Menos es suficiente
Un Madrid-Bar?a ya tiene tanto que, a veces, todo lo dem¨¢s le sobra
Hace apenas un a?o, el arquitecto italiano Pier Vittorio Aureli public¨® un ensayo donde ampliaba la m¨¢xima minimalista ¡°menos es m¨¢s¡± que tiempo atr¨¢s hab¨ªa acu?ado su colega alem¨¢n Mies van der Rohe. Llev¨® la premisa m¨¢s lejos a¨²n, a?adiendo a lo est¨¦tico coordenadas econ¨®micas y ¨¦ticas. Afirm¨® que en estos d¨ªas de inversi¨®n, acumulaciones y crecimiento constante, ¡°menos¡± puede ser ¡°suficiente¡±.
Lo cierto es que f¨²tbol y minimalismo no riman bien, al menos desde que la industria audiovisual decidi¨® exprimir todas las competiciones habidas y por haber, multiplicando los partidos como panes y peces. Duelos como el del s¨¢bado pertenecen a esa esfera de lo ins¨®lito, y viven siempre de la mano promesas irrepetibles. Sin embargo, con el abuso del milagro y la parafernalia que crece alrededor, se diluye tambi¨¦n nuestra capacidad de sorpresa y es que nadie est¨¢ preparado para tal acumulaci¨®n de jornadas hist¨®ricas. Vivir en un cl¨¢sico permanente, plagado de identidades de trinchera, resulta agotador. Toda ¨¦pica requiere cierto barbecho, igual que las canciones precisan de estrofas y puentes que suavicen la energ¨ªa pegadiza de los estribillos. Es de ley natural, los bombos del sorteo de Navidad no deben echar a rodar en pleno agosto y el gazpacho no sabe igual en el puente de la Constituci¨®n. Desde que Aureli public¨® su tratado en 2016, Barcelona y Madrid se han enfrentado hasta en ocho ocasiones. ?Fresas de invernadero todo el a?o! Una ciclo transg¨¦nico donde esa l¨ªnea entre el duelo y la previa del siguiente choque se superponen hasta convertir las temporadas en una l¨®gica de western perenne salpicado de vez en cuando, casi homeop¨¢ticamente, por un poquito de f¨²tbol. Y entre tanta llegaron los sin¨®nimos y los esl¨®ganes. Naci¨® as¨ª ¡°el partido del siglo¡± que luego se convirti¨® en ¡°el cl¨¢sico¡± como si un Barca-Madrid necesitase de m¨¢s gasolina en el pie de foto. En el futuro, asoma la metonimia total en cuanto alguna marca ponga sobre la mesa la cantidad necesaria para bautizar el partido como El Piponazo o El Adolfo Su¨¢rez del f¨²tbol espa?ol.
Ante tal acumulaci¨®n, he de confesar que este partido se me hace bola. Llega con un pie en los turrones y el otro enfangado en una actualidad que se empe?a en darle papel de actor pol¨ªtico. Y aun as¨ª, s¨¦ que este s¨¢bado estar¨¦ frente a alguna tele a la hora del vermut mientras media en China se jugar¨¢ los cuartos en apuestas. Me sudar¨¢n las manos cada vez que Messi lance una diagonal con la pelota cosida a sus pies y casta?ear¨¦ los dientes para que Modric llegue a todos los espacios. Celebrar¨¦ los goles del Real y morir¨¦ de envidia con las tiral¨ªneas blaugranas. Porque supongo que el f¨²tbol, al final no es m¨¢s que eso. Quiz¨¢s porque un Madrid-Bar?a ya tiene tanto que, a veces, todo lo dem¨¢s le sobra.
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