Eliud Kipchoge corri¨® 42.195 metros, pero nunca corri¨® un marat¨®n
El experimento de Nike con el campe¨®n ol¨ªmpico keniano para rebajar el r¨¦cord de la prueba a menos de dos horas desprecia la condici¨®n esencial de la soledad
Marat¨®n no es lo que corri¨® Eliud Kipchoge en el aut¨®dromo de Monza.
Marat¨®n es una peque?a bah¨ªa en el norte de Atenas, rica en pinares y en muertes violentas. En la playa, frente al Egeo, se desencaden¨® una de las batallas que definieron el mundo antiguo y la cultura europea. Est¨¢ estipulado que el mensajero que llev¨® la noticia de la victoria griega hasta la ciudad recorri¨® m¨¢s de 40 kil¨®metros de sendas pecuarias a trav¨¦s de ¨¢speras colinas. Se llamaba Fil¨ªpides. La cr¨®nica se?ala que lo ¨²ltimo que hizo fue cumplir su misi¨®n. Sufri¨® un infarto. La suya fue la primera muerte s¨²bita registrada. El hecho se considera sublime. Los fundadores de los Juegos Ol¨ªmpicos modernos lo celebraron en 1896 inaugurando una carrera que bautizaron como marat¨®n.
Este s¨¢bado en el aut¨®dromo de Monza, el keniano Eliud Kipchoge se convirti¨® en el hombre que m¨¢s r¨¢pido recorri¨® la distancia convencional de 42.195 metros sin emplear una m¨¢quina para impulsarse, si se except¨²an las zapatillas, las controvertidas Zoom Vaporfly Elite, producto de un proyecto mercantil y cient¨ªfico en el que la multinacional Nike ha invertido 30 millones de d¨®lares.
Todo deporte obedece a una convenci¨®n y unos s¨ªmbolos. Del mismo modo que cualquier partido de f¨²tbol replica el partido de f¨²tbol original, toda marat¨®n representa la primera marat¨®n ol¨ªmpica, tal y como la concibi¨® el bar¨®n Pierre de Coubertin, directamente inspirado por las condiciones que afront¨® Fil¨ªpides en el siglo V antes de Jesucristo.
Las pruebas de marat¨®n del programa de la federaci¨®n internacional (IAAF) son aut¨¦nticas en la medida en que respetan esas leyes. Los corredores modernos no emplean sandalias de cuero de cabra, pero deben cumplir con la convenci¨®n. La regla esencial implica la soledad. Durante 42.195 metros el maratoniano debe medirse al mundo con sus accidentes orogr¨¢ficos, su clima impredecible, y su aleatoriedad intr¨ªnseca. Debe hacerlo ayudado exclusivamente de su mente y su cuerpo. Ni produciendo ni siendo producido. En todo caso, autoproduci¨¦ndose.
Nike ingres¨® m¨¢s de 30.000 millones de d¨®lares en todo el mundo en 2016, seg¨²n los datos oficiales. Solo en Estados Unidos eso que se llama running factura 2.500 millones de euros anuales. La industria vive un momento de apogeo. El acto de Monza fue la operaci¨®n m¨¢s estruendosa que ha organizado el fabricante de art¨ªculos deportivos en mucho tiempo. El nombre del evento, Breaking2, promocionado con lemas que remiten a la ausencia de barreras f¨ªsicas frente al indomable esp¨ªritu humano, se contradice a s¨ª mismo. La marca lograda, 2 horas y 25 segundos, rebaja en m¨¢s de dos minutos el r¨¦cord oficial (2h 2m 57s), correspondiente a Dennis Kimetto en el marat¨®n de Berl¨ªn de 2014. Un recorte sideral. Impensable sin un despliegue tecnol¨®gico y log¨ªstico sin precedentes.
Kipchoge es un magn¨ªfico atleta. Pero no solo no corri¨® por su cuenta. Corri¨® acompa?ado de un selecto pelot¨®n de fondistas que le ayudaron a llevar el paso protegi¨¦ndole del viento. Corri¨® secundado por entrenadores en bicicleta y fisi¨®logos que le suministraban l¨ªquido y alimentos. Corri¨® detr¨¢s de un coche el¨¦ctrico que avanzaba con una plancha convenientemente colocada para generar una turbulencia de aire favorable. Corri¨® junto a un artilugio que le indicaba el ritmo necesario con un l¨¢ser en el asfalto.
Es admisible que Kipchoge, campe¨®n ol¨ªmpico en R¨ªo, recobrara de un modo remoto la idea del marat¨®n. Pero lo que hizo en Monza, fundamentalmente, fue honrar unas zapatillas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
