El Athletic coge el ¨²ltimo tren ante el Eibar
Un gol de Ra¨²l Garc¨ªa en el descuento doblega al equipo local, que jug¨® casi medio partido con uno menos
Athletic y Eibar no juegan derbis porque no son de la misma ciudad, ni juegan cl¨¢sicos porque llevan enfrent¨¢ndose cuatro d¨ªas, como aquel que dice. O sea, que es un partido indefinible, que no est¨¢ ni en la rutina ni en los acontecimientos especiales, si no fuera porque estaba Europa en juego y eso le daba la importancia que en el juego no ten¨ªa. Porque en el campo pasaban pocas cosas, casi ninguna, solo detalles, alguna an¨¦cdota. Lo imposible no ocurr¨ªa, porque nadie lo intentaba y el Eibar aplicaba su receta consabida: f¨²tbol ¨¢gil, r¨¢pido, intenso, sin miramientos. Y el Athletic, mirando sin discernir si deb¨ªa sacar el paraguas o lanzarse a cuerpo a la calle y que sea lo que Dios quiera. Y Europa mirando el pasaporte de ambos sin saber a qui¨¦n darle el ok.
Porque el Eibar aportaba un entusiasmo de Erasmus imposible de detener. Capa le obligaba a Muniain a mirarle el n¨²mero y el navarro es m¨¢s de letras, en el f¨²tbol, que de ciencias. Pedro Le¨®n buscaba el pase perfecto y no lo encontraba. Dani Garc¨ªa y Escalante ten¨ªan el jard¨ªn del medio campo podado sin que San Jos¨¦ e Iturraspe escuchara el ruido de la cortadora del c¨¦sped. Nada pas¨® en la primera mitad. Ni un tiro a puerta. Ni una ocasi¨®n de peligro. Ni un asomo de nervios en los porteros. Un lunes cualquiera lleno de rutina, de sem¨¢foros en rojo, de atascos vayas por donde vayas. Un lunes sin historia por m¨¢s que a historia le tentara al Eibar con un rengl¨®n en su libro luchando por Europa y que al Athletic la historia se lo exigiera.
Y ni un alma se acerc¨® a la cabina de control de pasaportes. El Athletic fue hueco, vano, como un viajero en la cola sin prisa. Con Aduriz olvidado encerrado en el ba?o y Wiliams corriendo por los pasillos como un chiquillo. Y el Eibar haciendo lo que mejor sabe: incordiar, meterle marcha al asunto aunque tambi¨¦n sin encontrar al ama de llaves. O sea, que el partido era tan divertido como un viaje en metro en hora punta.
Lo anim¨® Escalante tratando de salir de la rutina con una patada inoperante e inoportuna, pura ansiedad, a Muniain, que le vali¨® la expulsi¨®n cuando a¨²n no hab¨ªa llegado a su destino. Se baj¨® antes de tiempo y se perdi¨®. Pero ni as¨ª dio el Athletic sensaci¨®n de superioridad.
Cierto que Ra¨²l Garc¨ªa, un caballero oscuro remat¨® al poste en una insolencia del partido y que hubo un posible penalti (muy dudoso) por mano de Williams en un despeje, pero pasaban pocas cosas como si la impotencia fuera un armisticio entre ambos.
Y en esto lleg¨® lo imposible, que estaba ah¨ª, quiz¨¢s latente, pero invisible, y en el descuento una falta la lanz¨® Be?at con sabidur¨ªa, respondi¨® Yoel y su rechazo inveros¨ªmil lo envi¨® Ra¨²l Garc¨ªa a la red. Como cuando se te cuela alguien el metro el lunes. Como cuando se te cuela alguien en el control de pasaportes de Europa.
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