Y Leo termin¨® llorando su desgracia
El delantero acaba desconsolado por su fallo y por otra oportunidad perdida con la selecci¨®n
Sentado en el banquillo, all¨ª donde empez¨® el torneo lesionado, despu¨¦s de cinco goles y cuatro asistencias, Leo Messi buscaba raz¨®n a algo que no se puede explicar. Lloraba el 10 en el MetLife Stadium mientras el fisioterapeuta de la selecci¨®n, su amigo, Dady Dandrea, se acerc¨® a consolarle. Despu¨¦s de ¨¦l, acudi¨® el equipo, uno tras otro, conscientes de que esas l¨¢grimas son una herida abierta a la eternidad. A Leo se le rompi¨® el alma en Nueva York, porque ya son tres finales perdidas seguidas, cuatro sumando la del 2007; cinco si contamos como final aquella derrota en Santa F¨¦, en el 2011, en el cruce de cuartos contra Uruguay, en la Copa Am¨¦rica que Argentina jug¨® y perdi¨® en casa. De nuevo, gan¨® Chile, y tal vez, ya no habr¨¢ camino de vuelta. Sentado sobre el c¨¦sped, Leo busc¨® un sue?o que se escap¨®. Y termin¨® llorando su desgracia.
Lo cierto es que cuando se llevaba una hora de partido, Leo Messi hab¨ªa marcado diferencias por descarte, aligerando el reto: en 30 minutos dej¨® a los chilenos con uno menos sobre el campo, tras haber forzado la expulsi¨®n de Marcelo D¨ªaz. El histri¨®nico ¨¢rbitro brasile?o que pit¨® la final mostr¨® la roja al de Padre Hurtado despu¨¦s de cometer dos faltas sobre la Pulga. Leo buscaba a Messi camino de la eternidad vestido de albiazul; si por el camino hab¨ªa superado el r¨¦cord goleador de Batistuta, en Nueva York se puso al servicio de la camiseta en busca del t¨ªtulo, lo ¨²nico que le importaba en la noche americana. Entregado a la causa del partido, fue el ¨²nico que dio que hablar en el ¨¢rea.Y hasta vio una tarjeta amarilla porque el ¨¢rbitro crey¨® que hab¨ªa simulado un penalti.
Neutralizado Banega por los chilenos, apareci¨® poco la zurda del 10, falto de alianza. Le busc¨® Argentina, pero para su desgracia ¨¦l no encontr¨® a su equipo ni cerca ni lejos, y a su alrededor, caminando, sin bal¨®n o las pocas veces que lo tuvo, vio m¨¢s tipos de rojo corriendo como locos que argentinos ofreci¨¦ndose al pase. Leo se entreg¨® por dentro y lo hizo por fuera, cayendo a banda, porque trat¨® por todos los caminos de encontrar el t¨ªtulo y de paso su propia eternidad con Argentina. Pero nada. No pudo. En una acci¨®n aislada dej¨® solo al Kun, que le peg¨® mal y con el bal¨®n perdido en la grada, el partido lleg¨® a la pr¨®rroga.
Y entonces, camino de los penaltis, como hace un a?o en la final de Santiago de Chile, esta vez en el MetLife Stadium, se perdi¨® Messi, aunque la tuvo cerca Argentina gracias a una acci¨®n que sac¨® Leo para la cabeza del Kun. Pero apareci¨® la mano de Bravo, su compa?ero en el Barcelona. Y ah¨ª empez¨® a esfumarse definitivamente el partido. Y el sue?o, que se hizo a?icos, poco despu¨¦s, tan pronto Leo tir¨® fuera el primer penalti de la tanda. En el vuelo de ese lanzamiento se escap¨® la Copa. Ya nada tuvo remedio. Y sentado en el banquillo busc¨® raz¨®n a su sinraz¨®n. La victoria se hab¨ªa escapado otra vez.
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