La fractura de Griezmann
Con su mal momento y sus declaraciones el franc¨¦s ha roto la barrera de la entrega incondicional de la hinchada a los suyos
No es la hinchada rojiblanca proclive a bajar el pulgar a sus futbolistas. El s¨¢bado, tras ser sustituido por Fernando Torres a poco m¨¢s de diez minutos para el final, Antoine Griezmann rompi¨® esa barrera, pese a los intentos de Simeone por evitarlo. Desde los tiempos del central Pablo Ib¨¢?ez, que comprometi¨® su fichaje por el Real Madrid a un candidato a la presidencia del club blanco, no hab¨ªa brotado un abucheo tan generalizado. El asunto es grave. Los reproches fueron dedicados al pelotero m¨¢s determinante y uno de los pilares b¨¢sicos sobre los que la dirigencia pretendi¨® suavizar el cambio de estadio y paliar los efectos de la sanci¨®n FIFA.
?Al Atl¨¦tico, el proyecto se le ha empezado a resquebrajar por el que ¨¦l deb¨ªa ser el principal sost¨¦n individual del equipo hasta la llegada de Diego Costa y de Vitolo en enero. En el derbi se le detect¨® falta de verticalidad y decisi¨®n para comandar un par de contragolpes. Su actuaci¨®n gener¨® tanto desencanto entre la hinchada como cr¨ªticas veladas desde la instituci¨®n.
A partir del 30 de junio, a Griezmann se le ve fuera del club, pero hasta entonces al Atl¨¦tico le ha emergido un problema que se expande por todos sus estamentos. Directivos, cuerpo t¨¦cnico, vestuario y masa social est¨¢n implicados. La soluci¨®n es compleja. Con sus constantes juegos medi¨¢ticos a cerca de su futuro, a Griezmann solo le quedan los goles y elevar el nivel de juego para amansar de aqu¨ª al final de temporada a una grada que no tiene por costumbre abroncar a los suyos. Tendr¨¢ que afrontar la complejidad de su redenci¨®n en un contexto futbol¨ªstico que ahora mismo ni favorece a los goleadores ni a los futbolistas exquisitos. El s¨¢bado, no le ayud¨® ser utilizado por su entrenador como ¨²nico punta durante el primer tiempo. Muy aislado, desconectado del ataque, sin participar en el juego entrel¨ªneas, no tuvo peso ofensivo alguno sobre el partido. Simeone le cambi¨® por quinta vez en lo que va de curso. En cuatro de ellas, con 0-0 en el marcador.
Este verano, la propiedad del club se vio abocada a un gran esfuerzo econ¨®mico presa del jugoso mercado que se le abri¨® a su estrella y de las demandas de su entrenador, que no conceb¨ªa el plantel, e incluso su propia continuidad, sin el concurso del delantero franc¨¦s. La dirigencia nunca entendi¨® la sobrepresi¨®n del jugador con sus jugueteos con el Manchester United. Le iban a dar tanto como pidiera, como as¨ª sucedi¨®, sin necesidad de que Griezmann hiriera la sensibilidad de la hinchada y lanzara tanto ¨®rdago medi¨¢tico abriendo hipot¨¦ticos horizontes. La cuerda se tens¨® tanto que estuvo a punto de romperse. En el club, cuando se cristaliz¨® su permanencia, se defini¨® la operaci¨®n con frialdad. Las necesidades se impusieron a los sentimientos reales de desaz¨®n y hartazgo. ¡°Hemos sido pr¨¢cticos", razonaban en los despachos. La pragm¨¢tica tambi¨¦n sobrevuela ahora sobre esa llamada a cerrar filas en torno a Griezmann realizada por Simeone y sus compa?eros. A algunos de ellos tambi¨¦n les incomoda el revuelo de sus declaraciones por m¨¢s que le vean comprometido, pero saben de la importancia de recuperarle.
En realidad, el problema que ha surgido ahora solo fue diferido en el tiempo. En el ambiente estaba, cuando se concret¨® su millonaria renovaci¨®n, que si el rendimiento de Griezmann no era el de temporadas anteriores los flirteos de escapista le iban a pasar factura. El s¨¢bado, por primera vez, el futbolista sinti¨® el fuerte rechazo de la hinchada. Ha roto una barrera que parec¨ªa indestructible.
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