El comienzo de un nuevo relato del ¡®caso Armstrong¡¯
Se cumplen cinco a?os desde que el norteamericano fue sancionado a perpetuidad y despose¨ªdo de sus siete Tours por dopaje
Cuando, despu¨¦s de empaparse de todos los detalles, Lance Armstrong tuvo una idea precisa de la Operaci¨®n Puerto, su primera reacci¨®n fue maravillarse ante el nivel de precisi¨®n y log¨ªstica del entramado organizado por Eufemiano Fuentes para dopar a sus grandes rivales, Jan Ullrich, Ivan Basso, Joseba Beloki¡; luego, se maravill¨® de s¨ª mismo. ¡°Y contando con todo esto, ?ninguno fue capaz de ganarme?¡±, se preguntaba. Por eso, cuando seis a?os despu¨¦s, en octubre de 2012, le lleg¨® a ¨¦l el turno del desvelo, una de las cosas que m¨¢s le fastidi¨® a Armstrong fue el subt¨ªtulo del informe de Travis Tygart, el director de la agencia antidopaje de EE?UU (USADA) sobre su propio dopaje: ¡°el m¨¢s sofisticado, profesional y exitoso sistema de dopaje jam¨¢s puesto en marcha¡±. ¡°?Ja!¡±, dijo Armstrong. ¡°?Qu¨¦ forma de darse importancia! ?Conoce la Operaci¨®n Puerto para decir que esto m¨ªo es m¨¢s sofisticado?¡±.
Armstrong fue sancionado a perpetuidad y despose¨ªdo de sus siete Tours de Francia victoriosos. Dos de los m¨¦dicos que le ayudaron, el italiano Michele Ferrari y el espa?ol Luis Garc¨ªa del Moral, tambi¨¦n fueron suspendidos de por vida. La sanci¨®n para Johan Bruyneel, el director de su equipo, fue de 10 a?os, y de ocho para otro m¨¦dico, Pedro Celaya, y el entrenador Jos¨¦ Mart¨ª.
Cinco a?os despu¨¦s, el ciclismo, que ya hab¨ªa empezado a cambiar sus h¨¢bitos en 2007, cuando la sociedad, a trav¨¦s de las crisis de patrocinios y de audiencias televisivas, le envi¨® el mensaje de que deb¨ªa renunciar a sus ra¨ªces de clase para seguir siendo atractivo en las pantallas del nuevo siglo, se vende como un deporte casi limpio y regenerado. Es un orden deportivo extremadamente controlado por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), organismos cuyos puestos de responsabilidad se reparten los mismos dirigentes.
En este nuevo ciclismo ya no est¨¢n ni Hein Verbruggen ni sus sucesores, Pat McQuaid y Brian Cookson, al frente de la UCI. Y los casos positivos que hace a?os se llevaban p¨¢ginas y portadas, pasan de puntillas, como recordaba recientemente Alejandro Valverde hablando de Samuel S¨¢nchez.
Una demanda de 97 millones de d¨®lares
Lance Armstrong tiene 46 a?os, cinco hijos de entre seis y 17 a?os, recuerdos m¨²ltiples de un pasado aventurero y mentiroso y una casa de nueve millones de d¨®lares en Aspen (Colorado). Elementos de una vida aparentemente envidiable, pero tan fr¨¢gil y vol¨¢til que en los pr¨®ximos meses puede quedarse en nada. El pasado tan azaroso cre¨® enemigos y sed de venganza.
Un tribunal de lo civil comenzar¨¢ el 6 de noviembre pr¨®ximo un proceso que determinar¨¢ si Armstrong al doparse para ganar el Tour defraud¨® a su empleador, la empresa p¨²blica US Postal. Si pierde estar¨ªa obligado a pagar 97 millones de d¨®lares. Todo empez¨® con la denuncia de su excompa?ero Floyd Landis, que se sinti¨® despreciado por el tejano.
En el ciclismo de hoy no hay sitio para ning¨²n componente de lo que podr¨ªa llamarse clan Armstrong. Tampoco ninguno de ellos, ni el exciclista, ni m¨¦dicos, ni directores, cuando hablan del asunto parecen estar muy ilusionados por curar sus heridas regresando a un mundo que les cierra las puertas. Ninguno de ellos es feliz, aunque se empe?an en crearse una imagen falsa en las redes sociales.
Imagen falsa
Armstrong aparenta ser el millonario sin preocupaciones que puede permitirse todos los caprichos, que alardea de su amplia red de relaciones y que triunfa con un podcast gracias a su sentido del humor y la facilidad con la que maneja todo tipo de discursos. Algunos de ellos, como Bruyneel, recurrieron la sanci¨®n ante el TAS y esperan su resoluci¨®n. ¡°No s¨¦ si ganar¨¦¡±, dice el director belga, que vive en Madrid. ¡°Pero es la oportunidad de cambiar la narrativa. Se ha impuesto como ¨²nico el relato de la USADA¡±. El relato impuesto es el ¨²nico de toda su carrera que no ha controlado Armstrong.
La nueva narrativa hablar¨ªa de un pecado de arrogancia, el de Armstrong y su US Postal, que no eran los que m¨¢s se dopaban en el ciclismo de entonces, ni siquiera los ¨²nicos que se dopaban. Hac¨ªan lo que todos, pero fueron castigados porque ganaban. El relato de los vencedores, contin¨²an los perdedores, se escribi¨® a trav¨¦s de las confesiones-delaciones de seis ciclistas ¡ªVan de Velde, Hincapie, Danielson, Barry, Zabriskie y Leipheimer¡ª quienes recibieron una sanci¨®n m¨ªnima, de seis meses a cumplir en oto?o e invierno, por sus dopajes a cambio de acusar a Armstrong, Bruyneel y otros de haberles obligado a doparse, cuando eran ellos los que lo ped¨ªan. Y mintieron para salvarse de las sanciones. La misma senda sigue ahora uno de los m¨¦dicos, que ha logrado reducir su sanci¨®n a cinco a?os. Esta nueva historia, que podr¨ªa titularse algo as¨ª como ¡°un sistema de dopaje como todos los dem¨¢s, ni sofisticado ni profesional¡±, solo podr¨¢ escribirse cuando el TAS resuelva.
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