El incomprendido Mart¨ª Filos¨ªa
El delantero del Barcelona siempre era pitado cada vez que jugaba en el Camp Nou
Mart¨ª Filos¨ªa naci¨® en Palafrugell y all¨ª se hizo futbolista: ¡°Ya me pitaban entonces¡±, me dice con humor sombr¨ªo. Le pitaban los suyos, como pas¨® siempre. Lo achaca a su manera de correr: ¡°Corr¨ªa mal, trotaba casi sobre los talones, a la gente se le hac¨ªa raro¡±.
Pero jugaba bien, as¨ª que el Bar?a le fich¨®. Primero le fogue¨® en el Condal, que hac¨ªa las veces de lo que hoy es el Bar?a B. Ah¨ª se reuni¨® con Rexach, Llu¨ªs Pujol, Borr¨¢s y un nueve llamado Feli¨², muy bueno, hermano de Nuria Feli¨². All¨ª disfrut¨®: ¡°Jug¨¢bamos en el Camp Nou, despu¨¦s del Bar?a, casi sin p¨²blico. Antes com¨ªamos juntos y pas¨¢bamos un rato en casa de Feli¨², tocando la guitarra, cantando. No se hac¨ªa la hora de ir al campo. ?bamos felices, a disfrutar¡±.
Subi¨® al Bar?a, en la 66-67. Le avalaban 28 partidos y 16 goles en el Condal. Era una promesa para el ataque. Pero el entrenador era Roque Olsen, un tipo serio y severo, que quer¨ªa sobre todo sacrificio, lucha, sufrir. Y eso no le iba. Hablando con Mart¨ª Filos¨ªa, record¨¦ lo que me dijo a?os atr¨¢s Rexach: ¡°Eso de que para jugar al f¨²tbol hay que sufrir no lo entiendo. ?A que lo que t¨² haces sufriendo te sale mal?¡±.
Balmanya, secretario t¨¦cnico, sol¨ªa acercarse al final de las comidas de concentraci¨®n a la mesa de ambos. ¡°Nos dec¨ªa: quedaros, que tenemos que hablar. Y al camarero le ped¨ªa dos whiskies, ¡®para estos dos, que tienen poca sangre y les hace falta¡¯. Y de paso se ped¨ªa un chinch¨®n. Pens¨¢bamos que en realidad lo que quer¨ªa era excusa y compa?¨ªa para tomarse su chinch¨®n¡±.
Jugaba poco, y si jugaba, hab¨ªa bronca. El p¨²blico no se hac¨ªa a ese delantero extraordinariamente alto (1,86) de trotar raro y f¨ªsico envarado. El estir¨®n en la adolescencia le dej¨® para siempre unas lumbares mal encajadas y jugaba con una faja ortop¨¦dica apretad¨ªsima, lo que daba a su correr un aire altivo. Y no gastaba una carrera de m¨¢s, no iba a por una pelota que no viera clara. Pero ten¨ªa clase y visi¨®n. Y tambi¨¦n sus partidarios, pero eran clamorosa y maltratada minor¨ªa.
Jugaba poco, y si jugaba, hab¨ªa bronca. El p¨²blico no se hac¨ªa a ese delantero alto de trotar raro y f¨ªsico envarado
La gente prefer¨ªa a Zald¨²a, un navarro impetuoso con facilidad de gol. Lo m¨¢s opuesto a Mart¨ª Filos¨ªa. Cada bal¨®n a este era una pita, y cien discusiones en la grada, donde sus defensores eran abrumados por mayor¨ªa de vecinos. Para remate, un d¨ªa, harto, hizo una butifarra: ¡°Ah¨ª me equivoqu¨¦, lo tengo que reconocer. No pod¨ªa m¨¢s¡±.
Pidi¨® salir, pero Balmanya le dio una explicaci¨®n demoledora: ¡°Como no cuestas mucho al club, mejor tenerte aqu¨ª que dejarte ir por ah¨ª y lo mismo quedamos mal¡±.
A Olsen le sucedi¨® Artigas, de entrenamientos tan duros que se gan¨® el apodo de M¨ªster K.O. Intent¨® confiar en Mart¨ª Filos¨ªa, pero el p¨²blico se le volv¨ªa en contra. La alternativa era Mendoza, el angole?o que ven¨ªa del Atl¨¦tico, de fant¨¢stica t¨¦cnica, pero que se mov¨ªa a¨²n menos, entrado en a?os, como estaba. Luego, Seguer. Y tampoco.
