Rosario, la ciudad argentina que transforma en violencia el folclore del f¨²tbol
La rivalidad hist¨®rica entre Rosario Central y Newell¡¯s pasa de las banderas a las amenazas a jugadores y peleas entre bandas
Rosario Central y Newell¡¯s Old Boys, dos de los clubes m¨¢s importantes del interior de Argentina, protagonizan una peculiar rivalidad que ata?e a una ciudad entera. Todo comenz¨® con un amistoso organizado por un grupo de damas que buscaban recaudar dinero en beneficio de un dispensario donde se atend¨ªa a enfermos de lepra; sin embargo, el partido nunca pudo jugarse por el rechazo de los jugadores de Central. Desde ese d¨ªa son canallas y leprosos. Y nunca dejaron de odiarse, dando paso a una rivalidad que con el tiempo se volvi¨® violenta. La semana pasada, la transferencia del defensa del seleccionado Javier Pinola, que jugaba en Central, a River motiv¨® amenazas de muerte para el jugador y su familia, con pintadas en la escuela a la que concurr¨ªan sus hijos, que los oblig¨® a abandonar la ciudad en forma intempestiva. El jugador de Banfield, Brian Sarmiento, tambi¨¦n fue amenazado v¨ªa Twitter una vez que se conoci¨® que podr¨ªa llegar a Newell's.
POR FAVOR DIFUNDIR Y DENUNCIAR. Esta gente le hace mal al futbol y al pa¨ªs, #SomosRivalesNoEnemigos pic.twitter.com/7jLpHU6EXt
— Brian Sarmiento 22 (@b_sarmiento22) July 1, 2017
El simple hecho de caminar por Rosario alcanza para descubrir que quedan pocas paredes sin pintar. Al mejor estilo de las pandillas neoyorquinas, los hinchas de ambos clubes se dejan mensajes en los muros sin importar si cubren una casa de familia, una escuela o un hospital. Recuerdan abandonos, cl¨¢sicos ganados o, simplemente, se prodigan el cl¨¢sico ¡°puto¡± en cualquier lugar de la ciudad, ese nefasto eufemismo con el que se llama a los homosexuales en Argentina y que la dirigencia del f¨²tbol a¨²n no se propone eliminar, como s¨ª sucede con otros tipos de discriminaci¨®n. Pero los hechos no quedan en meras pintadas: en menos de un a?o tambi¨¦n se cuentan una apedreada al bus que llevaba a los jugadores rojinegros a jugar el cl¨¢sico en el estadio de Central, el ataque a la casa de uno de los vicepresidentes del auriazul, la decapitaci¨®n de un monumento dedicado al fundador del equipo donde surgi¨® Messi y el ataque a uno de los ¨¢rbitros asistentes en el ¨²ltimo cl¨¢sico, que oblig¨® a Newell¡¯s a terminar el torneo jugando a puertas cerradas.
Seg¨²n censos no oficiales, los clubes de las ciudades de Rosario (Rosario Central y Newell?s), Santa Fe (Col¨®n y Uni¨®n) y La Plata (Estudiantes y Gimnasia y Esgrima) son predominantes en sus localidades de origen, con mayor cantidad de simpatizantes all¨ª que Boca y River, los m¨¢s grandes del pa¨ªs. Los primeros cuatro corresponden a la provincia de Santa Fe, al norte de Buenos Aires. Diego Maio, coordinador de Seguridad en Eventos Deportivos, es quien tiene a cargo la dif¨ªcil tarea de controlar semejante tensi¨®n. Es por ello que en su oficina hay dos grandes carpetas que llevan por portada el escudo de las dos instituciones. En di¨¢logo con EL PA?S, explica que ¡°el rosarino vive el f¨²tbol de una forma muy particular. Es todo, y la rivalidad que hasta hace un tiempo era folclore y no pasaba de un enojo, apuestas o cargadas entre amigos, en alg¨²n momento se volvi¨® revancha, al punto que los grupos violentos pactan lugares de encuentros por redes sociales para enfrentarse¡±.
El folclore
El consabido folclore futbolero de Argentina encontr¨® en Rosario una cuna para la creatividad. Luciano Cefaratti, vicepresidente de Rosario Central, recuerda que en la d¨¦cada del 70 ¡°un doctor hincha de Central extrajo el ap¨¦ndice al jugador de Newell¡¯s Ricardo De Rienzo y se lo guard¨® como trofeo¡±. No era un ap¨¦ndice cualquiera, por all¨ª pas¨® la pelota que termin¨® en gol en la recordada palomita de Aldo Poy, un tanto que le permiti¨® a los canallas dar la vuelta ol¨ªmpica en las narices de su rival en 1971.
El gol es recordado todos los a?os por un grupo de hinchas que se hacen llamar la 'Organizaci¨®n Canalla anti Leprosa (OCAL)' y el partido qued¨® inmortalizado en el cuento de Roberto Fontanarrosa llamado 19 de diciembre de 1971.
