Jubileo de Froome y Contador
Nibali sucumbe en una etapa marcada por la bendita locura de Aru y ganada por el belga Arm¨¦e
Fabio Aru est¨¢ triste, ?qu¨¦ le pasa a Fabio Aru? Le pasa que se quiere ir del Astana para fichar por el UAE Emirates pero su actual equipo tiene derecho de tanteo, como en el baloncesto, y no le quiere dejar marchar. Fabio Aru est¨¢ enfadado con la situaci¨®n y este jueves se march¨® en un viaje a ninguna parte, se fue a hacerse un Fuente D¨¦ pero con el reloj parado, el despertador retrasado, cuando la fuga le llevaba m¨¢s tiempo del que se tarde en comer un plato del d¨ªa. Pero se fue. Se fue con rabia, como un loco que revindica su cordura, su jerarqu¨ªa. Se fue a su infinito particular y a su infierno ardiente. Se fue como se reivindic¨® el Conde Don Juli¨¢n y tantos otros derrotados, enfadados, irritados porque no van ni les dejan irse. Aru, en el anonimato, en la rutina de salir y llegar, decidi¨® quedarse en medio para nada, para desfilar por el desfiladero de Hermida con la compa?¨ªa de su soledad.
Porque ganar iba a ganar otro. Y ese otro pod¨ªa ser su compa?ero de equipo, el kazajo Lutsenko, que obviamente no esper¨® a un perdedor y decidi¨® jugarse la etapa con el belga Arm¨¦ y cederla -eso no lo decidi¨® ¨¦l, sino su colega belga- en los ¨²ltimos 200 metros exigentes antes de llegar al Monasterio de Santo Toribio de Li¨¦bana, donde se restringi¨® la entrada, pero hace poco Jean Michel Jarr¨¦ reuni¨® a finales de abril a 6.000 personas en un concierto que abr¨ªa el a?o jubilar. Li¨¦bana, lugar de santidad y de orujo, a elegir. Lugar de andarines y relajados viandantes que se esconden entre los macizos de los Picos de Europa para repostar en Panes, en Hermida, en Potes, antes de fustigarse con la exigencia.
Pero no hay descanso. Vale que se permiti¨® una fuga de 20 ciclistas, para garantizarse un descanso necesario a estas aturas. Vale que desde ese momento, los grandes, los importantes, corr¨ªan otra carrera, ten¨ªan otro sendero. Su j¨²bilo era distinto al de los que solo quer¨ªan llegar primeros. El jubileo era para los humildes y gan¨® uno de los m¨¢s humildes, Sander Arm¨¦e, belga de la universitaria Lovaina, que consegu¨ªa su primera victoria como profesional. Rompi¨® en el tramo final a Lutsenko, una roca kazaja que ya hab¨ªa ganado en Alcossebre, parado, detenido, seco en el tramo final de la exigente subida al Monasterio.
?Y para qu¨¦ te fuiste?, dir¨¢ Aru, ?para ser segundo?, insistir¨¢ Aru. ?Y para qu¨¦ te fuiste t¨², -pensar¨¢ Lutsenko- a 12 minutos de la fuga, como un titiritero enfadado? Perdieron los dos. Y por detr¨¢s, la batalla principal. Y otra vez Contador poniendo petardos en la carretera, seis, siete, sometiendo a los favoritos al esp¨ªritu de Fuente D¨¦ (la etapa era distinta, aunque reconocible), intentando, robando, insistiendo, viendo como el Sky poderoso resist¨ªa, tan arropadito Froome, tan protegido.
Y Contador dale que dale al pandero, que no decaiga. Uno, dos, cinco, seis ataques, con este, con aquel, detr¨¢s o delante de este o de aquel. Contador indiscutible, el rey de la combatividad que no punt¨²a, el guerrero sin antifaz, el verso libre que no sucumbe a la indiferencia. Y siempre fue cogido, detenido, retenido por la m¨¢quina del Sky. Y en esto que Chris Froome, que flaque¨® en Los Machucos, herido, quiz¨¢s ofendido, decide en el ¨²ltimo kil¨®metro pasar al ataque, reivindicar -para algo, no como Aru para nada- su nombre, su posici¨®n, su trayectoria, su maillot, sus certezas por encima de sus dudas. Y se va, y le sigue Contador, y resiste Woods, siempre visible con su maillot verde fosforito pero siempre por detr¨¢s, agarrado a un rabo de nube, como Silvio Rodr¨ªguez.
No era d¨ªa para italianos. Aru se marc¨® una contrarreloj con el reloj parado y Nibali, al final cedi¨® 20 segundos ante Froome, incapaz de resistir su ¨²ltimo ataque. El vaiv¨¦n de la Vuelta contin¨²a. Hoy por ti y ma?ana por m¨ª. Froome devolvi¨® el golpe y ya solo El Angliru le quita el sue?o. No va m¨¢s.
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