El Athletic malgasta su poder ante Osasuna
El equipo rojillo empata en San Mam¨¦s (1-1) con un ejercicio de resistencia al l¨ªmite

Las Term¨®pilas estaban junto a la R¨ªa, al lado de San Mam¨¦s. Al menos eso se deduc¨ªa de las impresiones previas: ¡°Competir como perros ante 50.000 espectadores¡±, dijo Enrique Mart¨ªn, t¨¦cnico de Osasuna, antes de la batalla. Teniendo en cuenta que oficialmente hab¨ªa 303 seguidores de Osasuna y 50.000 rojiblancos, la met¨¢fora ten¨ªa su sentido... , pero era una met¨¢fora. Eran, en realidad, 11 contra 11, del mismo modo que no fueron 300 espartanos los que lucharon contra 100.000 persas. Eran en San Mam¨¦s 11 contra 11, eso si con ambiciones distintas, con intenciones diferenciadas. Mira el Athletic al cielo -ahora que se puede- y el Osasuna a la can¨ªcula del infierno, antes de que el sudor le queme la piel.
El Athletic jugaba sin referencias, como esos art¨ªculos impredecibles de las enciclopedias: sin Aduriz -en el banquillo, requerido despu¨¦s-, le cuesta ver el sol (al f¨²tbol se juega sin gafas). Sin el astro rey, Ra¨²l Garc¨ªa, que vendr¨ªa a ser la crema solar, se queda con menos vitaminas cuando el sol se va, y Be?at, algo as¨ª como la sombrilla que cobija a la familia, est¨¢ sin engrasar tras su ¨²ltima lesi¨®n. Sin referencias, el f¨²tbol se alborota, se confunde, se alterna como interruptores saltarines.
Osasuna jugaba a lo que juega. Amarrarse atr¨¢s para que su lateral Berenguer tenga tranquilidad y distancia para ser quien es, un futbolista intr¨¦pido, capaz de liderar al equipo y darle la profundidad que sus mediocampistas, m¨¢s exigidos, no tienen. Mediante la cultura del esfuerzo y el orden, Osasuna decidi¨® gobernar el partido con el coraz¨®n en la mano mientras el Athletic se palpaba el pecho en busca del coraz¨®n. Dos veces pudo marcar Oriol Riera, tras errores defensivos del Athletic, y a la tercera acert¨® en un saque de esquina. Se adelantaba Osasuna cuando el Athletic se hac¨ªa una ecograf¨ªa para escudri?ar su mal, que b¨¢sicamente consist¨ªa en que los distintos ¨®rganos no combinaban con fluidez. Llegar al ¨¢rea era tan dif¨ªcil como para los persas llegar a la costa.
Y en esto que en una jugada intrascendente, el bal¨®n le cae a Sabin Merino, recorta, quiebra, centra y aparece Ra¨²l Garc¨ªa, m¨¢s solo que un ujier del Congreso un domingo, para rematar a la red. Ah¨ª cambi¨® el chip del partido, ah¨ª vio el Athletic el cielo, y el Osasuna sinti¨® el calor del infierno. Y claro, el calor aprieta, ahoga, asfixia. Y el Athletic arroll¨® a su rival con un rodillo m¨¢s voluntarioso que efectivo, mientras Osasuna iba retrasando sus murallas, cada vez m¨¢s fr¨¢giles, cada vez m¨¢s juntas. Tras una oportunidad clar¨ªsima de De las Cuevas, Osasuna rindi¨® la batalla, pero no el ej¨¦rcito, se fue a sus cuarteles de oto?o. El Athletic apel¨® a Aduriz -inevitable para ganar el partido- y el acoso tuvo detalles ¨¦picos. Y pudo marcar el delantero de cabeza si Nauzet no hubiera estirado su brazo hasta lo impensable, y Mikel Rico, si su golpeo, a placer, a gusto, relamiendo el bal¨®n con la bota, no se hubiera ido alto, y Williams, si su relaci¨®n con el gol no fuera tan tormentosa como la de dos adolescentes afligidos. Y m¨¢s. Y m¨¢s centros. Y m¨¢s remates en un mon¨®logo de 45 minutos al que Osasuna replic¨® con un silencio efectivo. El Athletic se aleja del cielo y Osasuna le da un puntapi¨¦ a una de las baldosas que te llevan al infierno.
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