Nadal y la dulce rutina de las finales
Pese a un peque?o enredo, el n¨²mero uno despacha a Dimitrov (6-3, 4-6 y 6-1, en 2h 16m) y aterriza por novena vez este a?o en un choque definitivo. Entre ¨¦l y el segundo t¨ªtulo en Pek¨ªn estar¨¢ Kyrgios
Aunque hubo una franja de enredo, nada preocupante, Rafael Nadal volvi¨® a imponer su jerarqu¨ªa y derrot¨® a Grigor Dimitrov (6-3, 4-6 y 6-1, en 2h 16m) para aterrizar en su novena final del curso, la cuarta en Pek¨ªn, 110? como profesional. El espa?ol aspira ahora a su sexto t¨ªtulo del a?o y dio un poco m¨¢s de lustre a este fabuloso 2017 en el que ha retomado el caudillazgo del circuito y a masticar trofeos. Eso s¨ª, en Pek¨ªn falta la puntilla, con Nick Kyrgios (6-3 y 7-5 a Alexander Zverev) como escollo; pero antes, Dimitrov, su verdugo la campa?a pasada en este escenario, abatido esta vez en un encuentro que se enmara?¨® un poco, pero con un claro dominador.
El primer parcial fue un muestrario de todo lo que ha venido exhibiendo Nadal a lo largo de la temporada. Ninguna laguna mental, poder y m¨¢s poder, ni una sola fisura; concentraci¨®n y m¨¢s concentraci¨®n, por m¨¢s que el rival estuviera aturdido, o perdido en el caso de Dimitrov, que a pesar de comenzar a buen tono se vio a remolque casi de inmediato. A los 17 minutos ya hab¨ªa cedido el servicio una vez y Nadal hab¨ªa puesto un mundo de por medio: 4-1 por delante, golpe firme, pr¨¢cticamente impecable con el saque. Piernas y m¨¢s piernas, de modo que al b¨²lgaro no le serv¨ªa de mucho elaborar e imaginar, porque ah¨ª donde pon¨ªa la bola llegaba la raqueta del balear.
Tuvo una opci¨®n m¨ªnima de rebatir Dimitrov, puro espejismo, porque ara?¨® dos posibilidades de break para tratar de reengancharse, pero Nadal descosi¨® las dos con una rotundidad extraordinaria. Se defendi¨® de la mejor manera posible el n¨²mero uno, con fiereza, atacando, d¨¢ndole un par de zarpazos: una dejada y una subida incisiva a la red. ?Zas! Marcando jerarqu¨ªa. Hasta aqu¨ª, un Nadal dictatorial y un Dimitrov difuminado; el espa?ol a velocidad de crucero y el b¨²lgaro desconcertado, porque no le sal¨ªan los trucos y la distancia an¨ªmica se iba haciendo cada vez m¨¢s considerable.
Si no resuelto, por sensaciones el pulso parec¨ªa pr¨¢cticamente decantado. Al mallorqu¨ªn le corr¨ªa la bola de maravilla y el n¨²mero ocho (26 a?os) no encontraba el toque. Se le puso todav¨ªa m¨¢s feo cuando Nadal le rompi¨® el servicio en el arranque de la segunda manga, en blanco adem¨¢s. Otro palo y m¨¢s tierra de por medio. Sin embargo, el de Manacor perdi¨® chispa y comenz¨® a fallar, as¨ª que aviv¨® a Dimitrov, que agradeci¨® el indulto, se levant¨® y fue reencontr¨¢ndose con ese tenis de altos quilates que hace de ¨¦l un jugador especial.
El lapsus de la segunda manga
Se repuso el b¨²lgaro y perdi¨® el sitio Nadal, quien dej¨® una cifra absolutamente inusual de errores en el segundo set (17). Entreg¨® por primera vez el saque (3-3) y todo se equilibr¨®. Dimitrov, dos caras, afil¨® la daga e igual¨® el cruce, pero despu¨¦s dio dos pasos en falso nada m¨¢s nacer el tercer parcial. Regal¨® dos juegos al asomarse con ingenuidad a la cinta, muy precipitado y sin ning¨²n tipo de fe, y el mallorqu¨ªn logr¨® un doble break que, ahora s¨ª, plante¨® un abismo definitivo. Recuperado el vigor, la frescura de Nadal, el choque se parti¨® por completo (4-0), perdi¨® el color y fue en una sola direcci¨®n.
Demasiado castigo para una mente quebradiza como la de Dimitrov, ya sin gasolina, exprimido y estrujado por el n¨²mero uno, otra vez en una final (13.30, Movistar+ Deportes 2), la novena de la temporada. La deliciosa rutina de la victoria para Nadal en este 2017, en el que suma m¨¢s triunfos que nadie (60) y est¨¢ siendo m¨¢s regular que ninguno, enlazando finales y premios con una autoridad supina, disfrutando del tenis como si fuera un campe¨®n primerizo.
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