¡°Nadia era una m¨¢quina de hacer gimnasia¡±
Recuerdos del 10,00 de Comaneci en los Juegos de Montreal en su 40 aniversario
No hay un ejercicio m¨¢s famoso en la historia de la gimnasia que el obligatorio en las paralelas de Nadia Comaneci en Montreal 76. El primer 10,00 ol¨ªmpico. La perfecci¨®n. Miles de aficionados a la gimnasia (y al deporte en general) son capaces de reconocer a la ni?a seria de flequillo perfecto y coleta alta adornada con lazos de algod¨®n. De contar que los marcadores de Omega mostraron un luminoso 1,00 porque no estaban preparados para la ocasi¨®n. De citar a la rumana, que entonces ten¨ªa 14 a?itos, como la gran estrella de aquellos Juegos, a la altura de Mark Spitz cuatro a?os antes, de Bolt en Pek¨ªn 2008, de Phelps en Londres 2012.
Pero son muchos menos los que saben que aquel primer ejercicio perfecto era relativamente sencillo pues todas las gimnastas de la competici¨®n deb¨ªan ejecutarlo el primer d¨ªa de la prueba por equipos. O que el 1,00 que era un 10,00 no era ni siquiera una novedad: Nadia Comaneci ya lo hab¨ªa conseguido (en suelo) en la American Cup de ese mismo a?o con el mismo error en el marcador. Que la sovi¨¦tica Nellie Kim lograr¨ªa poco despu¨¦s id¨¦ntica nota y casi nadie ajeno a la gimnasia la conoce o que en ese panel de cuatro jueces hab¨ªa una espa?ola, Mari Carmen Gonz¨¢lez.
Da igual. Ese 10,00 ¡ªthe perfect 10 que dicen los americanos¡ª es ya historia de la gimnasia y del deporte. Y como tal hay que honrar ese momento maravilloso que hoy, 18 de julio de 2016, cumple 40 a?os.
La propia Nadia Comaneci, hoy asentada en Estados Unidos y a punto de volver a Montreal para recibir el correspondiente homenaje, lo recuerda as¨ª en una entrevista a la agencia Reuters: ¡°Cuando hice el obligatorio en paralelas pens¨¦ que hab¨ªa hecho un muy buen ejercicio pero no perfecto. Ni siquiera mir¨¦ el marcador porque ya estaba pensando en la barra de equilibrio. Entonces o¨ª un gran estruendo en el estadio, me gir¨¦ hacia el marcador y lo primero que vi fue el 73, que era mi dorsal, y luego el 1,00 debajo. Mir¨¦ a mis compa?eras de equipo y me hicieron un gesto con los hombros de no entender. Todo fue muy r¨¢pido. El hecho de que el marcador no pudiera mostrar el 10 a?adi¨® m¨¢s drama a la situaci¨®n, la hizo m¨¢s grande¡±, dice ri¨¦ndose al otro lado del tel¨¦fono Comaneci, que ya es una mujer de 54 a?os, en un discurso que ha repetido centenares de veces.
La memoria de la espa?ola Eli Cabello, que compiti¨® en aquella cita, es tambi¨¦n especial: ¡°Nosotras hab¨ªamos competido temprano y nos quedamos a ver la competici¨®n¡±, rememora por tel¨¦fono. ¡°Lo recuerdo con mucha emoci¨®n. Nadia era una gimnasta tan diferente, ten¨ªa un toque, algo especial. Llamaba la atenci¨®n por su aspecto ani?ado y porque ten¨ªa una l¨ªnea muy bonita, pero adem¨¢s era espectacular¡±.
No era la primera gimnasta-ni?a, pues Olga Korbut ya hab¨ªa asombrado cuatro a?os antes, en M¨²nich. Pero Nadia fue la primera en ganar de forma abrumadora: en Montreal logr¨® tres oros (absoluto, barra y paralelas), una plata (equipos) y un bronce (suelo) y un saco de dieces: seis en sus dos pruebas favoritas, barra y paralelas, las m¨¢s t¨¦cnicas.Y la primera en trascender su deporte. Ram¨®n Cid, que compiti¨® en triple salto en Montreal y hoy es seleccionador de atletismo, dice que entre los deportistas se corri¨® la voz de la haza?a de la gimnasta y que lo ¨²nico que pens¨® cuando la vio un d¨ªa en el comedor es lo poca cosa que parec¨ªa. "Pero pasa siempre con las gimnastas", se r¨ªe.
Cabello, como el mundo de la gimnasia, no descubri¨® a Comaneci en Montreal. La hab¨ªa visto el a?o anterior en Skien (Noruega), donde la rumana gan¨® los Europeos con solo 13 a?os y puso fin a una era de dominio sovi¨¦tico. ¡°Vi¨¦ndola calentar, su estilo, su forma y su seguridad ya llamaban mucho la atenci¨®n. Eran impresionantes¡±, rememora, ¡°y ten¨ªa una coreograf¨ªa en suelo que sorprend¨ªa mucho¡±. All¨ª Nadia nubl¨® a Turischeva [la gran dama de la gimnasia sovi¨¦tica]. La vi entrar en el vestuario y romper a llorar. Eso me impresion¨®¡±.
A Ram¨®n Garc¨ªa, que era el entrenador de aquel equipo espa?ol, tambi¨¦n le llam¨® la atenci¨®n la peque?a gimnasta rumana en Noruega. ¡°Nadia era absolutamente diferente en todo. En la t¨¦cnica, en la precisi¨®n. Era una m¨¢quina de hacer gimnasia. En todos los aparatos era buen¨ªsima pero en paralelas nadie hac¨ªa lo que ella, ni siquiera las sovi¨¦ticas¡±, asegura. ¡°Yo me quedo con su barra de equilibrios¡±, dice Cabello, ¡°no porque fuera el mejor ejercicio sino por c¨®mo la hac¨ªa. No se le mov¨ªa ni un pelo del flequillo¡±.
Hoy la gimnasia no se parece en nada a aquella de Nadia Comaneci. Los aparatos han mejorado, priman las acr¨®batas imposibles, Rumania no se ha clasificado para los Juegos de R¨ªo y hasta el 10,00 ha desaparecido. Pero siempre le quedar¨¢ ese momento m¨¢gico, vibrante, de Montreal 76.
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