Landa salva el maillot amarillo de Froome en el macizo central
El alav¨¦s se descuelga del grupo principal en el puerto m¨¢s duro y espera a Froome, que hab¨ªa sufrido una aver¨ªa. Victoria de Mollema
En un altiplano de maquis, resistencia y rebeld¨ªa, Mikel Landa fue el ¨¦quipier modelo que se descolg¨® del menguado grupo de los mejores mediado un puerto de miedo y esper¨® a su jefe averiado. Cuando lleg¨® a su rueda Chris Froome con la lengua fuera y la cabeza botando de lado, Landa, pura disciplina, le guio con tranquilidad y le devolvi¨® a su lugar. Quedaban a¨²n cuatro kil¨®metros del Peyra Taillade, un primera nunca ascendido en el Tour que estuvo a la altura del temor con el que se hablaba de ¨¦l la v¨ªspera. Quedaban algunas de las rampas m¨¢s duras. En el grupo, acelerado por el Ag2r del Romain Bardet que recorr¨ªa las carreteras de su infancia, marchaban ya nueve de los 10 primeros de la general. Solo faltaba Nairo Quintana, due?o de una cabeza que le anima a sus sue?os de grandeza y esclavo de un cuerpo que le frena. Ninguno atac¨® con decisi¨®n y deseo de hacer da?o. Quiz¨¢s solo habr¨ªa podido hacerlo Landa, tan fuerte. Por delante, miembro de la masiva fuga matinal, Bauke Mollema, el lugarteniente de Contador, gan¨® la etapa.
Al Tour le quedan seis etapas: tres sprints, dos de Alpes y una contrarreloj. Los cuatro primeros de la general se api?an en 29s. Y Froome, l¨ªder por 18s, est¨¢ feliz. A Le Puy en Velay, entre Nuestra Se?ora de Francia, que domina un pin¨¢culo mineral y salvaje, y una iglesia que dialoga con ella desde otro promontorio, y la ciudad abajo, en el fondo de un caldero, Nairo llega arropado por su compa?ero Betancur a casi cuatro minutos de Froome. En la general es 11?, a 6m 16s.
Juan Antonio Flecha, que fue ciclista en el Tour y trabaja para Eurosport, entrevista a Froome en la meta. Lo hace en ingl¨¦s.
--?Qu¨¦ tal va tu espa?ol, Chris?
--Bueno, bueno¡ Me est¨¢n ense?ando Nieve y Henao, pero la mayor¨ªa de lo que aprendo son palabras que no son pol¨ªticamente correctas.
--?Has usado alguna de esas palabras en la charla que has tenido con Landa despu¨¦s del descenso del puerto?
--?C¨®mo? No, no¡ Solo le he dicho que en el grupo en el que ¨ªbamos hab¨ªa que estar atentos para no dejar moverse a Bardet.
Bardet, el chico del lugar, no se mueve. ¡°No he pensado en el maillot amarillo¡±, dice. ¡°El Tour es un juego de paciencia¡±. En la subida, ha tenido la oportunidad de pecar de impaciente y triunfar. O eso parec¨ªa. Su equipo, el Ag2r, gran amante de las maniobras colectivas, lleva unos kil¨®metros acelerando y el pelot¨®n se rompe. Justo entonces, ya un poco descolgado, Froome se para a la izquierda. Le pide su rueda trasera a su compa?ero Kwiatkowski. ¡°Creo que se rompi¨® un radio a la m¨ªa y tuve que cambiarla, y el coche del equipo estaba lejos¡±, explica luego el ingl¨¦s, ya recuperado el ¨¢nimo y pasado el miedo. Henao y Nieve le acercan a la cabeza hasta que no pueden m¨¢s. Ha llegado a perder un minuto. El retraso anda entonces por los 40s. Landa recibe la orden de parar. ¡°Uff, qu¨¦ estr¨¦s he pasado¡±, dice el ingl¨¦s. ¡°Pens¨¦ que perd¨ªa el maillot amarillo, pero lo he salvado gracias a mi equipo, a la rueda de Kwiatkowski, al trabajo de Henao y Nieve¡ bueno, y Landa, que me esper¨® cuando ya casi hab¨ªa terminado¡±.
Froome jadea y con esfuerzo, liberado ya Landa, resiste con los mejores en las rampas del 14% estrechas y asfalto ardiente. Como corderitos, los que tan cerca est¨¢n de ¨¦l en la general, no aprovechan el momento para agitar las aguas y ver qu¨¦ pasa. No se mueven Ur¨¢n ni Aru. Cuando llega el terreno m¨¢s f¨¢cil, Bardet lanza un ataque publicitario y suave que sirve para que la gente insulte a Froome por aguantar tanto como le jalean a ¨¦l. Despu¨¦s, se ponen todos de acuerdo para decidir que el rival es Nairo y que har¨¢n bien yendo todos juntos para acabar de una vez con el insidioso colombiano.
Solo Martin atiende la llamada de la tierra y ataca. Pelea contra el viento en los falsos llanos finales y ara?a unos segundos que le permiten adelantar a Landa en la general. Contra el viento de cara, su elemento, como el de todos los holandeses de las costas, los p¨®lderes y las dunas, lucha tambi¨¦n Mollema. Y triunfa. Cerca de las Cevennes, de su paisaje de ca?ones secos y montes pelados, cerca de los pueblos que ama Tim Krabb¨¦, el cantor del ciclismo holand¨¦s, que le inspira.
Dicen los que conocen al Sky que su jefe, David Brailsford, no duda de la lealtad de Landa, que quien duda es Froome, pues conoce mejor c¨®mo es el alma de los campeones. Por si acaso, una hora despu¨¦s de sus priemra declaraciones, matiza. ¡°Tengo que destacar el trabajo de Landa, que me esper¨® en el ¨²ltimo kil¨®metro del puerto¡±, dice.
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