Su suerte pareci¨® cambiar cuando apareci¨® Vic Buckingham, un ingl¨¦s que entre otros m¨¦ritos ten¨ªa el de haber hecho debutar a Cruyff con 14 a?os en el Ajax. A Buckingham le fascin¨® Mart¨ª Filos¨ªa: ¡°Usted en Inglaterra ser¨ªa internacional¡±. Le coloc¨® en punta, contra su tendencia a retrasarse para iniciar la jugada. Era el referente, el hombre diana, para devolver paredes o bajar pelotazos de cabeza. No era lo que m¨¢s le gustaba, pero accedi¨®. Adem¨¢s, tiraba los penaltis, porque ese era un golpe para el que ten¨ªa mucha seguridad. En una final del Mohammed V, en Casablanca, le hab¨ªa marcado cuatro seguidos en la tanda a Maier, lo que le dio el trofeo al Bar?a.
Fall¨® un penalti clave en Valencia que le cost¨® la Liga de 1960 al Bar?a
Pero los m¨¢s le repudiaban. Sus partidarios pod¨ªan hasta tener problemas si le defend¨ªan. Por aquel tiempo, el barcelonismo estaba tan dividido que hasta hab¨ªa dos revistas, Bar?a y RB, con apuestas contrarias en casi todo. RB defend¨ªa a Mart¨ª Filos¨ªa, le comparaba con Tony Musante, el actor de An¨®nimo Veneciano. Defenderle le cost¨® difusi¨®n.
¡ªAhora lo recuerdo con humor, pero, la verdad, era duro. Cuando la megafon¨ªa daba la alineaci¨®n, el p¨²blico aclamaba cada nombre: Sadurn¨ª ?bieeeen! Rif¨¦ ?bieeeen! Gallego ?bieeen! As¨ª con todos hasta llegar al ocho, Juan Carlos, por ejemplo. A ese ya no le jaleaban, porque guardaban aire para m¨ª. Y cuando dec¨ªan mi nombre, la pita era descomunal.
Pero Buckingham aguant¨®. Aquella fue la temporada en la que el Bar?a m¨¢s cerca estuvo de la Liga desde 1960, la del empate en el Manzanares mientras el Valencia sal¨ªa campe¨®n perdiendo en Sarri¨¢. Mart¨ª Filos¨ªa marc¨® el gol del Bar?a en el Manzanares. Pero lo que qued¨® para el recuerdo es que ¨¦l, tan seguro en los penaltis, hab¨ªa fallado el que tir¨® en Mestalla. Se lo par¨® Abelardo y el Bar?a perdi¨® el partido. A la larga, un empate all¨ª le hubiera dado el t¨ªtulo.
¡ª?A¨²n hace poco me lo record¨® uno en Barcelona! Parado en un sem¨¢foro, el del coche de al lado baj¨® la ventanilla y me hizo una se?al. Yo baj¨¦ la ventanilla y me dijo: ?T¨² no ser¨¢s Mart¨ª Filos¨ªa, el que fall¨® aquel penalti en Valencia¡?
Se fue Buckingham y lleg¨® Michels, que mont¨® la delantera sin ¨¦l. Sin embargo era fijo un extremo r¨²stico y muy trabajador que se llamaba P¨¦rez. En la 73-74, cuando se abri¨® la importaci¨®n el Bar?a fich¨® a Cruyff y Sotil, nada menos, as¨ª que ni pensar en jugar.
En la 75-76, ya con 30 a?os, se fue al Sant Andreu, esperando recuperar la alegr¨ªa por el f¨²tbol. Sus diez a?os en el Bar?a hab¨ªan sido un tormento. Pero en el Sant Andreu se encontr¨® con Fernando Daucik, ya muy mayor y lleno de tics extravagantes. Uno de ellos era que en los viajes paraba el autob¨²s a cuatro manzanas del hotel, y les hac¨ªa ir, con la maleta y en cuclillas, hasta el hotel. ¡°Para desentumecer, nos dec¨ªa. La gente se nos quedaba mirando como si fuera una broma de la televisi¨®n¡±.
Dur¨® dos a?os, colg¨® las botas y se dedic¨® a un negocio de anticuario en Palafrugell, que cerr¨® no hace mucho. No guarda ning¨²n mal sabor de todo aquello: ¡°La tomaron conmigo, pero lo entiendo. ?Con esa forma de correr que yo ten¨ªa¡! Alguien ten¨ªa que pagar el pato ante la gente¡¡±. Yo siempre pens¨¦ que ni el nombre le ayudaba: Mart¨ª Filosof¨ªa le dec¨ªa la gente, por su aire pensativo. En Madrid todo aquello se ve¨ªa como una de tantas cosas inexplicables que le pasaban al Bar?a en ese tiempo.
Ahora ve f¨²tbol, pero s¨®lo si juega alguno de los que le hacen disfrutar: Messi, Modric y¡ Benzema: ¡°Por ejemplo, estoy viendo el Madrid y si quitan a Benzema apago la tele, porque ya no me interesa¡±.
Me pregunto qu¨¦ pensar¨ªa el s¨¢bado cuando quitaron a Benzema y se fue entre divisi¨®n de opiniones.
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