Y si este a?o est¨¢ primero, a?ade, es porque ha tenido una primera semana perfecta y porque los dem¨¢s, ausentes Contador, Landa, Aru o Nairo, los que le superaban, est¨¢ por debajo de ¨¦l este mayo.

¡°Kruijswijk no es joven joven, pero va bien. Es el m¨¢s fuerte de este Giro¡±, dijo Eddy Merckx, otro grande en Pinerolo c¨¢lido de casta?os brillantes al sol. ¡°De lo que queda de Giro lo m¨¢s duro es el s¨¢bado, y ah¨ª solo veo a Chaves, el colombiano de las alturas. Har¨¢ da?o, pero no ganar¨¢ el Giro¡±.

Al Giro le quedan a¨²n dos llegadas en alto y cinco puertos de m¨¢s de 2.000 metros para marear a Valverde, que sufre mal de altura, y para que cante Chaves, que naci¨® a 2.600 metros y sigue esperando paciente que todos caigan antes de rematarlos con su mirada limpia e inocente de ni?o que hace exclamar colmadas de ternura a las se?oras de Pinerolo que lo ven tan min¨²sculo tambi¨¦n: ¡°?Es tan valiente! Pobrecito¡±. Si supieran¡­