El final del verano
El partido fue un testamento, desempolv¨® hasta el recuerdo de Julio Salinas
En la liga de futbito del instituto ten¨ªamos a un entrenador que llegaba, ped¨ªa que disfrut¨¢semos "como dice Cruyff" y dale, maestro. A veces en los rivales hab¨ªa tanta charla y tanta pizarra que nuestro entrenador, mirando de reojo al p¨²blico, nos reun¨ªa y gritaba: "?Lo hablado por la semana!". En realidad por la semana no hab¨ªamos hablado nada, de hecho no entren¨¢bamos y muchos ni siquiera nos conoc¨ªamos. Por tanto lo que hac¨ªamos era jugar por instinto sin saber muy bien nuestras posiciones, fi¨¢ndonos de nuestros compa?eros por la apariencia, jugando casi al azar. Como Espa?a durante todos los a?os que acumul¨® talento y t¨ªtulos; como Espa?a ayer, pero sin el brillo de entonces, cuando ya se hab¨ªa acabado el placer sin un plan alternativo.
Los primeros veinte minutos liquidaron mentalmente a Espa?a
Los primeros veinte minutos liquidaron mentalmente a Espa?a. Entre otras razones porque Espa?a ten¨ªa pinta de haber salido "a disfrutar", un plan que sale bien si lo propone Cruyff, no Del Bosque ante la Italia de Conte, el mismo entrenador que fuerza las cabezas de sus jugadores hasta sacarles los minutos que tuvieron de inicio ayer. Veinte minutos en los que dej¨® la huella de elefante en el ¨¢rea de Espa?a; veinte minutos de los que Espa?a no se recuper¨® jam¨¢s. Dos cabezazos, una chilena y una falta cerca del ¨¢rea que acab¨® en gol enterraron a la selecci¨®n. No enterraron una ¨¦poca porque en Brasil se acabaron de fundir los cielos, pero s¨ª el espejismo de los minutos brillantes en Francia; la imagen reflejada de la ¨²ltima luz que quedaba de Kiev: el ¨²ltimo guardi¨¢n de aquello, Andr¨¦s Iniesta.
El partido fue un testamento. Desempolv¨® hasta el recuerdo de Salinas, el bal¨®n que muri¨® en las botas de Piqu¨¦ al final de todo y que sac¨® el portero; m¨¢s m¨¦rito de Piqu¨¦ y Buffon en este caso que el que tuvieron Salinas y Pagliuca. De igual modo, la velocidad de Eder al contragolpe segu¨ªa un paralelismo hist¨®rico con Baggio, con Del Piero; delanteros hechos para matar por la espalda en los ¨²ltimos minutos acompa?ados por un panzer, anta?o Vieri, hoy Pell¨¨. Una de esas delanteras que si se lleva bien no se olvida; como Bogart y Bacall, pero con Bogart sin alzas. Defensivamente se dedicaron a gripar a Iniesta, rode¨¢ndolo como en las fotos fetiche pero con mejor resultado. No hubo laterales, tampoco delantera, perdida en su primer partido internacional de vida o muerte. Y as¨ª fue como la Espa?a que se bautiz¨® dram¨¢ticamente del tikitaka se fi¨® a balones ¨¢ereos rematados por los centrales y a jugadas tan ansiosas como tirar el bal¨®n para que lo prolongasen a ciegas Morata y Aduriz.
Fue la raz¨®n final de Italia, cuya filosof¨ªa se ha caricaturizado hist¨®ricamente resumi¨¦ndola a entregar el bal¨®n y esperar rechaces afortunados. De este modo tuvo Espa?a la ¨²ltima ocasi¨®n del partido: un mal despeje de Italia que dej¨® a Piqu¨¦ haciendo un escorzo para que Buffon, batido tantas veces en los ¨²ltimos tiempos, se tomase su particular venganza. Como en Estados Unidos 94, Italia mat¨® el partido en la jugada siguiente. Y ech¨® a Espa?a: probablemente a lo ¨²ltimo que quedaba de Espa?a en su descomposici¨®n. Sin terminar de saber cuando se llevaba al campo "lo hablado por la semana", en los primeros dos partidos o en los dos ¨²ltimos.
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