Aquel duro arranque de Carrusel Deportivo
El m¨ªtico e hist¨®rico programa de la SER naci¨® en octubre de 1952 y fue clave para el crecimiento de nuestro f¨²tbol
Uno de los 11 hijos que tuvo Juan Tribuna, c¨¦lebre voz de Radio Sevilla, conserva la carta de Vicente Marco que recibi¨® su padre cuando la puesta en marcha de Carrusel Deportivo. Fue hace estos d¨ªas 65 a?os y refleja hasta qu¨¦ punto est¨¢n a¨²n vigentes los principios con que naci¨® aquel programa.
Tras la introducci¨®n de rigor, la carta dec¨ªa:
¡°En cada conexi¨®n que se te haga, deber¨ªa comenzar invariablemente tu intervenci¨®n con la f¨®rmula: X MINUTOS DE JUEGO, EL RESULTADO ES EL SIGUIENTE¡
A continuaci¨®n, un brev¨ªsimo resumen de lo ocurrido, contando tan solo en ¨¦l aquellos hechos que puedan haber tenido repercusi¨®n en la marcha del encuentro.
INMEDIATAMENTE r¨ªgido examen de lo que en el terreno de juego est¨¦ sucediendo, procurando devolver la conexi¨®n en cuanto el inter¨¦s de lo que est¨¢ sucediendo decaiga. Casi como si el micr¨®fono te quemara en la mano, y perdona la expresi¨®n.
Tratamos de que las conexiones tengan el m¨¢ximo contenido, sean jugosas y expresivas, que nos permitan en pocos minutos dar la vuelta a Espa?a, teniendo en nuestro poder constantemente la marcha de la totalidad de los encuentros¡±.
Era la primera semana de octubre de 1952 e iba a nacer el Carrusel Deportivo de la cadena SER, cuya importancia para el crecimiento de nuestro f¨²tbol fue brutal.
La idea fue de Bobby Deglan¨¦, chileno, un genio de la radio. Manuel Aznar, jefe de programas de la SER (y padre de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar) le propuso un programa deportivo para la tarde del lunes. Deglan¨¦ contraofert¨®: mejor el propio domingo, con conexiones en directo y muy pegado a la quiniela, que llevaba seis a?os de vida. Un desaf¨ªo tecnol¨®gico bestial en la ¨¦poca. Pero la audacia de Bobby Deglan¨¦, la eficiencia del que designaron director, Vicente Marco, y la buena disposici¨®n de todos lo hizo posible.
Para el servicio de documentaci¨®n de la SER, el d¨ªa del estreno es el 5 de octubre de 1952, cuarta jornada de Liga. Esa es la primera vez que aparece en la hoja de programaci¨®n de la cadena, con el nombre de Carrusell, escrito as¨ª, con ll. Para Wikipedia, el estreno es el domingo siguiente, quinta jornada de Liga. Esta segunda fecha, que algunos defienden, nace de la consideraci¨®n del primer programa como algo experimental. En la parrilla aparece a las 18.30 y con duraci¨®n de una hora. Los partidos empezaban a las 16.30 y acababan a las 18.15. Por tanto, no fue un programa en directo, sino un programa sobre la jornada justo al terminar esta. Un ensayo del sistema de conexiones. El del d¨ªa 12, vencido el experimento del domingo anterior, ya fue un carrusel de acuerdo a la idea, heroica, con que fue concebido.
Aquel d¨ªa 12 se jugaron estos partidos: Espa?ol, 2; Valencia, 1. Santander, 3; Atl¨¦tico de Madrid, 3. Real Sociedad, 3; Oviedo, 2. Sevilla, 1; Atl¨¦tico de Bilbao, 0. Gij¨®n, 0; Barcelona, 0. Zaragoza, 0; M¨¢laga, 2. Celta, 2; Coru?a, 0 y Real Madrid, 3; Valladolid, 1. Total, 23 goles. Menciono a los equipos como se los conoc¨ªa entonces. Estaban excluidos los nombres extranjeros, como Athletic, R¨¢cing o Sporting, y al hoy D¨¦por se le conoc¨ªa como Coru?a. El primer gol cantado en Carrusel lo marc¨® el realista Epi en Atocha, a los dos minutos de empezada la tarde. Entonces sonaron por primera vez esos pitidos que anuncian el gol, que no son otra cosa que la palabra GOL en Morse: piii, piii, pi; piii, piii, piii; pi, piii, pi, pi.
