El f¨²tbol de las mazahuas que juega en contra del machismo
Un grupo de mujeres utiliza al balompi¨¦ como pretexto para fortalecer a una las comunidades ind¨ªgenas de M¨¦xico azotadas por el machismo y violencia de g¨¦nero
Guadalupe Garc¨ªa dejaba listas las tortillas hechas con sus propias manos. La adolescente tambi¨¦n deb¨ªa barrer el patio de su hogar para despu¨¦s escaparse a jugar f¨²tbol, una actividad clandestina para las mujeres de las comunidades mazahuas. Este pueblo ind¨ªgena del Estado de M¨¦xico se escandalizaba si las ni?as vest¨ªan unos pantaloncillos y chutaban con el bal¨®n, hasta que Lupita, como le dicen, fund¨® la primera selecci¨®n mazahua de f¨²tbol.
¡°Los hombres de mi comunidad me dec¨ªan que me iba de loca, que iba a perder el tiempo. La comunidad te se?ala. Te chiflan como si ponernos un short fuera para agradarles¡±, menciona Garc¨ªa, quien naci¨® en San Juan Coajomulco, una comunidad en el municipio de Jocotitl¨¢n, en el Estado de M¨¦xico, la entidad azotada por un incontable n¨²mero de feminicidios y agresiones hacia las mujeres.
Garc¨ªa creci¨® cobijada por la violencia. Uno de sus abuelos mat¨® a golpes a su abuela. Su madre se cas¨® cuando ten¨ªa solo 14 a?os y su padre era alcoh¨®lico; sus hermanas se casaron cuando a¨²n cursaban la educaci¨®n secundaria. Ese ambiente la alej¨® del f¨²tbol y la llev¨® a la Ciudad de M¨¦xico como trabajadora del hogar. No le quedaba de otra. ¡°Decid¨ª regresar a estudiar, no me gustaba c¨®mo me trataban. Hice una tesis sobre la violencia hacia las mujeres en mi comunidad¡±, as¨ª es como cuenta el comienzo de su organizaci¨®n civil Mujeres, Lucha y Derechos para Todas (Mulyd)
¡°Lo que hacemos es empoderar liderazgos femeninos con ni?as a partir del f¨²tbol. Utilizamos al f¨²tbol como un medio para la promoci¨®n y defensa de los derechos humanos de las ni?as mazahuas¡±, explica mientras planifica un juego amistoso. Ella, junto con otras dos mujeres, recluta ni?as menores de 15 a?os en siete municipios pertenecientes a la comunidad mazahua para entrenar.
M¨®nica Garc¨ªa, una de las deportistas que forma parte de la selecci¨®n mazahua, aprendi¨® a jugar f¨²tbol gracias a Elsa, su madre. La ve¨ªa jugar cada fin de semana y ganar las medallas que cuelgan en una de las paredes rosadas de su casa. ¡°El director de mi escuela me dijo que como ni?a no deb¨ªa practicar mucho este deporte, tambi¨¦n [me lo dijo] una orientadora¡±, recuerda la chica de 14 a?os y a?ade ¡°les dije que era mi asunto, que quer¨ªa jugar y nadie me lo iba a impedir¡±.
Las costumbres r¨ªgidas en la cuna mazahua de M¨¦xico dictan a sus mujeres ¡°obedecer, callar y aprender a hacer las cosas que nos indican en las casas¡±; sin embargo, en cada una de las comunidades los contextos son distintos y var¨ªa el nivel de la opresi¨®n hacia ellas. ¡°Conozco a algunas chicas que no las dejan jugar, dicen que no es para mujeres, que solo est¨¢n para las tareas del hogar. Cuando las ven jugando les dicen que se vayan a lavar la ropa¡±, comenta Maye ?lvarez de 16 a?os.
Maye tiene fuera de casa una porter¨ªa rudimentaria hecha con dos delgados troncos de madera y una cuerda que funciona como larguero. Ah¨ª entrena en lo alto de un cerro en el poblado de El Pintado. Ella quiere seguir en el f¨²tbol incluso jugar en un equipo a nivel nacional. Mientras habla toma con fuerza su mochila, ah¨ª tiene su tesoro, un par de botines blancos que le regal¨® su padre. Cuando va a los entrenamientos del conjunto mazahua hace cuatro horas de viaje al tomar dos autobuses y gasta hasta 100 pesos cada fin de semana, el presupuesto de toda una semana para ir a la escuela.
Las futbolistas mazahuas se han ganado el reconocimiento de su comunidad, el primer reto en una sociedad machista. Cuatro de ellas han logrado obtener becas acad¨¦micas y deportivas, como lo es Yokary Gonz¨¢lez, quien a partir de su habilidad con una pelota puede estudiar en Toluca, la capital del Estado mexiquense. ¡°El proyecto no s¨®lo impacta a las ni?as, sino tambi¨¦n a sus familias. Se vuelven un referente de ¨¦xito para toda la comunidad¡±, asegura Lupita Garc¨ªa y explica que su organizaci¨®n se mantiene de donaciones y eso ha detenido la expansi¨®n de su equipo.
¡°Nuestro objetivo es que las compa?eras se muevan, sientan el sudor, la adrenalina. Cuando entran al campo son ellas mismas, ah¨ª se reconocen como due?as de su cuerpo¡±, comenta la mujer que se rebel¨®. Las chicas mazahuas juegan al f¨²tbol como un acto de protesta en un terreno con el pasto quemado por el sol. En lugar de vallas de publicidad hay una colecci¨®n de grandes piedras y unos espinosos cact¨¢ceos. Las deportistas de Mulyd juegan contra un conjunto representativo del municipio de Jocotitl¨¢n. El juego es an¨¢rquico. Lo vencen 4-1 las pupilas de Garc¨ªa, pero eso poco importa, lo que quieren es ganar el derecho a patear un bal¨®n.
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