Alav¨¦s y Legan¨¦s empatan en un partido trabado con m¨¢s sudor que estilo
Mendizorroza asiste a un duelo sin f¨²tbol con cuatro goles en el que ning¨²n equipo mereci¨® m¨¢s
Alav¨¦s y Legan¨¦s se jugaron el partido a la ruleta y la pelota dio tantas vueltas que acab¨® por castigar a los dos equipos aunque al Legan¨¦s el empate le dej¨® buen sabor de boca y al Alav¨¦s, la miel en los labios. Hubo poco f¨²tbol y muchos goles, cuatro son demasiados para los merecimientos exhibidos, para las apuestas volcadas en esa ruleta donde abundaban las faltas, las trabas, los choques, los encontronazos y escaseaba el f¨²tbol, la sutileza, la combinaci¨®n y el talento. Tanto fue as¨ª que el partido lo inaugur¨® un central, Laguardia, y lo clausur¨® otro, Insua. Ambos marcaros tras sendos c¨®rners. De una forma accidental el del Alav¨¦s, pues el tiro de Llorente fue una errata que, al pillar saliendo a la defensa, dej¨® solo a Laguardia para que batiese al desamparado Herrer¨ªn. De una forma m¨¢s elaborada el del Legan¨¦s, porque Insua cabece¨® a solas una buena peinada de Bustinza.
El partido se embarull¨® desde el principio: demasiada gaseosa y poco champagne (solo el portero suplente del Legan¨¦s le hac¨ªa honor desde el banquillo). A los dos les cuesta ganar. Al Alav¨¦s, sobre todo en su territorio, donde solo lo ha conseguido en dos ocasiones. Al Legan¨¦s, en cualquier territorio, porque acumula siete jornadas sin vencer, aunque resiste con dignidad a base de empates. O sea, que el fr¨ªo de Vitoria no iba a encontrar m¨¢s calefacci¨®n en Mendizorroza que la que proporciona el sudor derramado. A Theo Hern¨¢ndez lo fren¨® mejor el ¨¢rbitro, Munuera Montero, que V¨ªctor D¨ªaz, su polic¨ªa municipal particular. A los diez minutos, en su primera incursi¨®n por la banda lo amonest¨® por simular una falta que s¨ª hab¨ªa existido. Ni Theo ni el ¨¢rbitro volvieron a ser ellos mismos. El primero se retrajo a su parcela defensiva, el segundo comenz¨® a titubear en cada una de sus decisiones. Se notaron ambas cosas. El partido exig¨ªa un ¨¢rbitro con arrojo y decidido y Munuera no lo fue, y el Alav¨¦s reclamaba las galopadas del lateral franc¨¦s para desatascar las tuber¨ªas del centro del campo. Como ni lo uno ni lo otro sucedi¨®, las faltas fueron m¨¢s importantes que los pases, el poder¨ªo de Manu Garc¨ªa se hizo m¨¢s protagonista que el tacto de Llorente, del que sus compa?eros prescindieron sobrevolando su espacio con un juego a¨¦reo, directo.
Al Legan¨¦s le sucedi¨® lo mismo. Gabriel, su cabeza pensante iba y ven¨ªa, al tran tran, sin saber a donde iba ni de donde ven¨ªa. Y sus delanteros eran almas en pena que vagaban por el ¨¢rea desatendidos, olvidados. Tuvo que ser un centro largu¨ªsimo el que propiciara el primer empate del Legan¨¦s. Una jugada de principio del siglo pasado: bal¨®n largo, cabeceo hacia atr¨¢s y Mach¨ªs que asiste a Guerrero para que marque. Cuatro toques y un despiste alavesista con los centrales descolocados.
Fue Ibai G¨®mez quien encendi¨® la ¨²nica luz del partido. Sabido es que el golpeo del delantero vizca¨ªno es soberbio, seco, imponente. Tras un gol salvado en la raya por el Legan¨¦s, Ibai lanz¨® un centro envenenado con la zurda desde la derecha que era canela en rama. Y con la punta de la rama lo roz¨® Edgar para batir a Herrer¨ªn. Un instante de inspiraci¨®n, de talento, en un partido dominado por la fuerza bruta. Se sinti¨® ganador el Alav¨¦s, acostumbrado a jugar en el alambre, a no caer preso de sus propios nervios, a defender cada minuto como si fuera un segundo. Pero el Legan¨¦s movi¨® sus fichas. Unai L¨®pez le dio dinamismo y Luciano profundidad, se alarg¨® en el campo Adri¨¢n Mar¨ªn y lleg¨® el empate cuando el Alav¨¦s se relam¨ªa. Sucede que en esos casos, la autoestima de quien empata crece tanto como la depresi¨®n del que es empatado. Y por eso a¨²n lleg¨® el Legan¨¦s con m¨¢s peligro en esos minutos finales que en todo el partido. En el f¨²tbol la justicia es siempre subjetiva, o sea, injusta por naturaleza. Quiz¨¢s nadie debi¨® ganar y por eso no gan¨® nadie. Lo que est¨¢ claro es que cuatro goles fueron muchos goles para un partido tan escaso.
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