Los All Blacks, el alma de un pa¨ªs
Nueva Zelanda encontr¨® en el rugby su ventana al mundo a trav¨¦s de una hegemon¨ªa incuestionable en resultados y estilo. La selecci¨®n gana el premio Princesa de Asturias de los Deportes
?Puede el deporte construir pa¨ªses? Por atrevida que resulte la conclusi¨®n, ser¨ªa imposible entender el alma de Nueva Zelanda sin su devoci¨®n m¨¢s absoluta a una disciplina que ha dominado con mano firme desde principios del siglo XX. Con apenas cuatro millones de habitantes, los All Blacks han sometido a pa¨ªses con m¨¢s recursos humanos y econ¨®micos porque su apuesta, en t¨¦rminos sociales y deportivos, se ha tornado infinita. El palmar¨¦s y un prestigio que lo trasciende se han erigido en marcas globales en la era del profesionalismo y el Premio Pr¨ªncipe de Asturias prueba la capacidad, solo en poder de Nueva Zelanda, de traspasar los mercados tradicionales del rugby.
Sir Graham Henry, seleccionador de los All Blacks cuando recuperaron el cetro mundial en 2011, analizaba a The Guardian el deporte que le ha valido tan noble t¨ªtulo: ¡°Este pa¨ªs se ha ganado el respeto del resto del mundo por tres cosas: lo que hicimos en las dos guerras mundiales y lo que hemos hecho en un campo de rugby. As¨ª que con el tiempo, el rugby se ha convertido en un elemento clave de nuestra identidad nacional¡±. No solo es que los All Blacks registran m¨¢s victorias que derrotas ante cualquier rival al que se han medido ¨C Sud¨¢frica es su hueso y han ganado el 60% de sus partidos- sino su dominaci¨®n por castigo. Australia, vecino predilecto, ha ca¨ªdo en 109 de las 158 veces que se han enfrentado. Francia, Inglaterra y Gales hicieron diana, siempre la excepci¨®n. Irlanda les gan¨® el a?o pasado por primera vez al vigesimonoveno intento. Otros como Escocia o Argentina nunca lo han conseguido.
Todo empez¨® con el tour por Europa y Estados Unidos de los Originals en 1905. Por entonces ya hab¨ªan bailado las primeras hakas, pero nadie esperaba un resultado tan aplastante. Ganaron 34 de los 35 partidos disputados con 976 puntos a favor y apenas 59 en contra (menos de dos puntos por partido). Las cr¨®nicas de la ¨¦poca hablan de una recepci¨®n de m¨¢s de 20.000 personas en su vuelta a casa. Estamos hablando de 1905. Jock Phillips, uno de los principales historiadores del pa¨ªs, explicaba la importancia que tuvo aquel episodio: ¡°Nueva Zelanda siempre ha tenido una cierta inseguridad sobre su lugar en el mundo, una ansiedad a caer por el precipicio, a que realmente no contamos. Ese tour dio a los neozelandeses la sensaci¨®n de que jugaban un papel en el Imperio¡±.
De ah¨ª que la perfecci¨®n sea un requisito innegociable para un pa¨ªs que ha ganado casi un 80% de sus partidos. En los 60, una ¨¦poca con calendarios mucho menos apretados, Colin Meads, delantero y l¨ªder entre otros muchos atributos, ten¨ªa clara la importancia de cada encuentro. En rugby se rechaza la idea de amistoso porque su historia se ha escrito en giras: no hac¨ªa falta un torneo reglado como prueba de honor.¡±Cuando perd¨ªamos era una tragedia nacional, un desastre. No es que abusaran de nosotros, nos despreciaban¡±.
El nacimiento del Mundial en 1987 ¨Cel tercer evento m¨¢s importante en cuanto a espectadores tras el de f¨²tbol y los JJ.OO¨C supuso una nueva obsesi¨®n. Los All Blacks organizaron y ganaron la primera edici¨®n en 1987 pero se pasaron 24 a?os de sequ¨ªa con duras derrotas ¨Cpregunten por Francia¨C hasta que la Webb Ellis Cup retorn¨® en 2011 a Nueva Zelanda para quedarse. Pese a sus bajones, encabezan el palmar¨¦s con tres t¨ªtulos tras ganar en 2015.Su legado no se reduce a las victorias, sino a su estilo vanguardista de rugby ofensivo, din¨¢mico, siempre atrevido. Es el Dream Team por excelencia y su influencia es innegable en el juego de sus rivales ¨Calgunos m¨¢s reticentes que otros¨C y en la evoluci¨®n de las reglas.
No hay nada en Nueva Zelanda como ser un All Black, un honor que han alcanzado algo m¨¢s de 1.100 privilegiados. El resto de n¨²meros son la envidia de cualquier rival. M¨¢s de 150.000 neozelandeses juega al rugby de forma federada: el 3,4% de toda la poblaci¨®n, unos 4,6 millones. Inglaterra ¨Cunas 340.000 fichas- no llega siquiera a la barrera del 1% de su poblaci¨®n, por mucho que eleve sus cifras por encima de los dos millones con los no federados. Tanto importa la gestaci¨®n del talento patrio que los partidos de las escuelas son retransmitidos en directo por televisi¨®n nacional.
La ¡®haka¡¯ global
Pese a su larga tradici¨®n, la haka como danza de guerra previa a los partidos es un fen¨®meno relativamente reciente. La interpret¨® por primera vez un combinado ¨ªntegramente maor¨ª en su tour por Inglaterra de 1888 como homenaje a sus ancestros. No pretende ser un acto intimidatorio ¨Caunque haya algunas m¨¢s expl¨ªcitas que otras¨C sino una suerte de activaci¨®n personal. Tiki Edwards, que ahora dirige el desarrollo maor¨ª en la federaci¨®n neozelandesa, resum¨ªa el sentimiento de su comunidad y otros pa¨ªses oce¨¢nicos con danzas como Fiyi, Tonga o Samoa: ¡°La haza no es sobre el enemigo. Es cosa nuestra¡±. Un sentimiento cultural que no suele interpretarse correctamente en otras latitudes.
Aunque se hac¨ªa antes de cada partido, no fue hasta la d¨¦cada de los 80 cuando se convirti¨® en un espect¨¢culo coordinado gracias a que los maor¨ªs Hika Reid y Buck Sheldford ¨Cun tipo duro como pocos- se pusieron serios. La huella global de esa danza es innegable. No ha habido mejor embajadora en el mundo para Nueva Zelanda, ese pa¨ªs aislado que ha sabido hacerse imprescindible.
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