El Real Madrid se gusta con el bal¨®n frente al Deportivo
Los blancos, con muchas variantes, superan con claridad a un D¨¦por sin apenas respuestas. Los de Zidane anotan un gran segundo gol con un sinf¨ªn de toques y toques
No hubo intriga en Riazor, donde el Madrid fue el Madrid y el Deportivo fue el Deportivo. Con cada cual en su papel se cumpli¨® la l¨®gica y los blancos despacharon la primera jornada con solvencia, sin m¨¢s inquietud que alg¨²n combate inicial de Andone resuelto por Keylor. Por A Coru?a no pas¨® un Madrid de otro planeta, pero s¨ª un equipo firme, mand¨®n y, sobre todo, vers¨¢til, capaz de barajarse una y otra vez.
De las mil caretas que tiene el Madrid, esta vez eligi¨® ponerse el frac para mimar el bal¨®n, de pie en pie, sin extrav¨ªos. Sin una sigla de la BBC, la presencia de un medio m¨¢s, en este caso Isco, facilita el gobierno, el f¨²tbol m¨¢s pausado. No de forma ret¨®rica, sino para escudri?ar al adversario, despistarle por aqu¨ª y por all¨¢ y sacar el florete en el momento oportuno. Al toque de Isco, Kroos y Modric entr¨® en escena el equipo de Zidane. Pero resulta que mientras abanicaba a su antojo la pelota, el Deportivo le caz¨® tres veces en un periquete. M¨¢s que el Deportivo, Andone, un corsario con alma de Capit¨¢n Trueno que se gana las habichuelas por su cuenta en la delantera de los de Mel. Un tipo capaz de chocar con una tanqueta, lo suyo es el cuerpo a cuerpo y as¨ª sac¨® la cadena a Carvajal. Keylor respondi¨® tan bien como un par de minutos despu¨¦s cuando Andone pill¨® con la caraja a Sergio Ramos (que bien pudo ahorrarse la expulsi¨®n en el ¨²ltimo suspiro). El Madrid amenazaba con el bal¨®n; el D¨¦por, con Andone. Hasta que Nacho, que siempre es Nacho, lo que es m¨¢s de lo que pueda parecer, le gan¨® cada pulso al rumano. Fin del Deportivo y fin de Andone, que hasta fall¨® un penalti muy cerca del final.
Rebajado Andone, el Madrid ya solo tuvo que atender al camino hacia Rub¨¦n, el meta local. Y su mejor v¨ªa de escape lleg¨® por los costados, donde Carvajal y Marcelo fueron un soporte extraordinario. Por el embudo el asunto era cosa de Isco, por las alas era materia de los laterales, que, incluso, en muchas ocasiones se situaban ambos por delante de la l¨ªnea de volantes. Situaci¨®n que propici¨® no solo que el Deportivo tuviera que estirarse a lo ancho y dejar m¨¢s aire a Isco y sus socios, sino que acentu¨® la superioridad madridista en la gesti¨®n de cada ataque. Tan abierto estaba el campo de Riazor que Modric irrumpi¨® sin esposas cerca del balc¨®n del ¨¢rea. Su disparo lo desvi¨® de mala manera Rub¨¦n. Benzema quiso picar el bal¨®n. Le dio con el juanete, pero le cay¨® a Bale a un palmo de la red.
El segundo tanto reflej¨® mucho mejor de qu¨¦ iba el Madrid de A Coru?a. La jugada dur¨® una eternidad, una oda a la paciencia. Tic, tac, tic, tac... Hasta que Isco, en el pico derecho del ¨¢rea cambi¨® la orientaci¨®n hacia el v¨¦rtice izquierdo, donde estaba Marcelo. El centro del brasile?o lo caz¨® como ariete Casemiro ¡ªel medio defensivo¡ª y a su espalda estaban Bale y Carvajal ¡ªel otro lateral¡ª. Una de las distinciones de este Madrid es que no es nada convencional. Cualquiera puede estar donde el contrario sospecha que no estar¨¢. El rival nunca tiene las pistas adecuadas. Demasiado por los chicos de Pepe Mel y para muchos otros. El Deportivo, como tantos de la Liga, apenas se ha podido reforzar y va con lo justo. Al menos da la sensaci¨®n de haber encontrado un buen central en el suizo Sch?r.
Con el discurrir del encuentro poco a poco se apag¨® Isco. Lo mismo dio. Tanto cesto tiene Zidane, que Kroos y Modric cogieron el testigo y el Madrid mantuvo la misma autoridad. Ni antes ni despu¨¦s del baj¨®n de Isco fue un equipo deslumbrante, pero el guion no se lo exigi¨®. Se basta con sus infinitos recursos, aunque sea de forma puntual.
El tercer tanto, por ejemplo, fue otro retrato de lo que es este Madrid camale¨®nico. Marcelo sac¨® de banda a la altura del medio campo. Cit¨® a Benzema, que estaba de interior zurdo. El franc¨¦s dio continuidad al juego con Bale, ubicado de extremo. El gal¨¦s, mejorado en el segundo acto, maniobr¨® muy bien, pero dentro del ¨¢rea solo estaba Isco en una jaula de defensores. Bale advirti¨® que al balc¨®n llegaban como una manada Kroos, Modric y el propio Benzema. Al disparo concluyente se adelant¨® el alem¨¢n.
Cerrado con creces el partido, Zidane dio vuelo a Asensio y, especialmente, a Marcos Llorente. Un cambio significativo. El sobrino-nieto de Paco Gento, relevo natural de Casemiro, duda si aguantar a la sombra del brasile?o, m¨¢xime cuando en la Supercopa le pas¨® por delante Kovacic. En Riazor recibi¨® un mensaje. Con encuentros tan liquidados Zidane hasta tiene tiempo de emitir se?ales.
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