El guerrero mexicano del remo
Juan Carlos Cabrera, teniente de corberta en la Armada, participa en sus primeros Juegos Ol¨ªmpicos
Aquella vez en Chile, con un dolor de mil demonios en la cadera, el remero Juan Carlos Cabrera, una de las grandes bazas de M¨¦xico en los Juegos Ol¨ªmpicos que se celebran este agosto en Brasil, empez¨® a hablar con su lesi¨®n. Se celebraban los clasificatorios para los juegos y a Cabrera, de tez morena y 1,94 de altura, se le hab¨ªa inflamado un nervio. No pod¨ªa ni caminar, as¨ª que le rogaba a su propio cuerpo: ¡°Afl¨®jate un poco que t¨² tambi¨¦n has trabajado por esto¡±.
Cabrera empez¨® a remar en 2009. Antes hab¨ªa practicado f¨²tbol, tenis, boxeo y americano. En el emparrillado era el tipo que repart¨ªa empujones y golpes a sus rivales. Un d¨ªa aquel a?o, mientras corr¨ªa en el parque ecol¨®gico de Cuemanco, en la Ciudad de M¨¦xico, lleg¨® el flechazo cuando vio el canal de remo. Su madre lo agradeci¨®: ¡°le preocupaban los golpes, ella no iba a mis juegos¡±, cuenta el atleta.
Para hacer remo, Juan Carlos Cabrera s¨®lo tuvo que pagar su traje y acostumbrarse a madrugar. ¡°Los entrenadores de remo no aceptan a interesados que est¨¦n de paso, quieren gente dispuesta a competir, porque ellos invierten tiempo s¨®lo en gente que quiera destacar¡±, asegura Juan Carlos, que levanta las cejas a cada rato. Mientras habla, las manos del remero parecen dos manoplas de cuero.
¡°Me frustraba cuando bajaba al comedor con la pierna arrastrada"
A los tres meses de empezar a entrenar, compiti¨® en su primer torneo nacional de remo bajo techo. ¡°Qued¨¦ en segundo lugar, a d¨¦cimas de segundo de superar al seleccionado de M¨¦xico¡±. En ese momento supo que su h¨¢bitat era el agua. En 2012 se hizo con el campeonato mundial de remo bajo techo, cuando recorri¨® 2.000 metros en 5.52 minutos.
Su carrera favorita, dice, fue en los clasificatorios de los Juegos Ol¨ªmpicos de Valparaiso, Chile, que se celebraron en marzo de este a?o. Dos d¨ªas antes de empezar se lesion¨® solo. Tuvo una inflamaci¨®n del nervio psoas, entre la columna y la cadera, y ni siquiera pod¨ªa caminar. ¡°Me frustraba cuando bajaba al comedor con la pierna arrastrada. Para los dem¨¢s era una cierta alegr¨ªa, porque yo no estaba al cien¡±, recuerda y frunce el ce?o. ¡°En ese momento sab¨ªa que Dios no me iba a salvar¡±, dice. Por las noches Juan Carlos hablaba con su lesi¨®n, le ped¨ªa que cediera. Recuerda que despertaba con la esperanza de dar el primer paso sin dolor, asunto que no ocurri¨® hasta el d¨ªa de la carrera. ¡°Amanec¨ª un poco mejor. Llegu¨¦ al canal con molestia, calent¨¦ por m¨¢s tiempo del que acostumbro, pero en cuanto sal¨ª, se me olvid¨® el dolor¡±.
Cabrera subi¨® a su bote. Respir¨® y aguant¨® el sufrimiento. En su mente ten¨ªa una idea firme. ¡°No es lo mismo estar lesionado y triste que lesionado y feliz de intentarlo¡±. Termin¨® primero. Su rostro y sus titubeos buscan alguna respuesta l¨®gica y, de alguna forma, parece que atina: ¡°no s¨¦ c¨®mo gan¨¦¡±.
Tambi¨¦n es un guerrero, as¨ª lo trae tatuado en su espalda, en japon¨¦s, desde los 18 a?os
Fuera del canal de remo, Juan Carlos Cabrera es teniente de corbeta. Tras ganar el campeonato nacional de remo bajo techo en 2014, uno de los capitanes de la Armada mexicana lo invit¨® a formar parte del equipo de remo. ¡°Tengo las responsabilidades militares, pero me dejan entrenar¡±, dice con voz cavernosa.
El mexicano tambi¨¦n es un guerrero. As¨ª lo trae tatuado en su espalda, en japon¨¦s, desde los 18 a?os: bushido. Es, adem¨¢s, un enamorado de la cultura asi¨¢tica. En el gemelo de la pierna derecha trae dibujado un le¨®n, el que le da fuerza para remar.
Este chico de 25 a?os ha puesto pausa a sus estudios de Comunicaci¨®n. Los entrenamientos a las cinco de la ma?ana le imped¨ªan mantenerse despierto durante las clases y mantener un promedio superior a ocho. Al t¨¦rmino de estas, a la una de la tarde, com¨ªa y volv¨ªa a entrenar. Por la noche hac¨ªa la tarea. ¡°A veces me quedaba dormido frente al monitor¡±, recuerda. Su primer sue?o profesional fue ser periodista deportivo, pero le desanim¨® que los profesores le exigieran escribir sobre temas de ¡°sociedad¡±. Ahora est¨¢ interesado en la comunicaci¨®n interna de empresas.
¡°No escribe muy bien, pero era muy comprometido. Desde donde estuviera enviaba su tarea. Jam¨¢s dejaba colgados a sus compa?eros¡±, dice su profesora en la universidad Mar¨ªa Eugenia ?vila. Un d¨ªa, ?vila pidi¨® a Cabrera y otros compa?eros de clase que escenificaran un? reportaje que hab¨ªa escrito sobre centros de rehabilitaci¨®n. ¡°?l actu¨® como un traficante de drogas y como el pap¨¢ de una drogadicta. Fue una de las mejores actuaciones del curso¡±, recuerda la docente.
Kenia Lechuga es su novia. Ella tambi¨¦n competir¨¢ en los Juegos Ol¨ªmpicos en remo. Se conocieron durante los campamentos del equipo mexicano. Tienen 10 meses de novios. Kenia vive en Nuevo Le¨®n, al norte de M¨¦xico. El hecho de compartir las concentraciones los mantiene unidos. ¡°A veces es un poquito competitivo", dice, Cabrera, "porque los dos buscamos nuestro mejor tiempo en Brasil. Competimos uno a uno, s¨®lo en el deporte¡±.
Sus amigos le conocen como Chiquil¨ªn. No tiene un ¨ªdolo en el remo porque quiere ganarles a "todos¡±. En estos Juegos Ol¨ªmpicos quiere ser parte de los 10 mejores remeros del mundo; en este momento es el decimotercero. En ocho a?os quiere ser un referente internacional con medallas. Es un plan que se contrapone a la urgencia de resultados por parte de las instituciones que lo apoyan, como la comisi¨®n del deporte de M¨¦xico. ¡°El deporte es un plato que se cocina a fuego lento. Hay que dejar que tenga su hervor¡±, finaliza.
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