El Espa?ol era el l¨ªder, con cinco victorias. En los descansos, Scopelli daba ox¨ªgeno a sus jugadores. Estuvo en cabeza mucho tiempo, pero la Liga la acabar¨ªa ganando el Bar?a de Kubala, que har¨ªa su segundo doblete consecutivo. Era el Bar?a de aquella delantera que cant¨® Serrat: Basora, C¨¦sar, Kubala, Moreno y Manch¨®n.
El principio fue duro. Se tard¨® a?o y medio en cubrir todos los campos. En un delicioso pero ya raro libro escrito por el propio Vicente Marco con el t¨ªtulo Historias del deporte, cuenta con gracia y detalle los problemas de aquellos primeros tiempos, en los que algunos corresponsales ten¨ªan que salir del campo tras cada gol o incidencia, ir al bar m¨¢s pr¨®ximo y desde all¨ª, por un viejo tel¨¦fono de fichas, entrar en el programa.
Y hubo m¨¢s pegas. Santiago Bernab¨¦u se opuso a aquello. Es curioso, pero un hombre con gran visi¨®n de futuro en todo lo dem¨¢s fall¨® aqu¨ª en su pron¨®stico. Para ¨¦l, esa fuga de informaci¨®n, el gol cantado en directo fuera del campo, perjudicar¨ªa la taquilla. Se le sum¨® el Atl¨¦tico. Durante a?os, Pepe Bermejo, locutor estrella de la casa, ocupaba la terraza de un colegio mayor pr¨®ximo, desde el que se ve¨ªa todo el campo. De lejos, pero se ve¨ªa. As¨ª se apa?aba.
Pero el Bernab¨¦u era m¨¢s alto que las casas vecinas. ?Qu¨¦ hacer? El locutor, Julio Rodr¨ªguez, llevaba un micr¨®fono inal¨¢mbrico oculto bajo un pa?uelo de seda fuertemente anudado al cuello hiciera fr¨ªo o calor. Le acompa?aban ocho o diez tipos altos y fornidos, previa compra de un paquete de entradas. Colaban una antenita y tres bater¨ªas de autom¨®vil, camufladas como mochilas de merienda y bebidas. Cambiaban de lugar cada domingo, por si hab¨ªan levantado sospechas entre vecinos de localidad. Cuando quer¨ªa intervenir, Julio Rodr¨ªguez hablaba como dirigi¨¦ndose enf¨¢ticamente a sus compa?eros. La antenita mandaba su se?al a una unidad m¨®vil aparcada fuera, que la reexped¨ªa a los estudios centrales. A Bernab¨¦u, que ten¨ªa una radio en el palco, le llevaban los demonios y enviaba empleados a batir las gradas, pero era buscar una aguja en un pajar, Con el tiempo, lo dio por imposible. Y hasta admiti¨® que era bueno.
Carrusel Deportivo dio un empuj¨®n al f¨²tbol. Para muchos, entre los que me cuento, fue la primera forma de percibirlo, en aquellos tiempos a¨²n sin televisi¨®n. Las familias se reun¨ªan en torno a la radio con la quiniela en la mano y pasaban una tarde de emoci¨®n, en la que seg¨²n ven¨ªan goles de unos u otros el n¨²mero de aciertos en la quiniela sub¨ªa o bajaba. En aquella Espa?a pobre, el sue?o de un quinielazo era la ilusi¨®n nacional. Con Carrusel fuimos aprendiendo los ni?os de la ¨¦poca los nombres de los futbolistas, as¨ª como los de aquellos narradores, que a¨²n resuenan en nuestra memoria: Antonio de Rojo (Bilbao), Langarita (Santander), Triave (La Coru?a, que no era otro que Fern¨¢ndez Trigo, a?os m¨¢s adelante gerente del Madrid), Verd¨² Belda (Elche), Enrique Fern¨¢ndez (Barcelona), Paco Ortiz (Zaragoza), Miguel Dom¨ªnguez (Valencia), Fuentes Mora (Mallorca)¡ Y los imbatibles animadores publicitarios, Joaqu¨ªn Prat, Juan de Toro¡
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