Maradona es Maradona
Cuesta creer que a Diego se le exija que sea una persona cualquiera
Nadie como Maradona para redefinir un concepto tan sencillo como el de Partido por la Paz y catapultarlo a las portadas de medio mundo transformado en un aut¨¦ntico episodio de guerra, en este caso la que mantiene abierta desde hace un tiempo con Juan Sebasti¨¢n Ver¨®n. Su vieja amistad, sellada en el vestuario de la Bombonera y en reservados de los mejores locales de la noche bonaerense cuando ambos defend¨ªan la camiseta de Boca, comenz¨® a resquebrajarse durante la disputa del Mundial de Sud¨¢frica, en 2010, y en julio de este mismo a?o, a la salida de una tensa reuni¨®n en la sede de la AFA, Maradona se ocup¨® de enterrarla para siempre al acusar de alta traici¨®n a Ver¨®n y su padre, a quienes calific¨® como ¡°hijos de Grondona¡±, dif¨ªcil asegurar si a modo de simple constataci¨®n o como insulto m¨¢s o menos tuneado.
Para ser justos con el ¨ªdolo, conviene recordar que Maradona lleva formando parte de la pol¨¦mica desde que era un ni?o y quiz¨¢s por esa raz¨®n no haya sabido o no le hayan ense?ado a vivir de otra manera. Ya en sus inicios, enrolado en aquel equipo de Los Cebollitas donde arranca su leyenda, al peque?o Diego lo inscrib¨ªan en algunos torneos bajo un nombre falso para alejarlo de las miradas caprichosas de los grandes clubes, preocupado Don Francisco Cornejo, uno de sus primeros entrenadores y referentes, por la fama que comenzaba a acumular el apellido Maradona. ¡°Montanya, caliente que va a salir¡±, le ordena un d¨ªa Don Francis tratando de levantar un partido que perd¨ªan por 3-0 frente a los cachorros del todopoderoso Boca Juniors. En pocos minutos, el peque?o zurdo empata el partido y mientras corre celebrando su tercer gol frente al banquillo bostero, uno de sus compa?eros le grita: ¡°?Grande, Diego!¡±. El entrenador rival lo escucha, se levanta como un resorte y, encolerizado, empieza a increpar a Don Francis desde la distancia: ¡°?Cornejo, hijo de puta! ?Me pusiste a Maradona!¡±.
Hijo de un carterista, apadrinado por Guillermo Coppola, adorado y consentido por capos de la Camorra napolitana y punteros de las barras que dominan con pu?o de hierro el f¨²tbol argentino; endiosado desde edad temprana por una cohorte de familiares y amigos que viv¨ªan a su costa, consumidor compulsivo de coca¨ªna y alcohol durante diferentes etapas de su vida, acunado por dictadores y dirigentes pol¨ªticos de dudosa catadura moral, brazo armado del bilardismo, ¨ªdolo de su propia iglesia¡ Con una cierta visi¨®n de conjunto y un poco de empat¨ªa, cuesta creer que a Maradona se le pueda exigir que no sea Maradona, que solo sea una persona cualquiera y desmienta a Calamaro. ¡°Si me muero¡±, dijo en una ocasi¨®n, ¡°quiero volver a nacer y ser futbolista. Y quiero volver a ser Diego Armando Maradona. Soy un jugador que ha dado alegr¨ªa a la gente y con eso me basta y me sobra¡±. No se me ocurre c¨®mo podr¨ªa cualquier aficionado al f¨²tbol desear nada diferente y a veces me pregunto en qu¨¦ tipo de persona me habr¨¦ convertido para no reconocer que, si yo fuera Maradona, como dice la canci¨®n, vivir¨ªa como ¨¦l.
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