Froome le devuelve el golpe a Contador, y con m¨¢s intensidad

Inspirado por el Glandon, a un lado, y por el Ornon, al otro, y pasado el gran puente sobre el Romanche, Chris Froome, el hombre que espera, se transform¨® en el Chris Froome hombre Tour, en Chris Froome, el hombre que golpea. Recibi¨® el ataque del brit¨¢nico en pleno plexo solar Alberto Contador, que se qued¨® sin aire de repente, sufri¨® e iz¨® bandera blanca.

En el puerto de Vaujany, una ascensi¨®n corta y escalonada, tres kil¨®metros duros, dos muy duros y uno en falso llano, el chico de Pinto devolvi¨® con intereses al brit¨¢nico todo lo que le hab¨ªa ganado en el pr¨®logo cronoescalada, perdi¨® el maillot amarillo y, quiz¨¢s, el Dauphin¨¦, la carrera que desea ganar y con la que no puede, y en la que Froome, nuevo l¨ªder, se ha impuesto ya en 2013 y 2015, justamente los dos a?os que un mes despu¨¦s gan¨® el Tour.

A Froome, a su ataque acelerado como los suyos de siempre en lo m¨¢s duro del puerto, el kil¨®metro al 12,5% a 2,5 kil¨®metros de la meta, solo le resisti¨® su amigo y exgregario Richie Porte, a quien el cambio de maillot no le ha borrado a¨²n el h¨¢bito del respeto a quien fue su boss algunos a?os. Antes, en un extra?¨ªsimo caso de mala inteligencia o de c¨¢lculo err¨®neo, Contador hab¨ªa picado todos los anzuelos del Sky atacante activo. El primero lo lanz¨® al aire con un ataque templado Mikel Landa, quien se entiende bien con Froome, su nuevo jefe. Aceler¨® el alav¨¦s con las manos en lo bajo del manillar y el culo bien alto, y mientras ganaba distancia miraba a su espalda, a Roman Kreuziger, Tinkoff precioso, y a su Contador a su rueda exigi¨¦ndole m¨¢s madera, y m¨¢s atr¨¢s a su Froome aparentemente sufriente en el cambio de ritmo, el segundo anzuelo.

As¨ª, vital y voluntarioso, cuando Dan Martin se retorci¨® en la bici y lanz¨® a su espalda su ataque, Contador feliz se empin¨® en la bici y comenz¨® a bailar. Se fueron los dos a por Landa, al que alcanzaron r¨¢pido, y con ellos Porte. Froome, detr¨¢s, segu¨ªa mirando el potenci¨®metro fijado en su manillar mientras los metros de asfalto se aclaraban por delante de su rueda. Animado por el hueco que crec¨ªa a su espalda, Contador aceleraba y aceleraba, y miraba a su espalda. Y as¨ª descubri¨®, horrorizado, que detr¨¢s el monstruo se hab¨ªa despertado y aceleraba en su caza con cara de Froome radiante y gafas de astronauta. Unos metros despu¨¦s, el brit¨¢nico le pas¨® volando y oblig¨® a reescribir el Dauphin¨¦, una carrera que es un duelo de orgullos y que comenz¨® con la exhibici¨®n del ciclista espa?ol, que despertaba admiraci¨®n rendida.

En poco m¨¢s de dos kil¨®metros, a un mes de las primeras monta?as del Tour, Contador cedi¨® 21s a un brit¨¢nico con f¨ªsico de esp¨¢rrago que sabe llegar puntual a sus citas. ¡°Trat¨¦ de seguir a Froome y Porte, pero no pude. Necesito m¨¢s velocidad en las piernas, pero estoy contento porque la diferencia no ha sido tan grande. Pienso que cada d¨ªa me voy a encontrar mejor¡±, dijo Contador al aceptar la derrota con la vista puesta en la etapa reina, el s¨¢bado, con paso por la Madeleine y final en M¨¦ribel, una llegada Tour para ciclistas que empiezan a ganar el Tour en junio.