El Girona gana siete jornadas despu¨¦s y deja al Deportivo malherido
El cuadro catal¨¢n logra su primer triunfo a domicilio ante un rival roto en el que vuelve a estar en peligro la continuidad de Mel como entrenador
Siete jornadas despu¨¦s regres¨® el Girona al triunfo para cantar victoria por primera vez lejos de Montilivi en la m¨¢xima categor¨ªa. Lo hizo adem¨¢s en un partido fronterizo para el Deportivo, una cita que aclar¨® una vez m¨¢s que Pepe Mel dirige a un equipo sin m¨¢s ruta ni destino que el apuro y que, seguramente, el fracaso. Cayeron los coru?eses en una oportunidad que se les presentaba para escalar hacia su anhelo de acampar en la zona templada de la tabla, pero mucho deber¨¢n de cambiar para hacerlo, superados por lo pronto en la clasificaci¨®n por el Girona, que intuye que deber¨¢ pelear toda la campa?a en los puestos de retaguardia, pero que no deja de mostrar desde hace dos meses que tiene un plan para hacerlo. Ni siquiera se atisba en el Deportivo, donde impera la tibieza entre quienes deben tomar la decisi¨®n final de prorrogar el tiempo de un entrenador en el que ya casi nadie cree, tampoco quienes le mantienen.
En Riazor el Girona fue m¨¢s y se llev¨® los puntos, sin que se le pueda poner tacha y tras adelantarse en dos oportunidades en el marcador. Sin Stuani, adem¨¢s, porque el autor de cuatro de los siete goles que le contemplaban antes de visitar Riazor estaba sancionado. Gestion¨® el viento a favor y supo buscarlo cuando no le empujaba porque cuando estuvo empatado no temi¨® buscar el gol. Lo encontr¨® mediada la primera parte de la forma m¨¢s inopinada porque en un centro al ¨¢rea que claramente se dirig¨ªa a las manos del portero se enzarzaron en el punto de penalti Albentosa y Kayode en una de esas acciones que no se sabe quien las empieza y quien las acaba, un ovillo en el que el ¨¢rbitro, situado a tres metros de la acci¨®n, percibi¨® penalti y que puso sobre la lupa al central deportivista, no precisamente un favorito de la grada. La pasada jornada hab¨ªa disfrutado de su primera titularidad en Eibar y Pepe Mel quiso darle continuidad. Para ello no dud¨® en guardar a Sch?r, el mejor defensa del equipo en lo que va de temporada. M¨¢s all¨¢ del penalti, la ausencia del central suizo dej¨® al equipo hu¨¦rfano de criterio con la pelota. S¨ª, quien mejor mueve la pelota en el Deportivo es un defensa.
Mel manda en un equipo que, seg¨²n propia confesi¨®n, aspira a manejarla y moverla, pero que deja una sensaci¨®n ambivalente: da la impresi¨®n de que en los despachos se ha preparado un plantel para juntar pases y jugar en campo contrario, pero los t¨¦cnicos no consiguen llevarlo a ese escenario. El resultado es un quiero y no puedo del que se aprovech¨® el Girona, que sali¨® mejor al partido, desde luego m¨¢s consciente de lo que buscaba y de c¨®mo encontrarlo, con una cierta codicia en el despliegue que incomod¨® a su rival, desacertado adem¨¢s en controles y pases, en la toma de decisiones. Fede Cartabia, de los mejores en los partidos precedentes, ejemplific¨® el desastre: no le sali¨® nada. Al otro Fede, el uruguayo Valverde, se le sigue esperando, pero juega inc¨®modo volcado a la izquierda, sin el panorama que demanda su potencia y su zancada. Atacado por sus defectos, le torci¨® adem¨¢s el gesto al Deportivo el plan de Pablo Mach¨ªn, siempre amenazante por la velocidad de Portu y Kayode y la facilidad con la que encontr¨® espacios. Desnud¨® el Girona al equipo de Mel, le desactiv¨® porque desconect¨® a Emre ?olak y a Lucas P¨¦rez del resto de sus compa?eros y le aboc¨® a buscar los flancos, donde jam¨¢s encontr¨® superioridades, todos estaban por dentro, y s¨ª centros inocuos.
Con todo, el Deportivo reaccion¨®. Lo hizo m¨¢s desde las tripas que desde el cerebro y se fue al descanso tras paladear la ef¨ªmera alegr¨ªa de dos goles que murieron en el bander¨ªn de un asistente acertado para atinar en dos acciones en las que los atacantes locales se hab¨ªan adelantado por medio cuerpo. Se fue el Depor con ese regusto y con el amargor de una silbatina de su gente, incapaz de descifrar a su equipo ya al descanso. El control era del Girona y no dej¨® de serlo hasta el final porque tambi¨¦n amaneci¨® primero tras el descanso con un disparo lejano de Aleix Garc¨ªa que Francis sac¨® a c¨®rner y que pudo cambiar todo lo que estaba por llegar. Porque empat¨® Lucas P¨¦rez en cuanto Gil Manzano volvi¨® a desenfundar e interpret¨® que al delantero coru?¨¦s lo hab¨ªa derribado Ramalho en otro forcejeo en el ¨¢rea. Arbitraba un pistolero no solo en el ¨¢rea sino tambi¨¦n con las tarjetas amarillas, que se coleccionaron en un partido de guante blanco.
Varias desgracias asolaron al Deportivo, v¨ªctima de un planteamiento err¨®neo, pero tambi¨¦n de su flaqueza mental que mostr¨® su palmaria incapacidad para hacerse valer tras llegar al empate. En ese momento volvi¨® a imponerse el Girona, con car¨¢cter con bal¨®n y tambi¨¦n con facilidades para proyectarse al contragolpe. Marc¨® y gan¨® tras una acci¨®n de p¨¢rvulos futbol¨ªsticos, un centro al ¨¢rea, dejada de un delantero y remate del otro, de Portu, fino en la definici¨®n. Pudo sentenciar despu¨¦s el Girona. Debi¨® hacerlo ante un equipo roto, partido en varios fragmentos hasta descomponerse en un lamentable puzzle. Se abocaron los catalanes a alg¨²n enredo final, tampoco a excesivos. Ganaron con justicia para dejar atr¨¢s a su rival. Y adem¨¢s malherido, incapaz de encadenar desde noviembre de 2010 tres victorias seguidas en su estadio como equipo de Primera.
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