Marcelo y diez m¨¢s
Millones de madridistas participan cada jornada en la controversia sobre qui¨¦n debe o no jugar

El problema de Zidane se agrava por momentos. Dir¨¢ el siempre atento lector que a qu¨¦ calamidad nos estamos refiriendo estando el equipo que el franc¨¦s entrena, el Real Madrid, a punto de disputar las semifinales de la Copa de Europa y teniendo en su mano la posibilidad de ganar la Liga. Menudencias, oiga. Si no ve usted el problema es que vive en la inopia, ignorante de aquello que se propaga en las radios, que se escribe en los peri¨®dicos, que se debate en la televisi¨®n, en la calle, en tugurios como los que frecuenta este a quien leen u otros de mayor linaje. S¨ª, respetado lector. Zidane tiene un grave problema y no venga usted a decirme que no sabe cu¨¢l es. ?Pero si a la vista est¨¢! ?O no es un problema, qu¨¦ digo un problema, una cat¨¢strofe, tener una plantilla extraordinaria?
Escrib¨ªa hace pocos d¨ªas en este mismo peri¨®dico Rafa Cabeleira, quien a su condici¨®n de gallego une la de cul¨¦ (que son compatibles, h¨¢ganme caso), lo siguiente: ¡°Intuimos que algo debe de hacer Zidane para que su equipo centellee camino de nuevos ¨¦xitos, pero no sabemos el qu¨¦. El atrevimiento propio de la ignorancia se me antoja una de las razones por las que cualquiera se aventura a aconsejarle c¨®mo y con qui¨¦n debe jugar (...), a explicarle por qu¨¦ pierde las pocas veces que pierde¡¡±. ?Uy, lo que ha dicho! Solo a un insensato se le ocurre asegurar que algo tendr¨¢ que ver Zidane en los ¨¦xitos del equipo y que quien le aconseja (¡°cualquiera¡±, le llama) lo hace desde la ¡°ignorancia¡±. Quien esto firma, llevado quiz¨¢ por una imprudente, y algo suicida, solidaridad, no puede por menos que ratificar todas y cada una de las palabras utilizadas en su texto por el se?or Cabeleira. Y hasta aqu¨ª puedo leer porque un grupo de cualquieras est¨¢n llamando a la puerta, y por la cara que traen¡
Miles, millones de madridistas se convierten cada partido en Zidane. Y ah¨ª les vemos, en plena controversia, manoseando los cromos de la plantilla y enfatizando sobre qui¨¦n debe o no jugar o qu¨¦ sistema t¨¢ctico es el apropiado. Lo mismo da que el Madrid gane, que en esta temporada solo haya perdido cuatro de 53 partidos oficiales. Un ej¨¦rcito de eruditos lucha por influir en las decisiones de un entrenador preso, al parecer, bien de los designios de su jefe, bien de una incurable idiocia, vaya usted a saber. As¨ª que, preguntado por su estado an¨ªmico ante tanto debate, el t¨¦cnico del Madrid responde: ¡°Estoy de puta madre¡±. Y se echa a re¨ªr. ?Pero no hab¨ªamos quedado en que esto era una cat¨¢strofe?
No parece que en Zidane haga mella el sentimiento tr¨¢gico del f¨²tbol. Ya podr¨¢ el pueblo, y con ¨¦l sus ap¨®stoles medi¨¢ticos, pedir, exigir incluso, que juegue el Madrid B, o que lo haga el A con parte del B, o por qu¨¦ no el B con alguno del A, que Zidane se vestir¨¢ con la mejor de sus sonrisas y dir¨¢: ¡°Es que, sabes, ahora mismo el entrenador del Real Madrid soy yo¡±. Uno, que como tantos otros escribe su particular opini¨®n, y acepta encantado que se le diga que esto no es exactamente as¨ª, cree que el Madrid encadena momentos fant¨¢sticos, sublimes, con otros de una precariedad futbol¨ªstica alarmante. Y lo ha hecho con cuanto puzle haya decidido jugar Zidane. Uno piensa, eso s¨ª, que esta plantilla es de tal grandeza que solo uno de sus componentes es de todo punto imprescindible, en el equipo A, el B y el H si existiera. Marcelo se llama y es el guardi¨¢n de la locura, el tipo con el que los ¨²ltimos minutos de un partido con el Madrid en liza son un sindi¨®s, una juerga maravillosa que solo los que ponen al buen tiempo mala cara no saben disfrutar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.