Aprender de la experiencia
Nuestro modelo de gesti¨®n del deporte est¨¢ resueltamente anticuado y tiene un tufo a ¡°herencia organizativa¡±
Las noticias que se van conociendo sobre la gesti¨®n de la federaci¨®n de f¨²tbol en los ¨²ltimos a?os y que se unen a otros procedimientos abiertos en otras federaciones suscitan varios planos de an¨¢lisis. El primero, ligado al morbo de conocer lo que realmente ha pasado, los implicados, el alcance real, etc... Este es un inter¨¦s centrado en la actualidad y que reviste un inter¨¦s espec¨ªfico porque en el ¨¢mbito penal lo importante (aunque a veces no lo parezca) no es c¨®mo se empieza sino como se acaba, esto es, qu¨¦ se ha probado en un proceso. Por tanto, m¨¢s all¨¢ la vistosidad, este inter¨¦s se ir¨¢ difuminando con el proceso y solo en el punto final recobrar¨¢, de nuevo, su inter¨¦s.
Pero adem¨¢s de este plano tan medi¨¢tico a muchos lo que nos suscita es una reflexi¨®n m¨¢s fr¨ªa, menos vistosa, casi pl¨²mbea ?servir¨¢ de algo todo esto? ?quedar¨¢ en un conjunto de medidas o sentencias personales y todo seguir¨¢ igual? En suma ?aprenderemos algo de la experiencia?
En este punto cabe recordar que nuestro modelo de gesti¨®n del deporte es un modelo que, en el plano de la administraci¨®n y la gesti¨®n de las entidades federativas, est¨¢ resueltamente anticuado y tiene un tufo a ¡°herencia organizativa¡± que condiciona su virtualidad.
Las entidades como las Federaciones que carecen de ¨¢nimo de lucro y que representan parcelas evidentes de inter¨¦s general son formas organizativas especiales en las que la transparencia, el control, la prevenci¨®n, la responsabilidad son no solo parte de la exigencia com¨²n de quienes administran bienes de otros sino, sobre todo, parcelas de especial cuidado o relevancia.
De alguna forma podemos indicar que el esfuerzo interno por promover cotas m¨¢s altas de autorregulaci¨®n y control no ha sido suficiente en los ¨²ltimos a?os. Se necesita un fuerte impulso interno de legitimaci¨®n de la gesti¨®n en el ¨¢mbito federativo que pasa por el compliance, los c¨®digos de autorregulaci¨®n, el control de procedimientos, la responsabilidad, la independencia de los controles, las alertas. Hoy el mundo mercantil (tan liberal en las formas en otros momentos de la vida social) gestiona conforme a estos esquemas porque ha llegado a la conclusi¨®n de que la gesti¨®n de lo ajeno necesita de un plus ¨¦tico y est¨¦tico sobre las obligaciones legales. La experiencia vivida nos debe llevar a aproximarnos a estos esquemas.
Pero ese esfuerzo no puede ser ¨²nicamente interno y voluntario siendo como es muy importante esta faceta. El legislador debe actualizar y modernizar el esquema de funcionamiento y debe aclarar cu¨¢l es su papel en el ¨¢mbito de la gesti¨®n deportiva. El servicio al inter¨¦s general que corresponde por imperativo constitucional a la Administraci¨®n deportiva exige compromiso, marco regulador, ideas claras, prevenci¨®n, proyecto y aseguramiento del inter¨¦s general. Los ¨¦xitos del deporte, su repercusi¨®n social, su influencia en la sociedad parece que admiten que todo se deje a la composici¨®n interna del conflicto. Respetar la identidad del deporte y sus agentes no es permitir que la gesti¨®n y el compromiso social carezcan de reglas claras y determinantes.
El modelo deportivo exige un cambio de mentalidad, de compromiso, de transparencia, de ¡°normalizaci¨®n¡±. Pero exige, sobre todo, una reflexi¨®n de qu¨¦ ha fallado sin pensar que solo fallan las personas. El sistema no ha ayudado y el sistema exige actualizaci¨®n. Esto demostrar¨ªa que, al margen de las responsabilidades personales, hemos aprendido del pasado.
Alberto Palomar Olmeda es profesor de Derecho Administrativo.
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