Iribar cumple 75 a?os: mitolog¨ªa de un hombre sencillo
El paso del tiempo no ha ara?ado la historia del legendario portero del Athletic y la selecci¨®n espa?ola
Jos¨¦ ?ngel Iribar sum¨® este jueves un a?o m¨¢s a su vida (y van 75), pero desgraciadamente el martes rest¨® un amigo de toda la vida, Enrique Castro Quini, el goleador bonach¨®n que se emocionaba en cuanto ve¨ªa desde el autob¨²s el arco de San Mam¨¦s. A?o tras a?o sent¨ªa la emoci¨®n de la primera vez. Portero y delantero eran almas gemelas con objetivos distintos, unidos por aquel arco ¡°que ve¨ªas desde 15 kil¨®metros antes de llegar. Mirases donde mirases all¨ª estaba el arco¡±, recordaba Quini en el centenario del viejo San Mam¨¦s, antes de su demolici¨®n. ¡°Sab¨ªas que pod¨ªa esperarte la gloria, si triunfabas en San Mam¨¦s, pero lo que tambi¨¦n sab¨ªas es que ibas a tener que pelear no durante los 90 minutos sino desde 15 kil¨®metros antes cuando ese arco tan majestuoso te indicaba que no ibas a cualquier parte, que no ibas a jugar un partido m¨¢s, fuera cual fuera el resultado¡±. All¨ª, bajo ese arco y entre los postes de las porter¨ªas (la de Ingenieros y la de Misericordia), habit¨® Jos¨¦ Angel Iribar durante 18 temporadas, rey de la longevidad rojiblanca, en una ¨¦poca ciertamente donde la titularidad era sagrada y el derecho de retenci¨®n incuestionable.
El mito local
Eran otros tiempos. El Athletic solo traspasaba por necesidades econ¨®micas (Garay, Alexanco) o como premio ¨²ltimo cuando se acercaba el final de su carrera. ¡°Entonces gan¨¢bamos m¨¢s en el Recreativo, en el H¨¦rcules o en el M¨¢laga que en el Athletic¡±, recuerdan algunos exjugadores. Iribar ni siquiera busc¨® esa oportunidad. ¡°Cuando ten¨ªa 34 a?os, el presidente Eguidazu me habl¨® del inter¨¦s del Real Madrid y le dije que ni se le ocurriera. Yo estaba perfectamente en el Athletic y por nada del mundo hubiera cambiado de equipo¡±. Hay que recordar que tras renunciar a esa posibilidad con 34 a?os de recalar en el Real Madrid, Iribar a¨²n disput¨® tres temporadas m¨¢s en el Athletic antes de retirarse en diciembre de 1979. O sea que lo suyo no fue un brindis al sol, sino un auto de fe.
La presencia permanente de Iribar durante 18 temporadas (614 partidos) actu¨® de salvaguarda de un equipo que ya empezaba a sufrir los rigores de otros equipos cada vez m¨¢s reforzados. Eran muchos los que pensaban en San Mam¨¦s que Iribar sosten¨ªa al Athletic entre sus guantes en los periodos de transici¨®n entre unas plantillas y otras. En las 18 temporadas de Iribar, el Athletic vivi¨® algunos momentos delicados en las cercan¨ªas del descenso, pero en general se sostuvo en el alambre de los treinta y tantos puntos que generalmente daban para vivir con tranquilidad, aunque tambi¨¦n pudo luchar por el titulo de Liga en 1970 (2? con Ronnie Allen en el banquillo) y en 1977 y 1978, tercero en la Liga de la mano de Koldo Aguirre. Pero la sensaci¨®n en la Catedral nunca fue de temor. El mito de Iribar ya se hab¨ªa hecho carne y habitaba en el Athletic.
El mito internacional
Internacionalmente, Espa?a sufr¨ªa para colarse en un Mundial, incluso en una Eurocopa. La desconfianza era absoluta, porque a la hora de la verdad la selecci¨®n se resquebrajaba por una u otra raz¨®n. El ¨¦xito, el ¨²nico ¨¦xito, se produjo en 1964 con el famoso gol de Marcelino a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de Yashin. Sin t¨ªtulos que sostener a cuatro manos (Iribar consigui¨® una Eurocopa y dos copas en Espa?a), el Chopo se convirti¨® en un mito internacional, permanentemente elegido como uno de los tres mejores porteros del mundo, junto a Lev Yashin y Ricardo Zamora. Hay quien convierte el triunvirato en cuadrado incluyendo al brit¨¢nico Gordon Banks con el ¨²nico argumento de haber ganado un Mundial con Inglaterra, el ¨²ltimo de su historia en 1966 o de la hist¨®rica parada al remate de Pel¨¦.
