Volver como si nada
Es casi admirable c¨®mo Diego Costa tir¨® varios meses de su vida a la basura sin hacer nada, solo esperando a fichar por el Atl¨¦tico. Malgastar bien el tiempo no est¨¢ al alcance de cualquiera
Ves a Diego Costa y es como si divisases a lo lejos la avioneta que, pasado un rato, se acercar¨¢ distra¨ªdamente y de repente intentar¨¢ acabar con la vida de Cary Grant en Con la muerte en los talones.Costa te hace temer lo peor, aunque ni siquiera tenga el bal¨®n controlado. ?O acaso, cuando ves aparecer un Boeing-Stearman 75 biplano en una llanura des¨¦rtica, fumigando un terreno donde no hay cosechas que fumigar, no piensas que el piloto va matar a alguien? Si el delantero del Atl¨¦tico merodea cerca, el defensa no permanecer¨¢ sereno.
Nada que haga resulta inofensivo. Propaga el nerviosismo y no se toma un lance como trabajo de despacho, simple tr¨¢mite. Pegar un sello en un sobre y llevarlo al buz¨®n seguramente equivale para ¨¦l a un asunto por el que merece la pena salir por la ventana. Sospecho que no cree en los asuntos de poca monta. Por eso es desquiciante y peligroso para sus rivales. Nunca olvida el instinto asesino en un caj¨®n cuando sale de casa.
Es casi admirable c¨®mo tir¨® varios meses de su vida a la basura sin hacer nada, solo esperando a fichar por el Atl¨¦tico y despu¨¦s a recibir el permiso para jugar en competiciones oficiales. Fue un sacrificio. Malgastar bien el tiempo no est¨¢ al alcance de cualquiera. De hecho, su regreso al equipo de Simeone tres a?os despu¨¦s de marcharse a Inglaterra tiene algo de normalidad total, como si nunca se hubiese ido. Ning¨²n aficionado, cuando fich¨® por el Chelsea, lo borr¨® de su memoria. Tomaron su salida como un Erasmus para futbolistas del que antes o despu¨¦s regresar¨ªa.
Todo lo contrario de lo que pas¨® con Arda Turan, que despareci¨® del imaginario atl¨¦tico hasta casi recordar a aquel olvido obligatorio que se decret¨® sobre la figura de Lavrenti Beria, jefe de los servicios secretos sovi¨¦ticos con Stalin, cuando cay¨® en desgracia. C¨¤rrere cuenta en Limonov que los suscriptores de la Gran Enciclopedia Sovi¨¦tica recibieron instrucciones para recortar el art¨ªculo elogioso que se le dedicaba y sustituirlo por otro sobre el estrecho de Bering. Beria, Bering: el orden alfab¨¦tico no se alteraba, pero Beria ya no exist¨ªa.
El regreso de Costa result¨® tan natural que despu¨¦s de meses sin pisar un estadio entr¨® y revolucion¨® al Atl¨¦tico con un dedo, como cuando en las viejas radio-cassettes pulsabas F-FWD para hacer avanzar r¨¢pido la cinta. Frente al Getafe hizo de todo: fue titular, alborot¨® al equipo, se pele¨® con los rivales, protest¨® al ¨¢rbitro, se gan¨® una amarilla, marc¨® un gol y, despu¨¦s de celebrarlo, recibi¨® la roja por abrazarse a los hinchas. Yo no ve¨ªa algo as¨ª desde el d¨ªa que en mi instituto un repetidor apareci¨® por clase inesperadamente, despu¨¦s de meses enganchado al Street Fighter en el recreativo de enfrente.
Esa tarde hab¨ªa examen de lat¨ªn, y no solo sac¨® un sobresaliente, sino que lo suspendieron y lo expulsaron una semana por hacerlo demasiado bien. No estaba mal visto creer en los milagros, pero inventarlos en un examen sin tener idea de lat¨ªn era pasarse.
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