Gracias por todo, ¡®Capitano¡¯
Francesco Totti juega este domingo su ¨²ltimo partido con la camiseta de la Roma Hizo sentir a su afici¨®n ¨²nica durante 24 a?os
El tifoso de la Roma siempre espera, pero casi nunca gana. Cada agosto, parece llegar "l'anno bono". Sin embargo, solo lo es cada cuarto de siglo. Es decir, en tan solo tres ocasiones el aficionado giallorosso ha mirado a toda la liga desde arriba y gritado: "?Campeones!". Est¨¢ mucho m¨¢s acostumbrado a recomponer en primavera sus sue?os rotos y guardarlos en el caj¨®n para la siguiente temporada. Fantasea con su triunfo mientras asiste al de otros. Y, aunque tal vez jam¨¢s lo admita, en los momentos peores hasta se pregunta qu¨¦ se debe de sentir al ser de un equipo vencedor: el Real Madrid, el Bayern M¨²nich o, por m¨¢s que la considere peor que el diablo, incluso la Juventus.
Pese a ello, desde hace a?os, el tifoso romanista gana cada domingo. Quiz¨¢s, incluso cada d¨ªa. El empate encajado, c¨®mo no, en el ¨²ltimo minuto, o la remontada solo rozada le resultan dramas menores. Porque ¨¦l tiene algo m¨¢s, que todo el mundo del f¨²tbol le envidia. Porque sabe que nadie, ni en el Real Madrid, ni en el Bayern, ni mucho menos en la Juventus, siente lo mismo que ¨¦l. Porque cada vez que mira la camiseta n¨²mero 10 sonr¨ªe. Que los dem¨¢s se queden trofeos y medallas. ?l tiene el amor de un s¨ªmbolo.
¡°Solo hay un capitano¡±, corean los aficionados de la Roma. Y lo creen, de verdad. Pero, en el fondo, lo que reivindica su canci¨®n es que cada uno de ellos tambi¨¦n es ¨²nico. Y se lo debe precisamente a su capitano. Saben que Francesco Totti pudo tomar cualquier otra decisi¨®n. Y que una vez hasta estuvo cerca de irse. Los mejores equipos del planeta le promet¨ªan copas, millones y gloria. Muchos aficionados hubiesen entendido su adi¨®s. Habr¨ªa sido lo normal, lo sensato. ¡°Mejor para ¨¦l¡±, se murmuraba, como de un hijo, un hermano o un amigo al que se desea la m¨¢s feliz de las vidas. Para un romanista, al fin y al cabo, Francesco es uno m¨¢s de la familia.
Pero Totti dijo no. Lo repiti¨®. Frente a una carrera de triunfos, escogi¨® la Roma. Su Roma, su gente. Eligi¨®, sobre todo, a cada uno de los aficionados. Y le dijo que prefer¨ªa quedarse ah¨ª, a su lado, a sufrir y alegrarse con ¨¦l, y que nunca se marchar¨ªa.
De pronto, los hinchas de la Roma descubrieron que pod¨ªan valer m¨¢s que las sirenas del ¨¦xito. En un f¨²tbol cada vez m¨¢s podrido y esclavo de cheques y carteras, Totti iba a contar una historia distinta. 24 a?os de amor, 785 partidos con una sola camiseta. Y ellos, por una vez, ser¨ªan los protagonistas. El mundo entero se emocionar¨ªa con su f¨¢bula. Habr¨ªa chavales en Brasil con la foto del capitano como fondo de pantalla del m¨®vil o ni?os en una playa de Cabo Verde que conocieran de Italia sobre todo ¡°Francesc¨® Tott¨ª¡± ¡ªejemplos reales ambos¡ª. Y al hablar con otro nuevo admirador, el romanista siempre sonreir¨ªa y pensar¨ªa: ¡°S¨ª, es mi capitano¡±.
No solo por primera vez en la historia el mejor jugador del f¨²tbol italiano vest¨ªa la camiseta giallorossa. No solo era ¡°romano de Roma¡±, como reza la f¨®rmula reiterativa con la que los habitantes de la Ciudad Eterna presumen de su origen. Era, adem¨¢s, uno de ellos. Porque Totti encierra cada domingo en su brazalete todo lo que significa ser romanista: creer y levantarse con ilusi¨®n renovada tras cada ca¨ªda; vivir cada Roma-Juventus como una batalla de los buenos contra los malos; re¨ªrse de las desgracias de la Lazio pero tambi¨¦n de las propias; celebrar cada victoria como si fuera la ¨²ltima; sentirse, en fin, distinto y sacar pecho por ello y porque los dem¨¢s no lo entienden, o hasta lo critican. Y saber que tal vez todo ello suene rid¨ªculo, pero, al menos, es aut¨¦ntico. Como el propio Francesco.
Por eso, el romanista a¨²n se emociona repasando aquella vaselina con la que Totti marc¨® al Inter hace demasiados a?os; por eso, tuvo escalofr¨ªos cuando el 10 entr¨®, contra el Torino, y en los cuatro minutos que pas¨® en el campo le dio la vuelta al marcador; por eso, el momento m¨¢s tenso que vivi¨® en el Mundial que Italia gan¨® en 2006 no fue la final contra Francia, sino el ¨²ltimo instante del octavo contra Australia, cuando Il capitano coloc¨® el bal¨®n para el penalti decisivo; por eso, los baches de la carrera de Francesco, sus errores, y sobre todo sus lesiones, le han dolido al aficionado, y le duelen. Y por eso va a llenar el estadio Ol¨ªmpico este domingo, d¨ªa en que ver¨¢ por ¨²ltima vez al capitano con la camiseta que han defendido, juntos, todo este tiempo.
Ni siquiera sabe imaginar qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s. Tal vez tampoco pueda, no encuentre las palabras. Hace unas semanas, un amigo con fe giallorossa pudo compartir un momento con Totti en la ciudad deportiva de la Roma. Abrumado ante el acontecimiento, solo supo farfullar: ¡°Gracias¡±.
-No hay de qu¨¦, si solo son cinco minutos, respondi¨® Francesco.
-No, capitano. Gracias por todo.
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