El Atleti se desangra en la orilla

Debi¨® sentirse confortada la grey soberanista con la indumentaria del Atl¨¦tico de Madrid. Pensar¨ªan los indepes que el atuendo amarillo formalizaba un homenaje a los "presos pol¨ªticos". Y que el equipo de Simeone no pod¨ªa ofender con esa ropa tan solidaria. Menos a¨²n habi¨¦ndose iniciado el ceremonial con un homenaje a Quini. No era de recibo ense?ar los colmillos entre la sugesti¨®n soberanista y el duelo al difunto Brujo, as¨ª es que el Atl¨¦tico decidi¨® abstenerse 45 minutos diplom¨¢ticos no ya de atacar, sino de defender con orden y criterio, pues la candidez de la retaguardia en diferentes situaciones predispuso la falta letal concedida a Messi.

Se dir¨ªa que el crack argentino se desempe?a mejor fuera del ¨¢rea que desde los once metros. Y que afina mejor su punter¨ªa cuando se le otorgan m¨¢s l¨ªneas de cal, m¨¢s distancia y m¨¢s referencias, empezando por la barrera y el desaf¨ªo de vulnerarla.Y por la cruel argucia con que puso a prueba el vuelo est¨¦ril de Oblak, tan poco entonado como sus compa?eros en el desperdicio del primer tiempo.

Pod¨ªa haber jugado el Barcelona sin portero. Y podr¨ªan haberle salido los planes a Simeone -el empate era un buen resultado- si no llega a producirse el contratiempo de la falta. No asustaba el Bar?a ni creaba ocasiones. Las noticias suced¨ªan lejos del ¨¢rea. Y concernieron casi siempre al talento y a la salud de Iniesta, cuya lesi¨®n y retirada (minuto 35) reanimaron el optimismo rojiblanco.

No ya porque capitulaba el mejor jugador del partido, sino porque lo sustitu¨ªa el peor, Andr¨¦ Gomes, proporcionando a la reanudaci¨®n del encuentro la expectativa de la remontada y la ampulosa conquista de la liga. Simeone dio instrucciones para atacar y exponerse,? hasta el extremo de alinear cuatro delanteros y transformar a los muchachos en una suerte de feroz pelot¨®n canarinho.

Armonizaba el Atleti sus mejores momentos al cumplirse la primera hora, no tanto por la proliferaci¨®n de ocasiones como por la ambici¨®n de la iniciativa. Un equipo descarado y agresivo. A veces ca¨®tico y otras desconcertante en la propia naturaleza an¨¢rquica de Correa. Le costaba al Barcelona conservar el bal¨®n. Tranquilizar su f¨²tbol de academia. Y consegu¨ªa el Atl¨¦tico imponerse m¨¢s por la raza y por la intensidad que por el orden balomp¨¦dico. Querer? y no poder en la frustraci¨®n actoral de Costa, en el estajanovismo sin recompensa de Antoine Griezmann.

Se desangraba la liga. Y hasta enternec¨ªa la disciplina del Bar?a replegado en su campo, perdiendo el tiempo, que era ganarlo, y buscando la? superstici¨®n del contraataque como ¨²ltimo recurso de la agon¨ªa. Un Barcelona c¨ªnico y especulativo, pero dotado, superdotado, de un futbolista que ha decidido la liga con la misma genialidad con que decidi¨® el partido.