Un holand¨¦s errante reta a Froome en la Vuelta a Espa?a
Bol, que corre en un equipo colombiano, a punto de ser l¨ªder en la etapa ganada por Mohoric
Cayeron cuatro gotas que m¨¢s parec¨ªan pavesas de una hoguera de calor. Cuatro gotas como cuatro l¨¢grimas, como las que quiz¨¢s no consiguieron detener el colombiano Betancur, -otro l¨ªder ca¨ªdo del Movistar- o el eritreo Kudus -que se hab¨ªa exhibido en Sagunt- o el estadounidense Warbasse, todos ca¨ªdos entre ayer y hoy, los dos primeros de vuelta a casa, dolientes y dolidos, magullados. Cuatro gotas como los cuatro abandonos que ya ha sufrido la Dimensi¨®n Data cuando a¨²n quedan dos terceras partes de la carrera. Cuatro gotas como los cuatro africanos que ya han dejado la carrera: el mencionado Kudus y el marroqu¨ª El Abdia, por sendas ca¨ªdas, y el argelino Reguigui y el sudafricano Dougall por un virus estomacal.
Se anunciaban tormentas en los campos del Quijote y el cielo plomizo parec¨ªa dar raz¨®n a los pron¨®sticos. Pero fueron cuatro gotas, dos por la ma?ana y dos por la tarde. No hubo tormenta meteorol¨®gica ni deportiva. Pesaba el susto de ayer en Sagunt y pesaba, a¨²n m¨¢s, la llegada al Xorret de Cat¨ª del s¨¢bado, la primera gran cuesta, la rampa endiablada que retuerce los cuerpos de los ciclistas y convierte sus piernas en palillos chinos manejando las curvas como granos de arroz en manos de un ne¨®fito en la materia.
As¨ª que a fuga, la inevitable fuga ten¨ªa todas las posibilidades de triunfar. En d¨ªas como este, la etapa se convierte en una jugada de puertas abiertas con los guardianes jugando al mus pero mirando por el rabillo del ojo que entre los fugados no haya ning¨²n preso preocupante, ninguna amenaza al alcaide, que en este caso es Froome. Pasada la lista, los fugados parec¨ªan buena gente, presos de confianza que solo quer¨ªan un d¨ªa de asueto y una jornada de gloria. Luego vuelta a casa, cumplida la libertad condicional.
Pero entre la tropa estaba Jetse Bol, un holand¨¦s de 27 a?os enrolado en las filas del colombiano Postob¨®n, un equipo de aprendizaje y muestreo para al para¨ªso europeo. Bol estaba el 32? en la general a 8,55 minutos. Y la fuga se iba lejos, muy lejos, amenazando con deste?ir el maillot rojo de Froome, empe?ado, a ser posible, de llevarlo hasta el final tras enfund¨¢rselo en Andorra. Y Bol era una amenaza. Puntual, pero amenaza cuando te planteas cada etapa como el principio del final, como un fin en s¨ª mismo. El Sky midi¨®, calcul¨®, sum¨® y rest¨® y evit¨® que el holand¨¦s destronase al brit¨¢nico en una fuga consentida.
Cuatro gotas, como cuatro iban a ser los destinados a disputar el triunfo final, ajenos a asunto de lideratos. La cosa estaba entre Mahoric, Rojas, De Gendt y Poljanski, con notable alegr¨ªa para el ciclista espa?ol del Movistar, especialista en llegadas. Pero la juventud impera y a Mahoric, esloveno, campe¨®n mundial juvenil y sub 23 en ruta, la juventud (22 a?os) no le cab¨ªa en el cuerpo. Y la dej¨® fluir. Se fue, como una bestia, con posturas heterodoxas en las bajadas, feas, si se quiere, pero que resultaron efectivas. Y gan¨® en Cuenca, s¨ª, en la tierra de Oca?a, con tantos motivos para recordar. Y cayeron cuatro gotas como pavesas, como fuegos artificiales.
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