De la Cruz acaba con la siesta y es l¨ªder en la Vuelta al Pa¨ªs Vasco

Hay historias enormes, hermosas, intrigantes basadas en las escapadas, las escaramuzas, en lo inesperado. En las m¨¢s grandes contiendas, la resistencia tiene siempre el romanticismo de la victoria o la derrota colgada de un hilo, de un segundo, de dos, de tres, antes de que llegue el ej¨¦rcito regular y te pase por encima. La Vuelta al Pa¨ªs Vasco encontr¨® a su peque?o gran h¨¦roe, el ant¨ªdoto contra la monoton¨ªa, David de la Cruz, catal¨¢n de Sabadell, con una victoria en la reciente Par¨ªs-N¨ªza, que supo emboscarse en la niebla del ¨²ltimo puerto, Mendizorrotza, para escapar de la dictadura de un ej¨¦rcito que perd¨ªa efectivos por doquier y plantarse en San Sebasti¨¢n midiendo los segundos, uno, dos, tres, y las pedaladas, cuatro, cinco, seis, para cruzar la l¨ªnea de meta como ganador de la etapa, ligero de equipaje, y nuevo l¨ªder de la general, la ilusi¨®n rebosante en el zurr¨°n.

No hay como poner unos cuantos puertos seguidos, por flacos que sean, un poco de lluvia, algo de niebla, humedad y sensaci¨®n t¨¦rmica negativa, para que la carrera se desperece, se estire como quien se levanta de la siesta pensando que llega tarde a alguna parte. El pelot¨®n se fue deshilachando como un pantal¨®n de oda, casual los llaman. Que se quedan este y aquel y el otro, y se queda el l¨ªder, Matthews,que lo suyo es esprintar, no el premio de la monta?a, y Samuel S¨¢nchez, y Simon Yates, un pinchazo le hizo perder minuto y medio, que podr¨ªa parecer que van a cazar pero nadie quiere ser cazado. Porque el Movistar, el Sky no luchan por la unidad sino por quebrar de una vez el pelot¨®n para que los elegidos lleguen al s¨¢bado en la contrarreloj con pocos invitados a la mesa.

As¨® que a correr. Cazaron la escapada obligatoria, la fuga funcionarial de nueve ciclistas que fueron cayendo como se come una tarta, a trozos. Fuglsang y De Marchi fueron los que m¨¢s resistieron, incuso el italiano un poco m¨¢s que el dan¨¦s hasta que el est¨®mago del ej¨¦rcito, ya reducido, se lo comi¨® a 20 kilometros. Quedaba el puerto final, a 10 kil¨®metros de meta, tercera categor¨ªa pero ritmo infernal en el trayecto. Y fresquito. Y niebla , nada mejor para las emboscadas, para las escaramuzas . Y Contador tranquilo, dejando los sobresaltos esta vez para Valverde, que tuvo que cambiar de bicicleta por un pinchazo y coger la de su compa?ero Gorka Izagirre, con la que al final fue tercero en la etapa disputando el segundo puesto al polaco Kwiatkowski en el sprint del minipelot¨®n.

Pero David de la Cruz ya hab¨ªa llegado tres segundos antes, sin mirar jam¨¢s atr¨¢s, pero con tiempo para amoldarse en la bici y celebrar la victoria con calma mientras por detr¨¢s se escuchaba el bisbiseo de los radios y los tubulares del ej¨¦rcito derrotado. El maquis se hab¨ªa escapado una vez m¨¢s.