Cr¨®nica de una muerte anunciada
El Barcelona afronta el Cl¨¢sico con cierta sensaci¨®n de angustia y dolor de cabeza
Uno sabe que se ha convertido en un adulto con todas las de la ley cuando empieza a hacer cosas que, sencillamente, no le apetecen: madrugar, ponerse corbata, asistir a bodas de parientes lejanos, marcar la casilla de la iglesia en la declaraci¨®n de la renta¡ Claro que de ni?os tambi¨¦n nos hemos visto en id¨¦ntica tesitura en m¨¢s de una ocasi¨®n pero siempre bajo alg¨²n tipo de amenaza latente, lo mismo una hostia de tu padre que la posibilidad, m¨¢s o menos deslizada, de que tu colecci¨®n de c¨®mics terminar¨ªa por rellenar la urna con las cenizas del abuelo si no te com¨ªas las lentejas.
El primer enfrentamiento liguero entre Bar?a y Real Madrid de la temporada no llega en el mejor momento para el aficionado azulgrana; sencillamente no nos viene bien, no nos apetece. Tras un pu?ado de a?os felices que hoy parecen un sue?o, desbordantes de confianza y con la moral por las nubes para combatir al ancestral enemigo, otra vez afrontamos el choque con cierta sensaci¨®n de angustia, dolor de cabeza y un sedimento de estribo de cobre en el paladar que nos emparenta con el difunto Santiago Nasar. La ¨²nica diferencia reside en la plena consciencia de que nos van a matar, sin posibilidad de escapatoria ni necesidad alguna de despertar salpicados por cagadas de p¨¢jaros para adivinar nuestra triste ventura.
Si uno naci¨® con la democracia o incluso antes, digamos que en el pleistoceno, los s¨ªntomas le resultar¨¢n tan familiares como esos olores de infancia que nos envuelven cuando la abuela cocina empanada de manzanas o tu t¨ªo llega borracho a casa, tras otra noche de infructuosa marea y melancol¨ªa marinera. Nos criamos en presencia de ese temor indomable, nos acostumbramos a su amenazante presencia del mismo modo que otros aprendieron a convivir con la sinusitis, un ojo vago o cierta cojera en la pierna derecha. Todav¨ªa recuerdo aquella vez que, en clase de catecismo, a mi amigo Miguel le preguntaron por el segundo mandamiento de la ley de dios y ¨¦l respondi¨® lo que todos pens¨¢bamos pero ninguno se atrev¨ªa a decir: que el Madrid siempre es el Madrid.
Seguramente habr¨¢ quien no est¨¦ de acuerdo con semejante diagn¨®stico. Al fin y al cabo, si algo sobra en este pa¨ªs son m¨¦dicos sin titulaci¨®n y optimistas desatados, pero la cruda actualidad aconseja afrontar el partido desde un perfil bajo y sin grandes expectativas. Tras el desafortunado empate frente al M¨¢laga y los esperpentos vividos en San Sebasti¨¢n y Alicante, lo m¨¢s sensato parece ponerse en lo peor y esperar a que el destino nos depare una agradable sorpresa, como cuando un dolor en el brazo te hace pensar en un m¨¢s que probable infarto de miocardio y luego caes en la cuenta de que llevas varios d¨ªas abusando de la c¨¢lida hospitalidad de YouPorn.
Sea como fuere, debemos afrontar este trance como adultos, como personas ¨ªntegras y bien formadas, sin necesidad de fuertes aspavientos ni grandes dramas. Una victoria nos devolver¨ªa la fe perdida mientras que una derrota nos devolver¨ªa al pasado, a un tiempo que cre¨ªamos olvidado y en el que tras cada gol de Hugo S¨¢nchez nos dej¨¢bamos caer en la cama y nos confes¨¢bamos abiertamente con la almohada: ¡°Otra vez me mataron, ni?a Wene¡±.
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