Los odi¨¢bamos, claro
El peor reproche que se le puede lanzar a Italia es que haya ca¨ªdo sin levantar polvo, sin asomo de ¨¦pica
Fitzgerald dec¨ªa que ¨¦l beb¨ªa porque cuando lo hac¨ªa, siempre pasaban cosas. En el f¨²tbol esa funci¨®n le corresponde a Italia: con la Azzurra en el campo siempre ocurre o est¨¢ a punto de ocurrir algo. Es una selecci¨®n protagonista de minutos fastuosos e inabarcables, como los de la pr¨®rroga ante Alemania de 2006 o los del llamado partido del siglo, tambi¨¦n contra Alemania (Occidental) en M¨¦xico 70: un placa recuerda semejante monumento al f¨²tbol en el que Alemania empat¨® en el descuento, se adelant¨® en la pr¨®rroga (Torpedo M¨¹ller), remont¨® Italia, volvi¨® para empatar M¨¹ller y apareci¨®, un minuto despu¨¦s, el Bambino de oro, el bello Gianni Rivera, para clavar el 4-3.
Mi generaci¨®n no vio pero atisb¨® lo que fue Italia en el 82 y confirm¨® en el 94 que Italia es un final, no un camino. Siempre tuvo el desprecio de buena parte de la prensa espa?ola, incluso cuando a Espa?a la entrenaba Clemente: tostoneri, les dec¨ªamos. Quiz¨¢s as¨ª, present¨¢ndonos como antagonistas, se nos olvidaba que jug¨¢bamos con Nadal y Hierro de fantasistas. La odi¨¢bamos, claro; los cuartos de Foxboro dejaron en el imaginario un triunvirato delicioso: Lucho, Tasotti y Sandor Phul. El f¨²tbol tambi¨¦n es car¨¢cter, e Italia encontr¨® la manera ¨²nica de caminar sobre el alambre y hacerse odiar y amar sin control, como en una Verona perpetua.
Alemania 2006 lo empez¨® a ganar por un comentario machista a un hombre de honor. Chile 1962 merece una pel¨ªcula: la Batalla de Santiago por la eliminaci¨®n contra el anfitri¨®n. La prensa italiana hab¨ªa desprestigiado la candidatura de Chile por ser un pa¨ªs pobre, triste y depresivo. Para calmar los ¨¢nimos, los jugadores italianos (armarios empotrados, violent¨ªsimos varios de ellos) entraron en el campo tirando rosas blancas que el p¨²blico devolvi¨® entre insultos. A los diez segundos se produjo la primera patada italiana y a los doce minutos su primer expulsado. Antes de acabar el primer tiempo un italiano la emprendi¨® a golpes con un chileno, que respondi¨® con un pu?etazo: el ¨¢rbitro aplic¨® la ley de ventaja en general, algo que hubiera hecho tambi¨¦n si observa el bombardeo de Dresde. Pero el italiano, en cuanto se reanud¨® el juego, fue hacia el chileno y le hizo una patada voladora que lo mand¨®, sin tocar el suelo, al vestuario.
Y ¨¦ste es el peor reproche que se le puede lanzar a Italia, la bella, la horrorosa, la espl¨¦ndida Italia vencedora de los descuentos, la Italia para el recuerdo de sus fracasos: que haya ca¨ªdo sin levantar polvo, sin asomo de ¨¦pica, sin nada que llevarse a la cr¨®nica. Los gigantes, cuando caen, dejan un socav¨®n. Italia ha perdido hasta el agujero.
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