Dortmund olvida el ataque: ¡°Cuando empiece el partido, todo volver¨¢ a ser como siempre¡±

A las puertas del estadio del Borussia no hay miedo. Faltan unas horas para que empiece el partido contra el M¨®naco, el mismo que ayer se suspendi¨® por un ataque terrorista contra los jugadores, y la marea negra y amarilla avanza hacia el campo casi como cualquier otro d¨ªa. Hoy han venido antes, porque saben que los controles de seguridad van a ser m¨¢s estrictos y tienen muy presente que hace apenas unas horas tres artefactos explotaron al paso del autob¨²s que transportaba a los jugadores del Borussia y que hirieron de gravedad a Marc Bartra, el jugador espa?ol. Pero han venido como siempre, a disfrutar.

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¡°?Miedo? Para nada, pero es verdad que se respira un ambiente un poco raro¡±, siente Stehan Lotze, un consultor de la vecina Essen. Lotze habla frente a las puertas del estadio y apenas a un par de metros de que de comienzo una interminable hilera de furgones policiales. Los agentes desfilan en grupos armados y enfundados en chalecos antibalas.

¡°Miedo, ninguno. El ¨¢nimo est¨¢ un poco bajo, pero en cuanto entremos y empiece el juego, todo volver¨¢ a ser como siempre¡±, conf¨ªa una profesora que no ha querido perderse tampoco el partido de hoy. Como siempre significa como reza el gigantesco cartel que preside la entrada ¡°pura emoci¨®n¡±. Porque el Signal-Iduna-Park, el estadio del Borussia, es casi un lugar de peregrinaje, donde los colores del equipo se sienten con una intensidad extraordinaria. Dentro, unos 25.000 espectadores se agolpan de pie como sardinas en la tribuna sur, tambi¨¦n conocida como el muro amarillo y se riegan con cerveza cada vez que uno de los suyos marca un gol. La masa humana que se forma en ese grader¨ªo que grita al un¨ªsono es ya una leyenda en el f¨²tbol alem¨¢n. La mejor grada de Europa, la llaman.

En el centro de Dortmund el f¨²tbol es tambi¨¦n protagonista. En los bares, los fans bromean y canturrean con vasos de medio litro de cerveza en la mano. Porque dentro y fuera de Alemania, Dortmund es casi el apellido de una ciudad con nombre propio: Borussia. El f¨²tbol es sin duda la se?a de identidad y motivo de orgullo de esta ciudad poblada por obreros e inmigrantes y golpeada durante d¨¦cadas por el declive industrial de la cuenca del Ruhr. El negro y el amarillo, los colores del Borussia decoran la ciudad. En las tiendas, en los bares, por todas partes. Este mi¨¦rcoles no ha sido una excepci¨®n.

Mientras, Bartra se recupera de una operaci¨®n de mu?eca en el Knappschaftskrankenhaus. Los cristales que salieron volando tras la explosi¨®n le da?aron la mano y el brazo, seg¨²n inform¨® la noche anterior el BVB. A las puertas del hospital, la prensa espera noticias sobre la recuperaci¨®n del futbolista. Dentro, los responsables del centro hospitalarios reh¨²san dar explicaciones sobre la salud de Bartra y remiten al club.

A unos diez kil¨®metros de all¨ª, un cord¨®n policial protege de los curiosos a los investigadores que rastrean todav¨ªa hoy bajo una lluvia fina el lugar de las explosiones. Fue a la salida del parking del hotel donde se concentraban los jugadores. M¨¢s de una decena de veh¨ªculos policiales da una idea de la gravedad del asunto y la complejidad de las pesquisas. Varias l¨ªneas de investigaci¨®n siguen abiertas y como la polic¨ªa, en la calle los fans barajan todo tipo de hip¨®tesis y se preguntan qui¨¦n ha podido querer hacer da?o a su equipo.