Carlsen gana sin convencer, en 6,5 horas
El campe¨®n no brilla, pero empata el marcador a falta de dos partidas por errores de Kariakin

Magnus Carlsen gan¨® por fin a Sergu¨¦i Kariakin en el Mundial de Nueva York. Lo hizo por tes¨®n, oficio y resistencia f¨ªsica durante 6,5 horas; y sobre todo por los errores del ruso. El marcador queda igualado (5-5) tras 10 partidas de las 12 previstas, pero la situaci¨®n psicol¨®gica ha cambiado mucho. El aspirante tendr¨¢ el s¨¢bado las piezas blancas. Si el duelo termina 6-6 el lunes, habr¨¢ un desempate r¨¢pido el mi¨¦rcoles.

Nadie entend¨ªa lo que estaba haciendo Carlsen. Ni la h¨²ngara Judit Polgar, comentarista principal en directo y ¨²nica mujer en la historia entre los diez mejores del mundo. Ni el ruso Ian Nepomniachi, 12? del escalaf¨®n actual, ni los dem¨¢s grandes maestros que segu¨ªan la partida en el Fulton Market Building, abarrotado de aficionados a pesar de que era el d¨ªa de Acci¨®n de Gracias, una festividad a¨²n m¨¢s importante que la Navidad en EEUU. Era el mundo al rev¨¦s: el noruego invitaba al ruso a forzar el empate con su jugada 19, a pesar de que dispon¨ªa de una alternativa que manten¨ªa la tensi¨®n y auguraba una larga lucha; y Kariakin, al igual que la v¨ªspera, rechaz¨® esa continuaci¨®n y eligi¨® otra, como si jugase a ganar, a pesar de que el empate le era favorable.
Luego, en la conferencia de prensa tras el desenlace, se aclar¨® todo: ninguno de los dos hab¨ªa calculado bien esa continuaci¨®n de tablas, lo que en buena l¨®gica debe atribuirse a la gran tensi¨®n del momento, porque la variante no era tan dif¨ªcil de ver para los finalistas del Mundial. Pero los periodistas, espectadores y grandes maestros supon¨ªan lo contrario, y de ah¨ª el asombro.
Para abonar la confusi¨®n general, el campe¨®n ya hab¨ªa mostrado antes varios indicios de que algo iba mal en su cabeza: tard¨® 27 minutos en hacer una jugada, la 13, que normalmente no le llevar¨ªa m¨¢s de dos o tres. Y el aspirante se contagi¨® de esa inseguridad, quiz¨¢ porque empezaba a sentir que la perspectiva de ser campe¨®n del mundo es ahora muy real, y no un sue?o: invirti¨® 33 minutos en otra jugada muy normal.

Tras esa omisi¨®n de ambos, y otra imprecisi¨®n posterior del ruso, la posici¨®n resultante era ligeramente favorable para Carlsen, aunque con pron¨®stico de claro empate salvo error grave del aspirante. El noruego mare¨® la perdiz hasta que se cumplieron cinco horas y media de lucha, pero su ventaja segu¨ªa siendo m¨ªnima.
Entonces intent¨® aprovechar que Kariakin se hab¨ªa apurado un poco de tiempo, en porf¨ªa del improbable error del ruso, quiz¨¢ el mejor defensor del mundo. Entonces s¨ª, Carlsen maniobr¨® con virtuosismo t¨¦cnico para provocar una de esas situaciones donde la defensa correcta es dif¨ªcil de encontrar porque casi todas las posibles estropean la posici¨®n.

Kariakin se enred¨®, seg¨²n explic¨® ¨¦l mismo despu¨¦s, no se apercibi¨® de que una de las maniobras de Carlsen escond¨ªa una amenaza grave, y por tanto no encendi¨® sus alarmas mentales para encontrar un recurso oculto, pero real, que muy probablemente le hubiera salvado. Incluso despu¨¦s, cuando ya llevaban m¨¢s de seis horas luchando, el aspirante tuvo otra oportunidad, pero sus neuronas ya no funcionaban con la energ¨ªa necesaria. El triunfo del noruego fue recibido con grandes gritos de alegr¨ªa por buena parte del p¨²blico.
Plet¨®rico, Carlsen atendi¨® por fin a la prensa noruega tras dos d¨ªas sin hacerlo (nadie sabe por qu¨¦), antes de comparecer ante el resto de periodistas y los espectadores, que segu¨ªan llenando la sala en lugar de cenar con sus familias y amigos, como la inmensa mayor¨ªa de los 325 millones de estadounidenses. ¡°Siento un gran alivio. No estoy acostumbrado a jugar nueve partidas sin ganar ninguna. Me sent¨ªa en una situaci¨®n casi desesperada. En s¨®lo unos minutos no me ha dado tiempo a calibrar lo que supone esta victoria para mi estado de ¨¢nimo, pero conf¨ªo en que sea una gran inyecci¨®n¡±.
Kariakin, casi tan aplaudido como Carlsen cuando apareci¨® ante los micr¨®fonos, estuvo tan correcto y sobrio como el d¨ªa que gan¨®: ¡°?l ha jugado bien, y yo le he ayudado con varios errores, que espero sean los ¨²ltimos. Si los d¨ªas anteriores no quise lanzar las campanas al vuelo, ahora no voy a tirar la toalla¡±.
El ruso ha mostrado hasta hoy una estabilidad psicol¨®gica bastante mayor que la del noruego. Pero una victoria tan ag¨®nica puede ser mucho m¨¢s eficaz que el mejor psic¨®logo deportivo del mundo. Tanto, que quiz¨¢ Carlsen juegue por fin a su m¨¢ximo nivel en las dos ¨²ltimas partidas. Es ahora Kariakin quien debe ser capaz de mirar las cosas con perspectiva alta: si antes del primer asalto le dicen que va a llegar al und¨¦cimo con el marcador igualado, hubiera brindado por ello con el mejor vodka. Esa idea puede serle muy ¨²til para rumiar una derrota maratoniana.
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