Dinero: el nuevo ADN Bar?a
A golpe de talonario, sin apenas reparar en el c¨®mo ni en el cu¨¢ndo, hemos descubierto que el dinero nos quema en los bolsillos y que la vida, sin lujos, no es vida
Recuerdo que nos levant¨¢bamos como gatos atropellados, clientes habituales del exceso asociado a una pasi¨®n. Muchos lo negar¨¢n, a nadie le gusta presentarse como un degenerado ante la familia pol¨ªtica o los compa?eros de trabajo, pero fueron d¨ªas en los que el aficionado azulgrana se despertaba con resaca y torturado por un repicar de campanas que anunciaban boda en la capital. A modo de tormenta perfecta, las noches de ronda y grandes celebraciones daban paso a ma?anas de un furioso estruendo informativo, amaneceres fren¨¦ticos en los que se anunciaba la llegada de un nuevo ant¨ªdoto (por lo general car¨ªsimo) con el que se pretend¨ªa poner fin a la inc¨®moda hegemon¨ªa del Bar?a y bautizar una nueva primavera blanca.
A falta de suficiente ibuprofeno ¨Cnunca es suficiente cuando el entusiasmo se desata entre las filas merengues- el cul¨¦ se curaba de espantos traduciendo el coste del nuevo capricho en colegios, hospitales, residencias de ancianos y vacunas para la polio. Cualquier bien tangible y de marcado car¨¢cter social nos parec¨ªa apropiado para denunciar el despilfarro madridista, para ejemplificar el descalabro moral de un club tan pobre que solo ten¨ªa dinero, para recordar que los fichajes del Bar?a se realizaban con dinero ecol¨®gico, biodegradable, y que el fin ¨²ltimo de nuestras inversiones no era otro que la sonrisa de un ni?o. Nos sent¨ªamos tan superiores sobre el terreno de juego que, casi sin percatarnos, comenzamos a ambicionar la hegemon¨ªa en el cielo.
El fichaje de Coutinho, que sumado a los de Dembel¨¦, Paulinho y Semedo arroja una cifra aproximada de 400 millones de euros, ha desenmascarado a tiempo aquel oportunismo celestial del que hicimos gala frente al materialismo insolidario de otros. A golpe de talonario, sin apenas reparar en el c¨®mo ni en el cu¨¢ndo, hemos descubierto que el dinero nos quema en los bolsillos y que la vida, sin lujos, no es vida. ¡°Me gusta, lo quiero¡ Adoro su corrupci¨®n¡±, afirmaba extasiado John Self, el antol¨®gico y extravagante protagonista de Dinero. Abandonar los salmos responsoriales para buscar referencias en la obra de Mart¨ªn Amis no puede significar otra cosa que un cambio de tendencia, la confirmaci¨®n de un nuevo escenario en el que los cul¨¦s hemos decidido abrazar la felicidad sin mirar la etiqueta del precio. Refulgente y excesivo, el nuevo ADN blaugrana solo deber¨ªa salir de los escaparates de Tiffany¡¯s para ser estudiado en los laboratorios m¨¢s modernos y caros de la NASA.
Recuperar la fe en el jogo bonito no puede ni debe salir barato, as¨ª que el Bar?a ha puesto su chequera al servicio de una idea global: la de la plasticidad aplicada, la del talento libre de andamiajes y ataduras, la del espect¨¢culo irracional. Todav¨ªa en fase de aclimataci¨®n al nuevo estatus, los punteirolos de Paulinho nos han recordado las bondades del pan durante los primeros meses del curso pero ser¨¢n los destellos y filigranas de Coutinho los encargados de familiarizarnos con el caviar, el fais¨¢n o el tartufo blanco. Su asociaci¨®n con Messi e Iniesta deber¨ªa llevarnos de vuelta a las noches rumbosas y los amaneceres escarpados pero con una diferencia sustancial respecto a nuestra antigua condici¨®n de seminaristas: el dinero no es un dios que exija virtud, apenas actitud y un ibuprofeno caro, casi prohibitivo.
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