Excelentes
La ¨²nica nota negativa del Madrid es que por fin parece que se juega a algo. Eso es peligros¨ªsimo en un equipo acostumbrado a zanjar p¨²blicamente sus victorias con apelaciones desde el exterior a la flor, la pegada o los ¨¢rbitros. De repente, a la vuelta de Navidad el Madrid ha encontrado algo parecido a un estilo. El estilo, como se sabe, es peligros¨ªsimo en la escritura y en la vida. Y en el f¨²tbol levanta sospecha no tenerlo; equivale a no tener un plan.
De entre los grandes culebrones madridistas desde la era industrial, mi preferido es la b¨²squeda de la excelencia y todos esos entrenadores que en su primera entrevista dicen que el Bernab¨¦u no se conforma con cualquier cosa (otro d¨ªa desmontamos ese mito). Ese camino err¨¢tico, hecho para la galer¨ªa, como una forma de justificarse a s¨ª mismo ante el mundo, es la manera que tiene el Madrid de asearse socialmente; en realidad de la excelencia ¡ªyo creo que la palabra la invent¨® directamente Florentino¡ª lo que importa es el camino y si puede ser incluso el fracaso: mientras tanto se van ganando t¨ªtulos con alguna de las enfermedades endosadas por el antimadridismo, tales como el mal juego o la pachorra. Nunca entendieron el Madrid, nunca sabr¨¢n que el secreto no es la posesi¨®n, los millones o la historia por hacer: es la inercia. Con Ronaldo y Zidane o con Emerson y Diarra; se gana y luego se llenan las p¨¢ginas y los minutos de tele pregunt¨¢ndose por qu¨¦. Hay incluso suicidios.
?Qu¨¦ ocurre ahora? Que tras una ¨¦poca muy feliz con Zidane en la que ¨¦l no era entrenador de f¨²tbol con la misma intensidad po¨¦tica con la que Bale no era futbolista y Secretario s¨ª, y el Madrid jugaba de pena y arrastr¨¢ndose, Champions mediante, colgado de la cabeza milagrosa de Ramos, llega el tiempo en el que de repente todo funciona hasta el punto de que el equipo llega a jugar bien. Pasa una vez cada quince a?os: el Madrid despierta la pasi¨®n enterrada de sus cr¨ªticos y se generaliza, con v¨ªa de urgencia, un aviso familiar: hay que medirlos con los grandes. No s¨¦ qu¨¦ m¨¢s tiene que hacer el Sevilla.
La presi¨®n adelantada, la resurrecci¨®n agitada de James e Isco, el momentito de Modric, que si a estas alturas tiene hijos le salen m¨¢s viejos que ¨¦l y la figura de Casemiro, que es un futbolista venerable porque nos recuerda que el Madrid necesita ¨¢rboles que den sombra en el lugar en el que siempre son las tres de la madrugada: el coraz¨®n de un hombre. Tanta buena noticia me descorazona. Sin caos no hay felicidad completa; se necesita una derrota r¨¢pida y abultada para poner un poco de orden.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.