Chapec¨® regresa al campo y a la alegr¨ªa
La ciudad brasile?a marcada por la tragedia a¨¦rea que acab¨® con buena parte de la plantilla de su equipo local celebra su vuelta al f¨²tbol y su participaci¨®n en la Copa Libertadores
No era el final que los aficionados imaginaron. La derrota por 1 a 3 contra el Lan¨²s argentino verti¨® un cubo de agua fr¨ªa sobre las expectativas del Chapecoense en la competici¨®n m¨¢s importante de su historia. El club hab¨ªa perdido de golpe el 30 de noviembre a 22 jugadores y 23 miembros del personal t¨¦cnico, cuando el avi¨®n en el que volaban a Colombia para disputar la Copa Sudamericana se estrell¨® por falta de combustible.
El pasado jueves 16 de marzo marc¨® la llegada de un nuevo frente fr¨ªo a Chapec¨®. Cada vez que esto sucede, una fina niebla cubre la ciudad y la lluvia no da tregua. El escenario era similar al del pasado 3 de diciembre, cuando miles de personas salieron a las calles a pesar del mal tiempo para recibir los cuerpos de sus ¨ªdolos en el funeral que emocion¨® a todo el mundo. Sin embargo, la noche de este jueves 16 de marzo no quedar¨¢ marcada por la tristeza de la derrota, sino por una mezcla de comuni¨®n y orgullo.
El equipo ya se hab¨ªa estrenado en la Libertadores como visitante el 7 de marzo. Gan¨® al Zulia venezolano (1-2). Pero por primera vez, el estadio Arena Cond¨¢ acog¨ªa un partido de la Copa Libertadores.Chapec¨® estrenaba el ambiente de un partido internacional despu¨¦s de la tragedia. La ciudad cambi¨® los lamentos por el entusiasmo, sin olvidar a los 71 muertos que ya han quedado inmortalizados en un sencillo monumento en el estadio y en el homenaje estampado en el nuevo uniforme del club: ¡°Chape en la Libertadores de Am¨¦rica 2017. Gracias, guerreros eternos¡±.
El nerviosismo mostrado ante el Lan¨²s no impidi¨® a los aficionados albiverdes seguir apoyando y cantando en voz alta. Y tampoco se ahogaron los aplausos al final del partido tras la derrota. En las gradas del Chape, las banderas de los pa¨ªses vecinos sobresal¨ªan en un mar de verde y blanco.
Como la que sosten¨ªa cerca del estadio Adriano Azevedo, de 22 a?os, camarero de Belo Horizonte, a m¨¢s de 1.400 kil¨®metros de Chapec¨®. ¡°Despu¨¦s del accidente, yo tambi¨¦n me hice fan. Me dije que si el equipo llegaba a octavos de la Libertadores, iba a apoyarles, fuera donde fuera, dentro o fuera del pa¨ªs¡±, cuenta.
Vale la pena cualquier sacrificio por el Chape, especialmente para los que siguen al equipo desde los tiempos menos glamurosos. Leonardo Schmitz, de 24 a?os, asiste al Arena Cond¨¢ desde hace m¨¢s de seis a?os, cuando los albiverdes todav¨ªa jugaban en la tercera divisi¨®n brasile?a.
En los d¨ªas que siguieron al accidente, no estaba claro ni siquiera que el club fuese a sobrevivir. Hab¨ªa ascendido a Primera hac¨ªa solo un a?o y no ten¨ªa dinero para fichar grandes jugadores que suplieran a los fallecidos. Su propietario, un empresario local, contrat¨® como t¨¦cnico a V¨¢gner Mancini, un entrenador con experiencia en equipos peque?os.
Mancini intent¨® apa?¨¢rselas sin estrellas y con un presupuesto diminuto. El 21 de enero el nuevo equipo volvi¨® a jugar. Poco despu¨¦s volvi¨® a ganar. Y se hizo normal que los curiosos se acercaran al estadio a ver los entrenamientos del equipo. Y tambi¨¦n que presenciaran escenas como esa en la que Alan Ruschel, uno de los supervivientes del accidente, ayudaba al portero, el tambi¨¦n superviviente Jackson Follmann, a colocarse la pr¨®tesis de la pierna. ¡°Es que le ha dado calambre¡±, brome¨® Follmann para tranquilizar a los seguidores.
Es el tono que han empleado en el Chapecoense desde el accidente: ni traumas ni derrotas. Solo hablan de recuperaci¨®n. ¡°Hemos recibido innumerables muestras de que a¨²n podemos creer en la humanidad y en nuestra capacidad de sentir empat¨ªa el uno por el otro¡±, insist¨ªa Follmann, caminando ya sin ayuda. Ya puede hacer ejercicios con bal¨®n. ¡°Somos capaces de cualquier cosa¡±, se jactaba en su despacho el alcalde Luciano Buligon horas antes del encuentro. ¡°Ah, ?que ahora el se?orito tambi¨¦n quiere ganar la Libertadores? Pues s¨ª. Nuestros sue?os no tienen l¨ªmites¡±.
La noche en que 12.484 personas fueron testigos de la ca¨ªda del Chapecoense, Am¨¦rica observ¨® el amor de una multitud que promete no abandonar a sus nuevos representantes. El esp¨ªritu de supervivencia de hace unos meses est¨¢ todav¨ªa vivo en la Libertadores. Donde falta t¨¦cnica, sobra la raza. Donde hab¨ªa desolaci¨®n brotan sonrisas. Y eso vale m¨¢s que una victoria.
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