En pie
Con la retirada de Contador se va el guardi¨¢n del espect¨¢culo, el ¨²nico ciclista ¨²nico que existe
La objetividad est¨¢ sobrevalorada. Mejor dicho, y en lo que al deporte se refiere, no existe. Es la opini¨®n de quien esto escribe, dicha con toda objetividad. En esto del deporte se puede ser ecu¨¢nime, desinteresado incluso al emitir un juicio, pero dif¨ªcilmente se puede ser desapasionado. As¨ª que este que aqu¨ª expone su parecer, de forma desinteresada pero en absoluto desapasionada, se permite sentenciar que el guardi¨¢n del espect¨¢culo, el chico que solo juega a la carta m¨¢s alta, el que sue?a con lo imposible, el lobo solitario, el que ve monta?as donde solo hay gigantes, el hombre que se empe?a, no siempre con ¨¦xito, en regalar heroicidades, el ¨²nico ciclista ¨²nico que existe, se despide. P¨®nganse, pues, en pie los que no son objetivos, los que se apasionan, los que valoran el v¨¦rtigo, los que saben distinguir entre el deporte y un desfile militar. P¨®nganse en pie, s¨ª, para decir adi¨®s a Alberto Contador.
Durante d¨ªas, semanas, a?os, la modorra de la siesta quedaba interrumpida, como si de un portazo se tratara, por el grito que sal¨ªa del televisor: ¡°?Ataca Contador!¡±. Era la se?al que esper¨¢bamos para volver al mundo de los despiertos. Podr¨ªan quedar dos, cinco, 10 e incluso 60 kil¨®metros para la meta. Lo intentaba Contador, cuesta arriba, una y otra vez. El televidente, y el pelot¨®n, se desperezaban al alim¨®n. Las se?ales de alarma se encend¨ªan en los equipos de sus principales rivales, tan entretenidos con sus pinganillos y sus potenci¨®metros mientras aquel chalado sub¨ªa y sub¨ªa, protagonista de una aventura que, al menos durante unos instantes, era de final incierto. ¡°Es un ciclista de los de antes¡±, dec¨ªan los m¨¢s afamados especialistas. Los de antes eran aquellos h¨¦roes en blanco y negro que, por lo visto y escuchado, recorr¨ªan 300 kil¨®metros en un eterno sube y baja avituallados con unos spaghettis. Y un pl¨¢tano, quiz¨¢.
Gan¨® Contador en el infernal Angliru, colof¨®n a una descomunal carrera y a una Vuelta en la que no ha parado de intentarlo de un modo casi enfermizo. Se jubila as¨ª con la admiraci¨®n general, un¨¢nime entre los profesionales, con Froome al frente, al que las embestidas del madrile?o han empujado a proclamar que esta Vuelta es ¡°la carrera m¨¢s dura¡± en la que ha participado. Lo explicaba as¨ª Eduardo Rodrig¨¢lvarez en su deliciosa (otra m¨¢s) cr¨®nica del Angliru en este peri¨®dico: ¡°No bastaba con no pasar desapercibido, no bastaba con atacar y atacar sin medir la capacidad de su explosivo y la direcci¨®n de sus disparos. Necesitaba una diana, es decir, un aqu¨ª estoy yo¡±. En el habitual y a menudo edificante ep¨ªlogo que los lectores ponen a algunas cr¨®nicas, uno de ellos escrib¨ªa: ¡°L¨¢stima d¨ªa de Andorra. Puedo asegurar que all¨ª los solomillos son excelentes. No s¨¦ qu¨¦ pudo pasar¡±. Se refer¨ªa el cr¨ªtico lector con tan desternillante chanza a la etapa del principado, donde Contador se dej¨® casi dos minutos y medio y, de paso, cualquier atisbo de ganar la carrera. Y se refer¨ªa el chiste tambi¨¦n al famoso suceso del clembuterol, sustancia que fue hallada en el organismo de Contador en dosis ¨ªnfimas y que le supuso, como manda la ley, la p¨¦rdida del Tour de 2010 y el Giro de 2011. Est¨¢ en su derecho el lector, faltar¨ªa m¨¢s, de fisgar en la basura como lo est¨¢ este columnista en recordar que en este pa¨ªs no existe la cadena perpetua (de momento) y que Contador ya pag¨® con creces su delito.
Como lo hizo, lo de pagar, all¨¢ en 1969, el mism¨ªsimo Eddy Merckx, el m¨¢s grande que jam¨¢s hubo, que abandon¨® un Giro que era suyo al dar positivo por anfetamina. Desde entonces el belga gan¨® cuatro Tours, cuatro Giros y una Vuelta. Nadie puso en duda esos triunfos posteriores. Desde el episodio del clembuterol y el solomillo m¨¢s c¨¦lebre de la historia, Contador ha ganado una Vuelta y un Giro. Son un total de siete grandes, que le colocan entre los mejores ciclistas de siempre. Y de ah¨ª no hay mala baba que le saque, por mucho fiscal sin toga que lo intente, incapaces como son de reconocer los m¨¦ritos de un t¨ªo que, m¨¢s all¨¢ de sus ¨¦xitos, ha destrozado el ciclismo de garrapata, en el que nadie suelta a nadie hasta el ¨²ltimo instante. Dicho esto, y si ustedes lo permiten, servidor y su objetividad seguiremos en pie.
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