Golpe al coraz¨®n del ego argentino
Todos los argumentos que alimentan el gran ego nacional, se vuelven en contra. Si, teniendo a los mejores, uno no gana ninguna Copa, el fracaso se hace mayor
Hace unos a?os, antes de una copa Am¨¦rica, un canal deportivo se burl¨® de los chistes contra argentinos que se cuentan, habitualmente, en el resto de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina. Verlo en estos d¨ªas de derrota futbol¨ªstica, y luego de la renuncia de Messi a la selecci¨®n, es echar sal sobre la herida.?
En la imagen aparece un estandapero y pregunta. ¡°?Saben cu¨¢l es el mejor negocio del mundo? Comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale¡±. Hay risotadas. Y entonces, el corto reproduce las cifras extraordinarias que los grandes clubes europeos han pagado por deportistas argentinos.
¡°?Ustedes saben cu¨¢l es el juguete favorito de los argentinos? El yo-yo... yo-yo-yo-yo¡±, sigue el chistoso, para algarab¨ªa de su platea, mientras aparece un tape donde un jugador argentino hace un gol y le reconoce el pase a su compa?ero. Y sigue. ¡°?Saben por qu¨¦ Argentina es el pa¨ªs con mayor porcentaje de sietemesinos? Porque ni su madre los aguanta nueve meses...¡±. Las carcajadas son respondidas con la imagen del Pupi Zanetti recibiendo un homenaje del Inter luego de 16 a?os brillantes.
¡°Los argentinos no usan paraca¨ªdas porque de cualquier forma van a caer mal¡±, es el siguiente chiste, contrastado con la despedida de Marcelo Bielsa de la selecci¨®n chilena en medio de reverencias, aplausos y una bandera chilena donde dice que ¡°Chile le agradece¡±. ¡°Los argentinos son como dioses. Est¨¢n en todos lados pero nadie los puede ver¡±, es otra burla que se contrarresta con los altares de adoraci¨®n a Diego Maradona en N¨¢poles.
Y as¨ª.
La relaci¨®n entre los argentinos y el resto de los latinoamericanos est¨¢ resumida bastante bien en ese corto. Unos le reprochan a los otros que son eg¨®latras, engre¨ªdos, petulantes y soberbios. Los otros responden que, en realidad, todo es producto de una realidad muy contrastable: los argentinos son mucho mejores que el resto. ?No son argentinos Messi y Maradona? ?No son argentinos los DT de Chile, Ecuador, Per¨², Paraguay y Colombia? ?Qu¨¦ otro pa¨ªs tiene tantas estrellas mundiales como la Argentina? ?No es argentino el Papa? ?Y el gran Diego Simeone? ?Y Marcelo Bielsa? ?No lo es la reina de Holanda? ?No es Buenos Aires la capital m¨¢s europea de Am¨¦rica Latina? Entonces, no es que somos engre¨ªdos, sino que somos mejores, suele ser el tono de los argentinos cuando pasean por la zona.
Es injusto adjudicar una misma caracter¨ªstica a todo un pueblo. Pero, a juzgar por el clima en Buenos Aires, lo que ocurri¨® el domingo fue algo m¨¢s que una derrota deportiva
Todo eso se hizo trizas en la noche del domingo, cuando la Argentina perdi¨® la final de la Copa Am¨¦rica y Lionel Messi anunci¨® que daba por terminada su etapa en la selecci¨®n nacional. Hasta ayer, el ¨²nico interlocutor futbol¨ªstico que la Argentina reconoc¨ªa en la regi¨®n era Brasil. Pero resulta que hace 23 a?os que su selecci¨®n no gana nada y que viene de perder dos veces consecutivas contra Chile, tradicionalmente un hermano mucho menor, alguien a quien se mira, si se lo mira, con condescendencia y piedad. Todos los argumentos que alimentan el gran ego nacional, entonces, se vuelven en contra. Si, teniendo a los mejores, uno no gana ninguna Copa, el fracaso se hace mayor. Y as¨ª se siente en la calle. Argentina era una promesa de potencia mundial. Pero no lo fue. Tiene a una proporci¨®n notable entre los grandes jugadores del f¨²tbol mundial. Pero la Copa m¨¢s reciente en su vitrina data de un cuarto de siglo.
Encima, se queda sin Messi y probablemente lo sigan Mascherano, Higua¨ªn, Ag¨¹ero y Di Mar¨ªa.
Una hecatombe.
A decir verdad, la tragedia no pod¨ªa producirse en un peor momento. La Argentina atraviesa una transici¨®n econ¨®mica muy dura, donde cada d¨ªa se destapa un nuevo esc¨¢ndalo de corrupci¨®n del Gobierno saliente y se insin¨²a uno del que acaba de empezar. El f¨²tbol es una de las cajas de resonancia de todo este panorama. La mayor¨ªa de los dirigentes est¨¢n investigados por haber desviado hacia financieras amigas gran parte del subsidio que le entreg¨® el Estado a cambio de los derechos de televisaci¨®n. La Asociaci¨®n de F¨²tbol acaba de ser intervenida por la FIFA. El p¨²blico visitante tiene prohibida la asistencia a los estadios por temor a los disturbios que puedan provocar las violentas hinchadas, cuyos integrantes son peligrosos delincuentes que, en su mayor¨ªa, tienen causas por narcotr¨¢fico, homicidio o secuestros extorsivos y son protegidos por el poder pol¨ªtico.
En ese clima, es un milagro que la Argentina siga siendo una cantera de futbolistas privilegiados y que su equipo nacional llegue a tres finales consecutivas. Pero el ego argentino le reclama a los jugadores no solo que lleguen a ellas, sino que las ganen. Y todo no se puede. Por si fuera poco, Higua¨ªn yerra un gol cantado en cada final y Messi pifia, nada menos que ¨¦l, el primer penal de la serie. Y entonces el ego argentino se ensa?a, una vez m¨¢s con ¨¦l, que se harta y da un portazo, y anuncia que se va.
En el aviso de hace unos a?os, el estandapero provoca. ¡°?Sabe usted c¨®mo se suicida un argentino? Pues se sube a su ego, y salta¡±. La imagen responde con un gol de Carlos T¨¦vez, que en los festejos salta pero para abrazarse con todo el banco de suplentes.
Es injusto adjudicar una misma caracter¨ªstica a todo un pueblo. Pero, a juzgar por el clima en Buenos Aires, lo que ocurri¨® el domingo fue algo m¨¢s que una derrota deportiva, tal vez cay¨® una identidad, ciertos rasgos de una autoimagen deforme. Parece que no somos predestinados. O sea, saltamos desde nuestro ego, y estamos en ca¨ªda.
Tal vez sea una buena manera de empezar de nuevo: de esas experiencias, si se las capitaliza, suelen salir buenos resultados.
No es el estilo de la casa, pero qui¨¦n dice.
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