Valverde, el imparable

No para. Alejandro Valverde no para ni en los sem¨¢foros, ni en las curvas, ni en los empedrados. No para y no par¨® hasta que se llev¨® la Vuelta al Pa¨ªs Vasco en la contrarreloj final de Eibar (27,7 km) donde solo el exesquiador Primoz Roglic, que ya hab¨ªa vencido en la accidentada meta de Bilbao, fue m¨¢s r¨¢pido que ¨¦l. Nueve segundos m¨¢s r¨¢pido el esloveno que el espa?ol. Pero esa era otra batalla. La guerra estaba planteada entre Contador y Valverde con algunas opciones para Jon Izagirre, reconocido contrarrelojista. Y la batalla la gan¨® el murciano con la emoci¨®n que produce el tartamudeo del cron¨®metros. Que si pierdo siete, seis, cinco, cuatro, tres segundos; que si ahora gano dos, tres cuatro, cinco.

Contador part¨ªa con tres segundos de desventaja en la clasificaci¨®n general, lo que era mucho o poco seg¨²n se mirase. La impresi¨®n es que se trataba de una amenaza secundaria en un recorrido con un perfil sinuoso, hacia arriba de salida y hacia abajo despu¨¦s con algunos repechos para cimbrearse en la bicicleta. Contador tan habituado a cambiar de bicicleta en esta carrera por pinchazos o ca¨ªdas, esta vez la cambi¨® por gusto, por estrategia: convencional al principio, de contrarreloj despu¨¦s para cortar el viento. La primera para estirar los brazos y brincar sobre la bici, la segunda para acodarlos en el manillar que simula un mostrador. Valverde hizo todo el recorrido con la misma.

Y comenz¨® mejor Contador que en el kil¨®metro 12,7, al final de la subida, aventajaba al murciano en nueve segundos. En ese momento era virtual l¨ªder. Incluso despu¨¦s fue aumentando la ventaja hasta los 11, 12 segundos. Claro que la distancia entre ambos falseaba los datos porque el trazado por el que circulaban uno y otro era distinto. En cualquier caso, lo previsto es que Contador fuera m¨¢s poderoso al principio, en la parte m¨¢s exigente del trazado, y Valverde recortase despu¨¦s. Y as¨ª fue. Valverde fue de menos a m¨¢s, como si en vez de la carretera solo viese su cron¨®metro, tic, tac, tic, tac, que ven¨ªa a medir las pulsaciones de su ilusi¨®n.

Luchaba el uno, Contador, por ser el ¨²nico que ganaba cinco veces la Vuelta al Pa¨ªs Vasco superando a Gonz¨¢lez Linares, que tiene cuatro como ¨¦l. Y luchaba el otro por ganar por primera vez una carrera que se le resist¨ªa como un asfalto rugoso. Lo consigui¨® Valverde, que no para, que va como un tiro tras ganar en Murcia, Andaluc¨ªa y Catalunya. El mano a mano fue espectacular, de esos que convierten la monoton¨ªa de una contrarreloj en algo trepidante, como poner m¨²sica en un atasco y disfrutar de la melod¨ªa. Rock duro, m¨¢s concretamente. Cuando todo acab¨®, Valverde vestido de un amarillo que nadie le iba a quitar ya, sigui¨® con la bicicleta como masticando la victoria, degust¨¢ndola. Y cuando mastic¨® el ¨²ltimo trozo, solo entonces, dio un par de alaridos, sujetado en los alto por uno de los miembros del equipo. Y es que el ciclista solo es feliz cuando todo acaba, cuando realmente todo acaba. Ni un metro antes, ni un metro despu¨¦s.