Lillo y Ranieri se reencuentran 19 a?os despu¨¦s
El t¨¦cnico del Sevilla, que sustituye al sancionado Sampaoli como m¨¢ximo responsable de la caseta, ya derrot¨® al italiano en 1998, en un Tenerife-Valencia que decidi¨® la permanencia
Juanma Lillo, uno de los docentes m¨¢s brillantes que ha dado el f¨²tbol, dice que la ense?anza no existe. Incluso lleg¨® a escribir sobre la may¨¦utica socr¨¢tica aplicada a los entrenamientos: ¡°S¨®crates siempre dec¨ªa que solo se aprende lo que se sabe. A todos esos listos que dicen que ense?an, que en el f¨²tbol hay muchos, yo les digo: ¡®?Ah s¨ª? ?T¨² le ense?aste a ese, a ese y a ese...? Oye, perdona un momento: ?y a ese, a ese, y a ese otro¡? ?Por qu¨¦ no les ense?aste, si coincidieron contigo?¡¯. Y te dicen: ¡®?No! ?Pero es que esos son unos burros!¡¯. ¡®Ahh¡.! ?O sea que lo importante es el educando no el educador?¡¯. ¡®Yo puedo ser la matrona¡¯, dec¨ªa S¨®crates. ¡®Pero la que da a luz es la parturienta¡¯. Lo mismo pasa con los entrenadores y los jugadores: nosotros somos las matronas, pero son ellos quienes dan a luz¡±.
Steven N¡¯Zonzi, uno de los futbolistas a los que Lillo no se propuso ense?ar nada y que m¨¢s ha mejorado esta temporada, cre¨ªa, como la mayor¨ªa de sus compa?eros, que el vasco socarr¨®n de pelo ensortijado que se sienta en el fondo del banquillo del Sevilla siempre fue el ayudante de Jorge Sampaoli. En el vestuario lo com¨²n es especular con que Lillo acompa?¨® a su jefe al ¨¢rbol m¨ªstico al que se subi¨® cuando lo expulsaron de un partido de barrio, en su borroso periplo formativo de Casilda, cuando todav¨ªa no se tatuaba calaveras. Los que saben la verdad son pocos: el ayudante de campo nunca estuvo en Casilda. Entren¨® en la Liga espa?ola dos d¨¦cadas antes que el entrenador principal.
A sus 51 a?os, Lillo es un hist¨®rico. Como buen longevo del oficio, repite ciclos. La sanci¨®n de Sampaoli en Champions le sacar¨¢ de la sombra en la que vive para situarle bajo los focos como responsable m¨¢ximo de la caseta del S¨¢nchez Pizju¨¢n. All¨ª se cruzar¨¢ con su hom¨®logo en el Leicester, Claudio Ranieri, casi 20 a?os despu¨¦s de la ¨²ltima vez. Ocurri¨® el 15 de mayo de 1998 en el estadio Heliodoro Rodr¨ªguez de Tenerife. Gan¨® Lillo.
El entrenador de Tolosa recuerda el partido como si fuese ayer. El Valencia de Ranieri se jugaba el acceso a puestos de la Copa de la UEFA; el Tenerife se jugaba la permanencia en Primera. Ilie, La Cobra, marc¨® el primero (0-1); Felipe empat¨® (1-1); Fernando volvi¨® a adelantar a los visitantes (1-2); Domingos empat¨® (2-2); y en el minuto 81 Jokanovic meti¨® el gol definitivo (3-2) en pleno jolgorio multitudinario. Fue el ¨²ltimo gol que encaj¨® Zubizarreta en Primera.
El Heliodoro gritaba: ¡°?Liiillloooo...!¡±. Pero fiel a su discreto fundamentalismo, Lillo ignor¨® la celebraci¨®n para sumergirse en el vestuario. Pens¨® que no quer¨ªa robarle a los futbolistas ni una parte del protagonismo. El m¨¦rito de la permanencia, se dijo, en el ¨²ltimo instante de la temporada, les correspond¨ªa solo a ellos.
Once jornadas
Lillo lleg¨® a Tenerife cuando faltaban 11 jornadas. Sustituy¨® a Arthur Jorge y a V¨ªctor Fern¨¢ndez. En su debut en el banquillo derrot¨® al Madrid (4-3). Cuando acab¨® la competici¨®n hab¨ªa sumado 25 puntos en el ¨²ltimo tercio de la campa?a. Los socios le aclamaron con la calculadora en la mano y Felipe Mi?ambres baj¨® al vestuario a arrastrarlo para que participara de la alegr¨ªa isle?a.
En el bando valencianista reinaba el luto. Si el momento fue desagradable para alguien, fue para Ranieri, que hab¨ªa incumplido sus objetivos. Pero el t¨¦cnico italiano busc¨® a su hom¨®logo con el gesto impasible de tribuno en un saqueo. Lillo no olvidar¨¢ la gentileza ni las palabras que le dedic¨® el hombre que m¨¢s tarde ganar¨ªa la Premier: ¡°Juanma, te felicito. Hay que ver lo que has hecho en estas 11 jornadas. ?Incre¨ªble!¡±.
Hoy Claudio Ranieri vuelve a casa de Lillo. El anfitri¨®n aguarda emocionado como una matrona.
El hombre que decidi¨® no festejar el gol de sus jugadores
Alg¨²n hincha del Sevilla le reproch¨® a Juanma Lillo el comedimiento con que qued¨® sentado mientras todo el banquillo celebraba el gol de Jovetic al Madrid, hace un mes. No sab¨ªan que el ayudante de Sampaoli en el S¨¢nchez Pizju¨¢n nunca en su carrera de 30 a?os como t¨¦cnico festej¨® un gol del propio equipo porque consider¨® que ser¨ªa como usurpar un lugar ajeno: los goles los deben celebrar los futbolistas, que los hacen.
Ni el d¨ªa del ascenso con el Albacete quiso celebrar el 5-0. Pero, contra la natural aversi¨®n al fracaso, decidi¨® exponerse a los palos. Miguel ?ngel Corona, que le tuvo en el Almer¨ªa, se qued¨® perplejo el d¨ªa que el Bar?a les gan¨® 8-0.
¡°?l dec¨ªa que ve¨ªa los partidos sentado en el banquillo porque si se pon¨ªa de pie significaba que no hab¨ªa hecho su trabajo durante la semana¡±, recuerda Corona; ¡°pero el d¨ªa del 8-0 se par¨® en la banda y aguant¨® el chaparr¨®n de principio a fin. Fue un mensaje: ¡®Yo tambi¨¦n soy parte del resultado¡¯. La mayor¨ªa de los entrenadores hacen lo contrario¡±.
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