A Yashin lo admiraba Iribar desde que lo vio la primera vez. ¡°Siempre de negro, tan delgado, con los brazos tan largos, me llamaba atenci¨®n la capacidad que ten¨ªa para despejar de pu?o y lanzar el bal¨®n lej¨ªsimos, casi montando un contragolpe". Era un acto de modernidad que se complementaba con el juego de saque con la mano que Iribar adquiri¨® inmediatamente, haciendo famosa esa jugada en el Athletic, Negra fue tambi¨¦n su indumentaria, aunque con el tiempo, Iribar altern¨® con alg¨²n jersey azul o verde, aunque siempre prevalec¨ªa el negro de Yashin. De Gordon Banks aprovech¨® algo m¨¢s concreto. Los guantes que se usaban hasta entonces era los cl¨¢sicos de lana, hasta que Iribar vio que Banks luc¨ªa unos guantes distintos especiales, con formas de manopla, guantes de portero. Ni corto ni perezoso, se fue a Londres y en Marks & Spencer los encontr¨® y los compr¨®. Un mito internacional no pod¨ªa moverse en el campo con los guantes sentimentales de la abuela. Porque Iribar ya era un mito internacional. Y lo sigue siendo.
El mito sobrenatural
En diciembre de 1979, Iribar se puso bajo la porter¨ªa de San Mam¨¦s para disputar contra el Getxo una eliminatoria de Copa del Rey. El Athletic venci¨® 7-1. El gol del Getxo lo marc¨® Lequerica. Fue el ¨²ltimo futbolista que le hizo un gol a Iribar. Ni ¨¦l mismo quer¨ªa revivir demasiado aquellos d¨ªas y esboza una sonrisa picarona cuando le recuerdas aquel partido y aquel gol. Atr¨¢s hab¨ªan quedado las memorables actuaciones ante los mejores delanteros de la Liga: Amancio, su predilecto, Di Stefano, (¡°al que no pod¨ªas dejar de mirar ni un segundo"), Johan Cruyff, Quini y tantos otros, pero no olvida un hat trick que le hizo Marcial Pina con el Espanyol en San Mam¨¦s. Tras haberse enfrentado a todos ellos, Iribar tiene caro que hay alguien que est¨¢ por encima se ellos, ¡°Leo Messi. Da gusto verle jugar¡±, se?alaba a la agencia EFE. ¡°Jugadores de ese calibra tan completo tengo la sensaci¨®n de no haberlo visto nunca y mira que que he tenido jugadores buenos enfrente¡±.
Atr¨¢s quedaron los sinsabores de aquellas fiebres tifoideas, su nombramiento como entrenador del primer equipo en la temporada 1986-87, que culmin¨® en un sufrimiento para Iribar, para el equipo (una plantilla muy d¨¦bil), y para la afici¨®n. A los mitos no conviene dejarlos a la intemperie.
Pero Iribar guardaba una reflexi¨®n y una sorpresa. ¡°En el f¨²tbol antes hab¨ªa m¨¢s regates y se pod¨ªan lucir m¨¢s los buenos. Ahora es un f¨²tbol m¨¢s de pase, precisi¨®n, toque, ritmo e intensidad, pero todav¨ªa se ven jugadores que pueden driblar, irse de uno, de dos, de tres. Son los menos, pero son maravillosos¡±, sentencia a unas horas de cumplir 75 a?os. Y junto a la reflexi¨®n, un sue?o cada vez m¨¢s lejano: que un portero gane el Bal¨®n de Oro y se sume a Yashin, el ¨²nico guardameta que lo consigui¨®, en 1963.
Quedaba la ¨²ltima voltereta. 5 de junio de 2013, Marcelo Bielsa pide el cambio y del t¨²nel de vestuarios salta Iribar a ocupar la porter¨ªa que hasta entonces defend¨ªa Ra¨²l. Despu¨¦s de ese partido amistoso contra una selecci¨®n vizca¨ªna, la Catedral comenzaba su derrumbe, pero cuando Iribar salt¨® al campo y se instal¨® en la porter¨ªa de Ingenieros, San Mames se cay¨® emocionalmente. Iribar redebutaba con 70 a?os, enhiesta la figura, recia la espalda. Parar no tuvo que parar, pero el mito volv¨ªa a ser sobrenatural y cotidiano al mismo tiempo. En el fondo, no hay nada m¨¢s m¨ªtico que la sencillez.
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