El Barcelona se come al Real Madrid (0-3)
Sostenidos por Piqu¨¦ y luego aliados con un gran Messi, los azulgrana dejan a 14 puntos a los blancos con un estupendo segundo tiempo
El Bar?a dej¨® al Madrid en la lona de la Liga tras un ejercicio sutil. Cuando el cl¨¢sico se dirimi¨® a los puntos, el equipo azulgrana se refugi¨® en Piqu¨¦. Cuando llegaron los mamporros la cosa se puso fea para los madridistas: Messi tom¨® el centro del escenario pasito a pasito, anda que anda. Suficiente. De un duelo neutral en el primer tiempo se pas¨® al choque de Messi, gobernante de un segundo periodo que enmarc¨® a los barcelonistas y dej¨® momificado al Real. Del Madrid resistente del inicio a un Madrid de nuevo cuarteado en la Liga, a la que no se entiende que haya perdido apego. El l¨ªder, ya con 14 puntos ¡ªy un partido m¨¢s¡ª que el campe¨®n, tuvo sello en Chamart¨ªn. Lleg¨® con alfileres por falta de efectivos y porque su banquillo da para lo que da, nada ver con el deslumbrante armario de su adversario. Pero supo curtirse y fajarse de entrada y dar la estocada con Messi mediante. Un tipo tan singular que donde otros desgastan suela ¨¦l se desmarca andando, de puntillas. Con Ernesto Valverde este Bar?a con m¨¢s tambores que violines encontr¨® en el mejor feudo posible una victoria reivindicativa como pocas.
Para arrancar, Zidane rebobin¨® la Supercopa y envid¨® con Kovacic por Isco. Al contrario que en el torneo veraniego, al croata le esperaban dos partidos. Esta vez no solo el de Messi. Con la pelota a pies de Ter Stegen a Kovacic le toc¨® arrestar a Busquets para cortocircuitar al Bar?a en la salida. Si el encuentro transitaba en campo propio, entonces al balc¨¢nico le correspond¨ªa atender a Leo. Kovacic, un dos por uno, logr¨® de entrada el doble objetivo: los azulgrana se anudaron desde Ter Stegen, obligado al inusual juego en largo en busca de la cabeza de Paulinho. De Messi solo hubo un goteo hasta su despegue al infinito tras el intermedio.
Desnaturalizado de inicio el Bar?a por las maniobras del Madrid en el embudo del juego, donde todos los volantes blancos operaban como marines, el partido apenas se discuti¨® en las ¨¢reas. El meollo estaba en cada asalto en el medio, donde hubo tralla, un campo de minas. Los de Valverde, sin hilo con el bal¨®n, procuraban bajar el volumen. El Madrid, por su parte, abrir gas una vez cruzado el macizo central barcelonista. La frontera madridista era asunto de Paulinho, un intr¨¦pido. No tiene lubricante en las punteras, pero se gana las habichuelas descuelgue a descuelgue.
Bloqueados unos y otros, el choque discurri¨® parejo durante el primer acto. La zona central era selv¨¢tica y sin suministro no atinaban las delanteras. El sost¨¦n de cada cual estaba en el andamiaje defensivo, donde por encima de todos se encumbr¨® Piqu¨¦, al mando de la antia¨¦rea y espartaco en cada cruce. Lo mismo que el renacido Vermaelen. A la espera de Messi, Piqu¨¦ blindaba a los suyos y Paulinho les estiraba. Asistido por Leo, suyo fue todo el picante azulgrana en el primer tiempo: una volea y un cabezazo con respuesta de Keylor.
En la otra punta, no era la sobremesa de Cristiano, autor de un punterazo al aire tras una incursi¨®n de Kroos. Poco despu¨¦s, en su mejor aparici¨®n de mediod¨ªa, el portero cul¨¦ le desvi¨® un disparo con cicuta. De Benzema, cada d¨ªa m¨¢s crucificado, ni gota salvo su cabezazo al poste. El Madrid, como su oponente, se bat¨ªa mejor de lo que jugaba.
Todo se alter¨® tras el descanso. Se diluy¨® el remedio de Kovacic, que qui¨¦n sabe si a la larga no le pasar¨¢ factura a Zidane. El Bar?a se sacudi¨® al Madrid y trinc¨® el partido por la pechera. Busquets puso las botas en hora, Iniesta cant¨® una nana a la pelota, Rakitic se agit¨® y Sergi Roberto sac¨® la cadena a Marcelo. Piqu¨¦ nunca se fue y amaneci¨® Messi, ya sin el gesto taciturno del pre¨¢mbulo. Paulinho segu¨ªa como Paulinho y Su¨¢rez no rehu¨ªa trinchera alguna con sus particulares guerrillas, que m¨¢s suelen desquiciar a los rivales que al propio uruguayo. Demasiado para un Madrid desplomado, solo espectador del Bar?a m¨¢s sinf¨®nico. Ni Kovacic, ni Casemiro, ni Kroos, ni Modric¡ Todos, uno tras otro, se fundieron. Como evidencia, el primer tanto. Busquets se despoj¨® de cuantos rivales le salieron al paso y dio aire a Rakitic, al que el Madrid hizo el pasillo de la jornada. El croata avanz¨® por el eje sin centinelas a su paso, conect¨® con Sergi Roberto y el lateral encontr¨® a Luis Su¨¢rez en el otro pico del ¨¢rea. Kovacic, hipnotizado por Messi, se fue a por La Pulga, que pasaba de la jugada. Tan liberado estaba el charr¨²a para rematar como desatendido Rakitic en la estupenda aventura que se inici¨® con el jugad¨®n de Busquets. El Barcelona ya daba monserga a la pelota. Tanta que el Madrid no pod¨ªa ni hacer cambios.
Con Messi al frente y todo su coro afinado, el cuadro de Valverde esprint¨® hacia la victoria ante un Real sin dep¨®sito, agotado de cazar pulgas. El argentino sac¨® el repertorio, cerca y lejos de Keylor, y el conjunto cul¨¦ se articul¨® de maravilla sobre el albiceleste. Suya fue una asistencia con pie cl¨ªnico para Su¨¢rez que deriv¨® en un tiro al palo del propio Messi. Carvajal peg¨® un cachete al bal¨®n, pero aun as¨ª Paulinho, que rebotea en el ¨¢rea ajena como nadie, emboc¨®. Como en el penalti no hay ley de la ventaja, pena m¨¢xima y expulsi¨®n de Carvajal. Messi, que solo no parece Messi cuando tiene un duelo esgrimista con los porteros, meti¨® un zurriagazo y lo festej¨® con rabia y torer¨ªa hacia la grada, hacia propios y extra?os.
A partir del 0-2 y con diez el Madrid, el duelo se qued¨® sin trama. La cita se volvi¨® un cruce de caminos de una porter¨ªa a otra. Se arrimaron al gol Bale y Ramos. Lo mismo que Semedo y Andr¨¦ Gomes, porque Messi ya repart¨ªa chuches para todos, titulares y suplentes. Como prueba, el tercer gol. Otro pase de cirujano, este para Aleix Vidal, que puso el broche al liderazgo del Bar?a y dej¨® en la cuneta a un Madrid tan borroso en la Liga que deber¨¢ apelar a la remontada de todas las remontadas entre las remontadas. El Bar?a se lo comi¨®.
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