D'Amico dice que vio "cosas ins¨®litas en ambas canchas".?"Recuerdo un partido en el que se compr¨® un globo aerost¨¢tico con gas muy grande, de unos cinco metros de di¨¢metro, y le pusieron una manta arriba para disfrazarlo de fantasma que sobrevol¨® la tribuna", rememora. El fantasma del descenso es el cl¨¢sico chiste que todo equipo le hace a su rival de siempre cuando a ¨¦ste lo toca caer a la segunda divisi¨®n.
Los vicepresidentes de los clubes coinciden. Luciano Cefaratti, de Central, entiende que ¡°hay algo distinto en Rosario, donde la rivalidad a veces trasciende la raz¨®n y se exagera. A veces es creatividad y a veces locura y con el tiempo se ha hecho cada vez m¨¢s fuerte y tom¨® una gran dimensi¨®n. Se escapa tanto de las manos que durante muchos a?os el f¨²tbol, el hockey femenino y todo aquel deporte que tenga un cl¨¢sico, se tuvo que jugar sin p¨²blico¡±. Cristian D¡¯Amico, de Newell¡¯s, dice que ¡°se vive de una manera muy pasional y, de hecho, las cargadas a veces son m¨¢s grandes que los hechos reales. Como ser¨¢ la pasi¨®n que hay hinchas de Newell¡¯s y de Rosario Central que sufren m¨¢s si el rival gana que si su propio equipo pierde¡±. ¡°En esta ciudad el amor y el odio est¨¢n a un paso¡±, resume su colega, ¡°uno nota permanentemente la ansiedad, el fervor y la pasi¨®n de la gente que es un aluvi¨®n. A veces puede ser para bien y otras para muy mal¡±.
Ambos concuerdan la importancia del papel que juegan. Justamente, el presidente de Central, Ra¨²l Broglia, propuso ¡°quemar en una plaza¡± a su par de River, Rodolfo D¡¯Onofrio, por llevarse a Pinola, dichos por los que luego se retract¨®. ¡°No es f¨¢cil porque uno ademas de ser dirigente ha sido hincha¡±, reconoce D¡¯Amico. ¡°El dirigente hincha sigue siendo un problema¡±, le responde Maio, ¡°sin dudas el dirigente es m¨¢s dif¨ªcil de manejar que el hincha, porque es un protagonista directo y es el que tiene que tomar decisiones y asumir responsabilidades que, hoy por hoy, no las est¨¢n asumiendo al 100%, aunque s¨ª hay un fuerte compromiso y un cambio. Ya te digo que hace cuatro a?os si nos atend¨ªan el tel¨¦fono ten¨ªamos suerte y hoy coordinamos muchas tareas de prevenci¨®n junto a ellos y acuden a nosotros de manera directa¡±.
"El entrenador Paolo Montero lo compara con Napoli. Ustedes son napolitanos, est¨¢n todos locos, dice". Cefaratti.
El cargo tambi¨¦n advierte que ¡°el hincha com¨²n le da legitimidad a estos grupos violentos, porque canta las canciones de la barra, celebra los festejos de la barra y en alg¨²n momento los volvi¨® un show en s¨ª mismo, terminaron siendo m¨¢s protagonista que los propios jugadores¡±. Sin embargo, es optimista: ¡°El problema de seguridad no es de cantidad de polic¨ªas sino cultural. A muchas provincias le falta la mirada pol¨ªtica porque, por lo general, est¨¢n comandadas por polic¨ªas o ex polic¨ªas. En Santa Fe hablamos de una intervenci¨®n policial del 40% cuando antes habl¨¢bamos de un 100. Estamos bien diagnosticados, pero se necesitan muchas medidas para sanar¡±.
"El periodismo partidario tambi¨¦n hace mucho da?o porque retroalimenta la locura que se vive en la ciudad". D'Amico.
Ninguno de los clubes involucrados escapa al gran flagelo del f¨²tbol argentino, las barras bravas, uno de los elementos que radicaliz¨® las acciones. ¡°Existen y seria muy hip¨®crita negarlo¡±, dice Cefaratti. ¡°Los conocemos como los conoce cualquier hincha de Newell¡¯s, ni mas ni menos¡±, afirma D¡¯Amico. Maio va un poco m¨¢s all¨¢: ¡°Hoy las barras, no s¨®lo en Rosario, se caracterizan por ser verdaderas asociaciones il¨ªcitas, y vienen al club para reclutamiento de soldaditos, fuerza de choque, para establecerse en determinado territorio o barrio. La particularidad es que de acuerdo al tama?o del club tambi¨¦n es el tama?o del problema. La barra de Newell¡¯s tiene vinculaciones con (el grupo narco) Los Monos, una banda completamente desarticulada pero que siempre est¨¢¡±.
Unas 80 personas tienen prohibido el ingreso al estadio del Parque Independencia de Newell's, y sucede lo mismo con los 14 de Central que apedrearon el micro de su rival. ¡°Eso nos permiti¨® evitar que la barra de Newell¡¯s se reorganice dentro de la instituci¨®n", dice Maio, "los cabecillas no pueden ingresar y la caracter¨ªstica antropol¨®gica que tiene una barra es que el jefe tiene que estar en el territorio, porque si no est¨¢ parado arriba del paravalancha no es jefe y as¨ª pierden mucho poder¡±, finaliza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.