El Baskonia gana al Brose sin saber por qu¨¦
La reacci¨®n final del equipo de Vitoria doblega al conjunto alem¨¢n en el ¨²ltimo cuarto
Probablemente, en una encuesta a pie de urna ning¨²n miembro del Baskonia sabr¨ªa explicar por qu¨¦ hab¨ªa ganado el partido. Nadie tendr¨ªa un razonamiento deportivo convincente para argumentar que un encuentro tan ca¨®tico al final hubiera encontrado el orden necesario para apuntalar una victoria cuando nadie lo esperaba. Las encuestas, ya se sabe. O quiz¨¢s que el Brose Bamberg le ha cogido gusto a eso de llevar el partido a los extremos y luego despe?arse cual Thelma o Louise, a elegir, acosados por el enemigo. El 81-74 final pareci¨® un anuncio melanc¨®lico de la Loter¨ªa con final feliz, porque el Baskonia, solo fue por delante tres veces, en el primer cuarto, en los minutos de tanteo y solo fue por delante al final, en los minutos de tonteo del equipo alem¨¢n.
Baskonia, 81- Brose, 74
Baskonia: Larkin (15), Voigtmann (20), Hanga (16), Beaubois (20), Diop (2) ¡ªcinco inicial¡ª, Bargnani (3), Blazic (-), Tillie (5), Budinger (-) y Luz (-).
Brose Bamberg: Causeur (4), Melli (12), Zisis (5), Maodo Lo (15), Radosevic (2) ¡ªcinco inicial¡ª, Staiger (-), Theis (5), Strelnieks (11), Miller (16) y Heckmann (4).
Parciales: 16-23; 16-24; 23-16; y 26-11.
?rbitros: Radovic (Croacia), Javor (Eslovenia) y Halliko (Estonia). Eliminado Strelnieks.
Fernando Buesa Arena. 9.437 espectadores.
Pero cuenta el final. Y ahogado en ese final se qued¨® el partidazo de Lo, recuperador, asistente, anotador, o a ratos de Melli, capaz de lo mejor y de lo peor, y el acierto de Miller, siempre con el salvavidas anudado a la mu?eca para salvar a su equipo y condenar al rival. Era el Brose un equipo, otra vez un equipo coral frente a los solistas del Baskonia. Sito Alonso, el manager del Baskonia, sabe que Bargnani no esta para grandes batallas, si acaso para escaramuzas, y por eso opt¨® por Diop y por Voigtmann, m¨¢s f¨ªsicos, m¨¢s voluptuosos, para que el italiano jugase sin desgaste. Pero a¨²n est¨¢ desgastado per se y su defensa tiene manos de mantequilla.
Gan¨® el partido el Brose casi siempre, 16-23 en el primer cuarto, 32-47 en el segundo, cuando comenz¨® a establecer diferencias de 15 puntos que se antojaban definitivas. Y los mantuvo el tercero, hasta que surgi¨® Hanga y en su voracidad arrastr¨® a Voigtmann, y anim¨® a Larkin. Tiene Hanga un poder de inducci¨®n que calienta cualquier cazuela. Cuando el h¨²ngaro cree en s¨ª mismo, el Baskonia cree en s¨ª mismo. Y as¨ª llegaron al tercer cuarto con ocho puntos de desventaja, una minucia despu¨¦s de lo padecido (55-63).
Voigtmann afil¨® el colmillo, Beauvois, intermitente puso las luces cortas, Larkin las largas, mientras el Brose se sum¨ªa en la melancol¨ªa como a quien una tormenta le pilla en marga corta. Es su sino: sabe dominar, o sufrir. Y entre Voigtmann y Larkin le fueron comiendo las u?as, primero, los dedos despu¨¦s, y luego alcanzaron los codos. Y eso que una antideportiva de Larkin estuvo a punto de enfangar su estanque dorado. Ni as¨ª resurgi¨® el conjunto alem¨¢n. Despu¨¦s de much¨ªsimos minutos el Baskonia se puso 75-74 cuando el partido boqueaba. Ni recordaban cu¨¢ndo hab¨ªan vivido una situaci¨®n igual. Y se lo llevaron sin saber c¨®mo, ni por qu¨¦. Con la misma confusi¨®n que ten¨ªa el Brose para saber por qu¨¦ hab¨ªa perdido. Misterios del juego.
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