Un Tour de Francia 2017 para acabar con el aburrimiento

Christian Prudhomme habla en el gran teatro de la presentaci¨®n del Tour del 17 y habla como un padre que no sabe qu¨¦ hacer con su hijo caprichoso y aburrido. Con el pelot¨®n. Le regala todos los a?os, en cada Tour, los juguetes m¨¢s a la ¨²ltima, las subidas m¨¢s espectaculares, los paisajes m¨¢s hermosos, la posibilidad de aventuras sin fin, y ¨¦l, el hijo, el pelot¨®n, juega un rato, disimula su aburrimiento, y deja al lado todas las golosinas. Se levanta y pide m¨¢s. Para Prudhomme, el hombre que cada a?o, desde hace 10, dibuja los recorridos de la gran carrera del mundo, el Tour de 2016 fue la gota que colm¨® el vaso.

¡°La imaginaci¨®n tiene un l¨ªmite¡±, dice, repitiendo el titular de L¡¯?quipe del d¨ªa, que recuerda que poco pude hacer un organizador buscando subidas in¨¦ditas, descensos que quitan el hipo, recorridos llenos de emboscadas y atractivos secretos, si el pelot¨®n es una m¨¢quina absoluta y bien engrasada que desde?a y arrasa con tedio y seguridad. Recuerda, sin citarlo, Prudhomme al control del Sky exhaustivo que abort¨® cualquier intento de romper su plan para que Chris Froome ganara su Tour: control en la monta?a, ataque en las contrarreloj. ¡°Queremos equipos de ocho corredores¡±, anuncia Prudhomme, que deber¨¢ convencer a los equipos, reacios. ¡°Queremos que el Tour salga del catenaccio, del cerrojo defensivo, que se deje llevar por el instinto, que sea como Peter Sagan loco y fant¨¢stico¡±. En 2016, m¨¢s que fantas¨ªa, hubo excentricidad marginal, Froome bajando como un loco el Peyresourde, Froome corriendo a pie como un loco por las laderas del Ventoux, Sagan, el loco, invent¨¢ndose en Montpellier un abanico con Froome a rueda.

Luego habla Prudhomme del recorrido, en el que los Pirineos, de nuevo, como en 2015 y 2016, se afrontar¨¢n antes que los Alpes, y que combinar¨¢ en la monta?a, como todas sus obras, llegadas en alto (cuatro) con metas tras largo y complicado descenso. El Tour de 2017 saldr¨¢ de Alemania, de D¨¹sseldorf, con una contrarreloj de 13 kil¨®metros, y tras atravesar B¨¦lgica por Lieja y Luxemburgo, entrar¨¢ en Francia por los Vosgos (la quinta etapa, primera llegada en alto en La Planche des Belles Filles, all¨ª donde Froome gan¨® delante de Wiggins su primera etapa en el Tour, en 2012) para lanzarse r¨¢pido al segundo macizo del a?o, el Jura, de donde, tras una segunda llegada en alto, el octavo d¨ªa en la Estaci¨®n des Rousses, saldr¨¢ al d¨ªa siguiente una de las dos etapas etapa que m¨¢s le gusta a Prudhomme de su dise?o, la que lleve de Nantua a Chamb¨¦ry subiendo y bajando tres cols de categor¨ªa especial poco transitados, el in¨¦dito La Biche, el Grand Colombier ya conocido de los ¨²ltimos a?os y el terrible Mont du Chat, que solo se ascendi¨® una vez, en 1974, con victoria a su paso del espa?ol Gonzalo Aja. ¡°Las pendientes m¨¢s duras no estar¨¢n este a?o ni en los Pirineos ni en los Alpes¡±, dice Prudhomme, orgulloso de descubrir nuevos desaf¨ªos en una carrera m¨¢s que centenaria.

En los Pirineos, que se digerir¨¢n la segunda semana, la ¨²nica llegada en alto es la de Peyragudes, la estaci¨®n de esqu¨ª del Peyresourde, que cuenta con un aut¨®dromo elevado que en una de las del ¨²ltimo James Bond, El ma?ana nunca muere, hac¨ªa de aeropuerto de rebeldes afganos mal¨ªsimos. All¨ª gan¨® Valverde en 2012, la ¨²nica vez que una etapa lleg¨®. Al d¨ªa siguiente se llegar¨¢ a Foix tras subir y bajar el Muro de P¨¦gu¨¦re, all¨¢ donde una siembra de clavos hizo pinchar al pelot¨®n, pobre Evans, la ¨²nica vez que se ascendi¨®, en 2012.

En los Alpes, el gran d¨ªa ser¨¢ el de Vars y final en la cima del Izoard, el gigante de 2.360 metros donde los campeones siempre pasan solos y donde nunca en la historia hab¨ªa terminado una etapa. Ser¨¢ el homenaje habitual a las cumbres que han hecho la leyenda, al puerto cercano a Brian?on ascendido por primera vez en 1922 y donde Gino Bartali gan¨® el Tour de 1938 y Louison Bobet el de 1953, con Fausto Coppi de espectador en sus laderas des¨¦rticas. El d¨ªa anterior el espect¨¢culo habr¨ªa estado en el tremendo descenso del Galibier hasta Serre Chevalier despu¨¦s de haber ascendido tambi¨¦n el T¨¦l¨¦graphe. La ¨²ltima contrarreloj, en Marsella, el s¨¢bado antes de ir a Par¨ªs, ser¨¢ de solo 23 kil¨®metros. Con 36 kil¨®metros contra el crono en total, Froome no tendr¨¢ tantos salvavidas como en 2016. Y si finalmente se corre en equipos de ocho, la incertidumbre crecer¨¢. Ni Nairo Quintana, reforzado tras su victoria en la Vuelta, ni Romain Bardet, que concita las esperanzas de los franceses, llegar¨¢n deprimidos y derrotados a su ¨²ltima cita.

Mientras Prudhomme so?aba con un Tour en el que finalmente la tensi¨®n cotidiana por ganar la etapa, y las hermosas aventuras de Sagan, Van Avermaet o Izagirre, no estuviera tan desconectada como en 2016 de la lucha por la general final, pocos protagonistas del pelot¨®n le escuchaban en directo. La mayor¨ªa estaba lejos, en Abu Dabi, donde, convocados por una contraprogramaci¨®n dolorosa, asist¨ªan a la gala de la Uni¨®n Ciclista Internacional, que entregaba sus trofeos al los mejores del a?o: Sagan, siempre, y el equipo Movistar.